La ciudad a trav¨¦s de sus 100 mejores ¨¢rboles
Valencia crea cinco rutas tur¨ªsticas donde los monumentos son sustituidos por ejemplares vegetales singulares
Valencia cuenta desde este mes de marzo con cinco rutas tur¨ªsticas en las que los monumentos han sido sustituido por ¨¢rboles. Un total de 111 ejemplares a los que su altura (hasta 35 metros), grosor (18 metros), edad (450 a?os) o historia convierten en singulares y ante los cuales merece la pena pararse. Los recorridos pretenden que los ciudadanos los valoren como parte del patrimonio urbano y dar respuesta al inter¨¦s que despiertan entre cierto tipo de visitantes.
"Hay un turismo de ¨¢rboles impresionantes. Los aficionados del norte de Europa alucinan cuando ven nuestros grandes ficus", dice Jos¨¦ Vicente Casa?s, bi¨®logo y director de Actio, la empresa que ha elaborado las gu¨ªas compuestas por textos, mapas e ilustraciones que se editar¨¢n en castellano, valenciano e ingl¨¦s. Los folletos, encargados por el Ayuntamiento, se distribuyen de forma gratuita en las oficinas de turismo y estar¨¢n disponibles tambi¨¦n en una aplicaci¨®n m¨®vil.
El ¨¢rbol favorito de Casa?s se alza imponente en el centro de la ciudad, en el Parterre, con un tronco grande, una copa descomunal de 40 metros de di¨¢metro y unas ra¨ªces que sobresalen del suelo "como contrafuertes" de casi nueve metros de largo. "A estos ¨¢rboles los llamamos ficus, pero en realidad son higueras australianas. Es un caso raro en el que lo que se ha popularizado es la primera parte de su nombre cient¨ªfico, que es ficus macrophylla. Nuestras higueras comunes tambi¨¦n son ficus, pero para identificarlas, en Espa?a nadie dice: 'Mira, un ficus". Las higueras australianas dan higos peque?os, comenta el bi¨®logo, pero solo son comestibles para los p¨¢jaros.
Las rutas conectan unos ¨¢rboles singulares con otros siguiendo cinco hilos conductores geogr¨¢ficos y tem¨¢ticos, con t¨ªtulos como Testigos de la historia, La vuelta al mundo y Un viaje por el Mediterr¨¢neo. Los breves textos cuentan historias sorprendentes no solo de los individuos ¡ªen este caso, vegetales¡ª, sino tambi¨¦n de la funci¨®n que las especies a las que pertenecen cumpl¨ªan en sus lugares de origen.
Al hablar del naranjo de Luisiana que crece en el paseo de la Alameda, la gu¨ªa cuenta, por ejemplo, que los miembros de la tribu de nativos americanos de los Osage apreciaban tanto la dureza y flexibilidad de su madera que estaban dispuestos a entregar un caballo y una manta a cambio de un arco fabricado con ellos.
Y sobre la sabina mora, uno de los dos ¨¢rboles monumentales que flanquean la fachada principal del cementerio de Valencia ¡ªel otro es un eucalipto de 32 metros de altura¡ª, el texto indica que su resina era utilizada para embalsamar a los faraones del Antiguo Egipto por las propiedades indestructibles que se le atribu¨ªan.
El ¨¢rbol m¨¢s viejo de la ciudad es un olivo de 450 a?os situado en la entrada del parque de Marxalenes. Ya estaba ah¨ª, afirma Casa?s, cuando los moriscos fueron expulsados en 1609, una medida que alcanz¨® a toda Espa?a y fue especialmente traum¨¢tica en el Reino de Valencia, donde representaban un tercio de la poblaci¨®n.
Las cinco gu¨ªas persiguen "llenar de contenido los muchos parques y ¨¢rboles que tenemos, que a menudo no utilizamos ni conocemos", afirma el alcalde de Valencia, Joan Rib¨®. La concejala de Parques y Jardines, Pilar Soriano, agrega que buscan tambi¨¦n concienciar sobre "la importancia de la vegetaci¨®n en la lucha contra el cambio clim¨¢tico".
Entre los ¨¢rboles preferidos de Casa?s figura una segunda higuera australiana, protagonista de una historia de tintes ¨¦picos. En los a?os sesenta, el palacio rom¨¢ntico de Ripalda, obra del arquitecto Joaqu¨ªn Mar¨ªa Arnau Miram¨®n, fue derribado en una oscura operaci¨®n urban¨ªstica. En su lugar se construy¨®, con vistas al antiguo cauce del Turia, La Pagoda, que hoy sigue siendo uno de los edificios m¨¢s lujosos de Valencia. Casa?s asegura que el jardinero municipal convenci¨® a las autoridades de que, en vez de arrancar la higuera australiana que hab¨ªa al lado del palacio, ser¨ªa m¨¢s c¨®modo talarla y dejar que se secara antes de extraerla. El mal llamado ficus fue seccionado por completo, pero no muri¨®. Sin que nadie le hiciera demasiado caso volvi¨® a crecer hasta convertirse medio siglo despu¨¦s, con un tronco de 18 metros y medio, en el ¨¢rbol m¨¢s grueso de la ciudad.
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