Espa?a se sit¨²a entre los pa¨ªses europeos con menos denuncias por violaci¨®n
La dureza del proceso, el miedo de las v¨ªctimas a no ser cre¨ªdas y el temor al se?alamiento social explican la baja tasa de denuncias
En Suecia se denunciaron 56,8 violaciones por cada 100.000 habitantes en 2015, 20 veces m¨¢s que en Espa?a, donde se registraron 2,65. Las cifras no reflejan el n¨²mero de delitos cometidos, sino las denuncias registradas, advierte Eurostat. De 32 pa¨ªses analizados por la oficina de estad¨ªstica europea, Espa?a est¨¢ por debajo de la media, en el puesto 25. La dureza del proceso, el miedo de las v¨ªctimas a no ser cre¨ªdas y el temor al se?alamiento social son las razones que explican la baja tasa de denuncias, seg¨²n algunos expertos.
Las estad¨ªsticas sobre violaciones no reflejan el n¨²mero real de agresiones sexuales. Como recuerda Pilar Mart¨ªn N¨¢jera, jefa de la Fiscal¨ªa de Violencia sobre la Mujer, entre el 70% y el 80% de los casos no se denuncian. La oficina estad¨ªstica de la Uni¨®n Europea tambi¨¦n avisa de que sus datos recogen denuncias presentadas y no agresiones cometidas. ¡°Por lo tanto, las diferencias entre pa¨ªses tienen que ver tambi¨¦n con la conciencia general y las actitudes hacia los delincuentes sexuales¡±, a?ade Eurostat.
Llevar un caso de agresi¨®n sexual hasta la justicia es complicado, no solo porque es dif¨ªcil demostrarlo. ¡°El proceso da?a a la v¨ªctima, es muy duro, y se percibe impunidad porque hay un porcentaje alto de absoluciones¡±, denuncia N¨¢jera. La agresi¨®n afecta ¡°al aspecto m¨¢s ¨ªntimo de la persona, su libertad sexual¡±, y despu¨¦s de vivir una situaci¨®n de terror, de p¨¢nico extremo, denunciar significa enfrentarse a lo que muchas asociaciones de v¨ªctimas llaman ¡°la segunda violaci¨®n¡±. Reviven el ataque cuando se les pide que lo relaten con todo lujo de detalles y sin incoherencias ¡ªun ejercicio dif¨ªcil para una persona en estado de conmoci¨®n¡ª y ¡°tienen que soportar preguntas como ¡®usted por qu¨¦ no se resisti¨®¡¯ ¡®por qu¨¦ no grit¨® ni pidi¨® ayuda¡±, explica la fiscal.
¡°El miedo a no ser cre¨ªda y la desconfianza en la Administraci¨®n de Justicia es lo que m¨¢s paraliza¡±, coincide la abogada de violencia de g¨¦nero Amparo D¨ªaz. En Espa?a, asegura, ¡°la v¨ªctima tiene garantizados la revictimizaci¨®n y el cuestionamiento¡±. La sentencia de La Manada, que no condena a los cinco acusados por agresi¨®n sexual sino por abuso, no ayuda a recuperar la confianza.
Consuelo Abril, jurista del movimiento 7N contra las violencias machistas, insiste en que el problema no est¨¢ en el C¨®digo Penal, sino en c¨®mo lo han le¨ªdo los magistrados. ¡°Es importante no solo c¨®mo son las leyes, sino la interpretaci¨®n que hacen los jueces. La gente se anima a presentar m¨¢s denuncias all¨ª donde el sistema arropa y no cuestiona a la v¨ªctima¡±, apunta Abril.
La legislaci¨®n de Suecia, como la de B¨¦lgica y Reino Unido, considera violaci¨®n las relaciones sexuales que no cuenten con el consentimiento de la mujer, ya sea t¨¢cito o expl¨ªcito. En Francia y Alemania la violaci¨®n no requiere violencia para ser considerada como tal. Todos estos pa¨ªses est¨¢n por encima de la media europea en n¨²mero de denuncias. Uno de los principales problemas del sistema judicial es la falta de formaci¨®n en perspectiva de g¨¦nero y psicolog¨ªa en el personal que debe atender a las v¨ªctimas, seg¨²n Amparo D¨ªaz, tambi¨¦n profesora en el m¨¢ster de G¨¦nero e Igualdad de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
El se?alamiento social
La culpabilizaci¨®n y el cuestionamiento que sienten las mujeres violadas cuando lo cuentan tambi¨¦n proviene de la sociedad y su entorno. ¡°Las mujeres siguen teniendo miedo y sobre todo verg¨¹enza¡±, apunta Tina Alarc¨®n. La presidenta de CAVAS (asociaci¨®n de mujeres violadas) toma con cautela los datos suecos y recuerda lo que se conoce como ¡°paradoja n¨®rdica¡±, que tiene que ver con los altos ¨ªndices de violencia de g¨¦nero en los pa¨ªses m¨¢s igualitarios. Con todo, Alarc¨®n apuntala su opini¨®n sobre la influencia social en Espa?a al recordar que en los entornos rurales y municipios peque?os se denuncia menos que en las ciudades, donde el anonimato ayuda a la v¨ªctima a sentirse menos expuesta.
