Medina encala su memoria
Un pueblo gaditano reparte 2.000 kilos de cal a sus vecinos para mantener vivo el rito de blanquear con materiales, t¨¦cnicas y pautas sociales de anta?o
Cuentan que en Medina Sidonia hab¨ªa un rico que, cada primavera, mandaba a encalar la fachada de enfrente de su casa, adem¨¢s de la suya. Cuando le preguntaban por qu¨¦ lo hac¨ªa sol¨ªa responder: ¡°Porque cuando me siento en la puerta es lo que veo¡±. Sin ser rica, a Manuela Delgado, de 64 a?os, le pasa lo mismo y ah¨ª est¨¢, en la puerta de su casa, acompa?ada de su amiga Pepi Luna, blanqueando la pared de enfrente. Ropa de faena y pinceleta en mano, aplican con esmero cal al muro de la angosta calle Consolaci¨®n. Y no lo hacen solo por ellas. ¡°?T¨² sabes lo famosa que es esta calle para los forasteros? Est¨¢ en Facebook por todos lados, tiene que estar bonita¡±, tercia Delgado entre risas.
Manuela y Pepi ni quieren o¨ªr hablar de la moderna pintura pl¨¢stica. ¡°Ya nadie quiere encalar, pero esto es lo bueno, no la pintura de hoy, que no vale ¡®n¨¢¡¯. Es una pena que se est¨¦ perdiendo, supongo que es la evoluci¨®n de los tiempos¡±, a?ade la asidonense, mientras Luna, a su lado, asiente. Las amigas son dos de las vecinas de este pueblo gaditano que ya han recogido su raci¨®n gratuita de cal en una peculiar iniciativa que, en estos d¨ªas del mes de mayo, lleva a cabo el Ayuntamiento del municipio. En total, el Consistorio pone a disposici¨®n de sus 11.750 habitantes hasta 2.000 kilos de cal que pueden conseguir en forma de vales que, posteriormente, canjean en tiendas especializadas.
¡°Nuestro casco hist¨®rico tiene todos los grados de protecci¨®n: art¨ªstica, etnogr¨¢fica y arqueol¨®gica. De ah¨ª que regalemos la cal para incentivar a los vecinos a la conservaci¨®n de su patrimonio¡±, reconoce Irene Cintas, concejal de Turismo y Participaci¨®n Ciudadana. Cada primavera, el alcalde del municipio Fernando Mac¨ªas (IU) emite un bando en el que recuerda a los vecinos la necesidad de mantener la blancura de sus fachadas y patios como se?a de identidad importante, ya que Medina es uno de los pueblos gaditanos incluido en la tradicional ruta de los Pueblos Blancos. Sin embargo, hace ya ocho a?os que el Consistorio dio un paso m¨¢s y decidi¨® regalar cal para evitar que, adem¨¢s del pintado, se perdiese la centenaria tradici¨®n del encalado.
¡°Cada vez son menos y m¨¢s mayores los vecinos que mantienen viva la tradici¨®n de encalar. Con esta iniciativa intentamos que no se pierda la costumbre¡±, a?ade la edil. Y, con ella, que no desaparezcan una serie de rituales, saberes y recuerdos que Francisco Astorga mantiene bien vivos. ¡°Yo doy cal y es como si la estuviese dando hace 50 a?os. Yo vivo la cal¡±, reconoce orgulloso este asidonense de 80 a?os. Hace d¨ªas que recogi¨® sus dos sacos de material para blanquear las fachadas del huerto que tiene en su casa, enclavado en pleno casco hist¨®rico de la ciudad.
Hoy prepara m¨¢s para terminar su faena. En un cubo lleno de agua vierte varios terrones de piedra caliza, procedentes de las caleras de Mor¨®n de la Frontera (situadas en Sevilla y reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco). En pocos minutos, el agua empieza a hervir y chisporrotear, mientras Astorga no para de girar la mezcla. Es lo que se conoce como ¡®apagar la cal¡¯. ¡°Es mucho mejor que la pintura, blanquea y dura mucho m¨¢s¡±, reconoce el vecino. Y su palabra no es la de cualquiera, a Astorga en el pueblo le conocen como Paco ¡®Pincelito de oro¡¯, despu¨¦s de haber dedicado buena parte de su vida al pintado de r¨®tulos.
Dos calles m¨¢s arriba de la huerta de Paco, Manuela y Pepi siguen con su faena. Tras aplicar lej¨ªa a la pared, las dos vecinas ya est¨¢n con sus brochas y pinceles repasando el muro que est¨¢ frente a la casa de la primera. Delgado a?ade m¨¢s virtudes a este material tradicional: ¡°Yo me pas¨¦ a la pintura en mi casa y solo dej¨¦ el sal¨®n en cal, hoy es la ¨²nica habitaci¨®n que no tiene humedad. Adem¨¢s, es mucho m¨¢s higi¨¦nica¡±. Gema Carrera, antrop¨®loga del Instituto Andaluz del Patrimonio Hist¨®rico, confirma las impresiones de los vecinos: ¡°Ayuda a mantener el frescor al reflejar la luz. Tiene todas las propiedades de un material natural y ha sido empleado en la arquitectura de toda Andaluc¨ªa desde la Antig¨¹edad¡±.
