Luz verde al Parlament en el exilio

Contra toda l¨®gica, los separatistas han impuesto su lenguaje y maneras en Espa?a y en Europa. Lo que hace medio a?o sonaba a ciencia ficci¨®n es hoy habitual moneda de cambio. Por eso, no hay debate sobre Catalu?a en el que no se discuta si Espa?a es una democracia, si Puigdemont es o no un preso pol¨ªtico, si el pa¨ªs est¨¢ lleno de fascistas, si los jueces son una banda de prevaricadores o si el Estado sigue siendo un ejemplo de centralismo bajo el yugo de Madrid. Pues bien, todo ello no es tanto m¨¦rito de los independentistas, sino efecto de la indolencia del Gobierno y la mayor¨ªa de instituciones.

Consecuencia inicial de esa desidia ha sido la asunci¨®n de que hay una judicializaci¨®n de la pol¨ªtica. O una politizaci¨®n de la justicia. L¨®gico que as¨ª se piense cuando la ausencia de pol¨ªtica la pagan los jueces, que cumplen su papel casi en solitario, como quijotes ante un problema de Estado que ellos afrontan mientras los dem¨¢s miran a otro lado cuando no les ponen zancadillas, como es el caso del ministro Montoro. O del propio presidente Rajoy, calificando de ¡°mod¨¦lica¡± la actuaci¨®n de Alemania ante la euroorden del juez Llarena.

Ha tenido que venir a Espa?a el exprimer ministro franc¨¦s Valls para asegurar(nos) que ¡°Espa?a es una democracia de primera¡± y que no entiende por qu¨¦ es Sociedad Civil Catalana, y no el Gobierno, quien acude a Alemania a explicar a la prensa lo que ocurre en Catalu?a.

El ¨²ltimo ejemplo se ha producido este viernes. Era el ¨²ltimo d¨ªa para recurrir la decisi¨®n que tom¨® hace tres meses el Parlament de admitir como diputados de pleno derecho a los huidos electos, entre ellos Carles Puigdemont. Al no recurrirlo nadie -pod¨ªa hacerlo cualquier parlamentario catal¨¢n ante el Tribunal Constitucional- ha quedado asentado un hecho sin precedentes y con potenciales consecuencias muy graves.

Nunca en la democracia espa?ola hab¨ªa quedado investido como diputado alguien ausente por decisi¨®n propia en el primer pleno de la C¨¢mara o en el siguiente. La legislaci¨®n espa?ola y los reglamentos parlamentarios exigen la presencia f¨ªsica de los electos, y no el simple env¨ªo de la documentaci¨®n requerida, como la promesa o juramento, o la declaraci¨®n de bienes.

El precedente, destapado por el abogado del Estado Emilio Jim¨¦nez en Confilegal, encierra un riesgo futuro de ciencia ficci¨®n y pesadilla. Una vez asentado ese principio por no haber sido recurrido, el pr¨®ximo Parlament podr¨ªa estar funcionando con ocho diputados en B¨¦lgica, cuatro en Suiza, tres en Italia, 20 en Alemania¡­ Y tendr¨ªan todos sus derechos, incluido, como ocurre ahora, el de recibir sueldos y acumular derechos de pensi¨®n, lo cual conculca el elemental principio jurisdiccional de que nadie puede beneficiarse de una ilicitud propia, que en el presente caso es la de huir de la justicia.

Ante tanto fuego amigo y abulia, mejor pedir tregua.