¡°Nos encontramos en una sociedad, la espa?ola, en la que durante mucho tiempo han primado los valores machistas¡±, se?ala la psic¨®loga forense Timanfaya Hern¨¢ndez. En otros pa¨ªses las mujeres tienen m¨¢s claro cu¨¢les son sus derechos y qu¨¦ es una relaci¨®n sexual consentida, dice.
Cuando el agresor es un desconocido que aborda a su v¨ªctima en una calle desierta, la falta de acuerdo en mantener una relaci¨®n sexual es evidente. La mayor parte de las violaciones las cometen personas conocidas, como familiares, amigos cercanos o profesores, seg¨²n Hern¨¢ndez. En esos casos es a¨²n m¨¢s agitado el baile de pensamientos de culpabilidad de la persona agredida ¡ª¡°por qu¨¦ le di ese beso¡±, ¡°no deber¨ªa haber subido a su casa¡±, ¡°si nos tomamos esas copas juntos debi¨® entender que quer¨ªa acostarme con ¨¦l¡±, etc¨¦tera¡ª, con el se?alamiento que algunos sectores de la sociedad siguen haciendo a las mujeres con mensajes del tipo: ¡°?C¨®mo se te ocurri¨® irte con ¨¦l si le acababas de conocer?¡±.
Cuando el abusado es un menor suelen pasar a?os hasta que se atreve a contarlo, cuando ya es tarde. El agresor ejerce poder sobre el menor para que se mantenga en silencio mediante chantaje emocional, amenazando con hacer da?o a otro miembro de la familia o con quitarse la vida. Pero, adem¨¢s, cuando la v¨ªctima tiene edad para comprender qu¨¦ le est¨¢ ocurriendo, le paraliza el temor a la reacci¨®n de su familia, seg¨²n la psic¨®loga. Si no le creen es devastador y su paso adelante se traducir¨¢ en la ruptura de las relaciones familiares. Si le creen, ¡°el conocimiento de un hecho tan tremendo como el abuso y la agresi¨®n lo desbarata todo¡±.
En el ¨¢mbito de la pareja, donde las denuncias por violencia machista cuestan, las de agresiones sexuales son a¨²n m¨¢s raras. ¡°Tenemos el derecho can¨®nico muy interiorizado y a veces las mujeres no le dan importancia a los abusos sexuales o no son muy conscientes¡±, explica Alarc¨®n. La abogada Amparo D¨ªaz ha visto c¨®mo clientas suyas han contado al denunciar agresiones por no querer ¡°ir al dormitorio¡±. ¡°Y no se indaga, se consideran delitos semiprivados¡±, cuenta indignada.
Denunciar para impedir la impunidad
Pese a las dificultades a las que se enfrentan las v¨ªctimas, ¡°denunciar es un deber con ellas mismas; si no, se propicia la impunidad¡±, dice la jurista Consuelo Abril. Las agresiones ¡°afectan a la intimidad y cuesta mucho contarlo. A menudo las mujeres y los ni?os se quedan tocados¡±, reconoce Pilar Mart¨ªn N¨¢jera. La fiscal cree sin embargo que el sistema va mejorando y que se est¨¢n produciendo mejoras, ¡°como el estatuto de la v¨ªctima de 2015, que las acompa?a y protege su intimidad¡±. El pacto de Estado contra la violencia de g¨¦nero aprobado en septiembre de 2017, recuerda tambi¨¦n la fiscal, incide mucho en la formaci¨®n del personal en contacto con la v¨ªctima, desde los m¨¦dicos a los jueces.
Tras la sentencia de La Manada muchas mujeres compartieron a trav¨¦s de Twitter, con la etiqueta #cu¨¦ntalo, abusos y agresiones que hab¨ªan sufrido durante su vida. Para Mart¨ªn Vallejo este movimiento espont¨¢neo supone un cambio importante. "La sociedad ve que no es admisible ni tolerable una relaci¨®n en la que una persona no quiere participar".
Tanto a la abogada Amparo D¨ªaz como a la fiscal Mart¨ªn N¨¢jera les preocupa la normalizaci¨®n del abuso y de pr¨¢cticas sexuales que los adolescentes conocen a trav¨¦s de la pornograf¨ªa. Hace falta una educaci¨®n sexual ¡°que no transmita que las mujeres son objeto de consumo masculino¡±, dice D¨ªaz. La abogada se refiere a la educaci¨®n primaria, pero tambi¨¦n a la imagen que se transmite a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n y de la publicidad.
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