Cosa de ellas
El origen del uso de la cal como acabado de fachadas, patios e interiores hunde sus or¨ªgenes en la noche de los tiempos. Delgado recuerda c¨®mo aprendi¨® la pauta de manos de su madre y a esta, a su vez, se la ense?¨® su abuela. ¡°La cal es tan antigua que ha existido desde siempre¡±, tercia Astorga. Lo cierto es que, si bien su uso en la construcci¨®n es casi tan antiguo como la arquitectura en s¨ª misma, su aplicaci¨®n social se populariz¨® durante los siglos XVIII y XIX, cuando las autoridades la recomendaron para evitar la propagaci¨®n de enfermedades y epidemias.
Con el tiempo, ¡°la idea de pulcritud asociada a la cal¡±, como explica Carrera, cuaj¨® en las capas populares, especialmente de los pueblos, y se convirti¨® en una costumbre social peri¨®dica vinculada al inicio del buen tiempo y la vida en la calle. ¡°Aqu¨ª se ha blanqueado siempre en primavera, antes de la Feria, para que el pueblo estuviese bonito en esas fechas¡±, reconoce Luna. El poder higienizante del material hizo que se hiciese rito pintar la habitaci¨®n en la que hab¨ªa fallecido un familiar. O que por noviembre, mes de los difuntos, se encalasen las tumbas en los cementerios.
Y esa vinculaci¨®n a la limpieza tambi¨¦n pes¨® en que la tarea de aplicar cal recayese siempre sobre la mujer. ¡°Al estar vinculada a la higiene y el esmero correspond¨ªa a ella. Son construcciones de g¨¦nero vinculadas a la arquitectura¡±, relata la antrop¨®loga. ¡°Esto era algo solo de mujeres. El hombre siempre ha sido algo comod¨®n para estas cosas. Tambi¨¦n es cierto que antes ¨¦l estaba fuera trabajando y era una misma la que se ten¨ªa que encargar de la casa¡±, relata Delgado con cierta iron¨ªa. La asidonense recuerda c¨®mo ¡°los viernes, en v¨ªspera del fin de semana, las vecinas sal¨ªan a repasar la fachada de sus casas¡±. A su vera, Luna apostilla entre risas: ¡°Sal¨ªamos todas. Aunque no hab¨ªa pique por qui¨¦n la ten¨ªa m¨¢s blanca, si fulanita no lo hac¨ªa pues ya se hablaba, porque en los pueblos somos as¨ª de criticonas¡±.
Pero la modernidad fue venciendo a la tradici¨®n. Carrera recuerda c¨®mo a lo largo del siglo XX ¡°se ha ido sustituyendo este material por otros industriales como el cemento o la pintura pl¨¢stica que adem¨¢s de producir patolog¨ªas en los edificios y en sus habitantes, han acabado por eliminar en muy poco tiempo la mayor parte de los saberes y oficios tradicionales vinculados con la producci¨®n de cal y su aplicaci¨®n a la arquitectura¡±. Por eso, en el Instituto Andaluz del Patrimonio Hist¨®rico (IAPH) incluso han llegado a documentar el oficio de la cal en el Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andaluc¨ªa. ¡°Esta medida de Medina Sidonia podr¨ªa ser ¨²til para reactivar la producci¨®n artesanal de cal en la comarca de la Janda donde hab¨ªa muchos hornos y todav¨ªa quedan caleros vivos¡±, a?ade Carrera.
Con la costumbre casi perdida, en el pueblo gaditano ya solo la mantienen los m¨¢s mayores. En el Ayuntamiento esperan que su iniciativa sirva para mantener viva la tradici¨®n de blanquear, actualizada hoy bajo el paraguas del atractivo tur¨ªstico. Para cuando Manuela, Pepi y Paco hayan terminado su faena del d¨ªa, ellos ya habr¨¢n puesto su grano de arena en que as¨ª sea. El sol se pondr¨¢ y Medina, desde lo alto de su cerro, despedir¨¢ el d¨ªa mudando de color. El blanco se har¨¢ amarillo primero, luego naranja y, finalmente, virar¨¢ al morado. Es la estampa del atardecer que muchos turistas ans¨ªan tomar y que, gracias a vecinos como ellos, sigue siendo posible a?o tras a?o.
De la higiene al reclamo franquista
La costumbre de encalar como pauta de higiene cuaj¨® en la sociedad. Sin embargo, la antrop¨®loga Gema Carrera deja claro que la vinculaci¨®n de la cal con el blanco vino despu¨¦s. "El color se usaba para delimitar los espacios dom¨¦sticos y est¨¢ vinculado a la arquitectura andaluza", explica la experta del Instituto Andaluz del Patrimonio Hist¨®rico (IAPH). Para ello, a la cal se a?ad¨ªan pigmentos naturales que coloreaban la mezcla en tornos rojizos, verdes, amarillos o azules.
Era, adem¨¢s, una forma de sustituir los ornamentos, propios de arquitecturas ricas, en viviendas dom¨¦sticas populares. Sin embargo, el blanco se fue imponiendo con los a?os y, finalmente, se institucionaliz¨® durante el franquismo, cuando el Gobierno de entonces cre¨® la campa?a tur¨ªstica de la Ruta de los Pueblos Blancos de C¨¢diz, a¨²n hoy vigente. ¡°Se construy¨® una imagen recreada basada en la folclorizaci¨®n¡±, a?ade la antrop¨®loga. Por ello, aunque Carrera defienda el uso de la cal, plantea la necesidad de cuestionarse el acromatismo imperante hoy en muchos pueblos andaluces, en favor de recuperar el color perdido en z¨®calos, jambas o cornisas.
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