Rajoy y S¨¢nchez, dos dirigentes condenados a no entenderse
Rajoy y S¨¢nchez pasan en 20 d¨ªas de ensalzar su colaboraci¨®n leal y fruct¨ªfera como pol¨ªticos de Estado a lanzarse de nuevo los peores insultos
La compleja relaci¨®n entre Mariano Rajoy y Pedro S¨¢nchez es tan inestable que en apenas 20 d¨ªas de mayo han pasado de llamarse frecuentemente y ensalzar su colaboraci¨®n ¡°leal¡± y ¡°fruct¨ªfera¡± ante la crisis en Catalu?a a proferirse otra vez los peores improperios. El giro ha sido brutal. El pasado 9 de mayo, en una sesi¨®n de control al Gobierno, Rajoy se sorprendi¨® tan contrariado de nuevo con una intervenci¨®n inesperadamente cr¨ªtica de Albert Rivera en el Congreso sobre su inactividad con respecto a Catalu?a que opt¨® por piropear a S¨¢nchez y compararles: ¡°Comp¨®rtese con la misma lealtad que el PSOE y nos ir¨ªa mucho mejor¡±. El d¨ªa anterior hab¨ªa salido el ¨²ltimo bar¨®metro electoral del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), con datos muy favorables a Ciudadanos, como en casi todas las m¨¢s recientes encuestas. Rajoy descalific¨® a Rivera como un ¡°aprovechategui¡±. En las jornadas siguientes, desde La Moncloa y el PP, se valor¨® el comportamiento como ¡°pol¨ªtico de Estado¡± de S¨¢nchez frente a las actitudes m¨¢s egoc¨¦ntricas que se atribuyen en estas semanas a Rivera, en teor¨ªa su socio de Gobierno.
Rajoy y S¨¢nchez, en realidad, nunca han congeniado bien, ni pol¨ªtica ni personalmente, como sucede entre el dirigente del PP y Rivera. En el PP lo achacan a un problema generacional y a una ambici¨®n desmedida y fuera de tiempo. Para Ciudadanos y el PSOE de S¨¢nchez, el presidente del PP encarna todo a lo que se oponen: la vieja pol¨ªtica y la met¨¢fora de la corrupci¨®n.
El PP no ha tenido reparos en rescatar r¨¢pidamente sus m¨¢s agrios argumentarios para refrescar la ¨¦poca no tan lejana en la que el propio Rajoy observaba sus citas obligadas con S¨¢nchez con la extra?eza del ¡°marciano¡± m¨¢s raro con el que se hab¨ªa tropezado en sus casi 35 a?os de carrera pol¨ªtica. Solo este martes, desde la c¨²pula popular se lanzaron todo tipo de consignas para culpar al ¡°irresponsable¡±, ¡°desestabilizador¡± y ¡°ego¨ªsta¡± l¨ªder del PSOE de que las empresas espa?olas cotizadas perdiesen 25.000 millones de euros y la prima de riesgo se alzase a los 140 puntos (Rafael Hernando). La tambi¨¦n diputada popular Teresa Palmer situ¨® esa subida en un 40% y 130 puntos y tir¨® de la historieta francesa sobre el personaje de Iznogud para equiparar a S¨¢nchez con aquel envidioso y traicionero visir. Hubo m¨¢s populares que recurrieron a la imagen de Judas y otros, como Andrea Levy, le achacaron la responsabilidad de ¡°dinamitar¡± la estabilidad del pacto constitucionalista frente al desaf¨ªo separatista catal¨¢n.
En esa volubilidad, llena de intereses partidistas, hasta el propio presidente Rajoy transit¨® en desde el pasado jueves de reconocer en la COPE que en algunas cosas el entendimiento era muy bueno con S¨¢nchez (¡°El comportamiento ha sido absolutamente leal y no ha hecho declaraciones fuera de tiesto, estoy muy satisfecho¡±) a lamentar, tras la presentaci¨®n el viernes de la moci¨®n de censura, que el secretario general socialista optase por esa opci¨®n por un inter¨¦s solo personal y porque quer¨ªa ¡°ser presidente a cualquier precio y con quien sea. Cualquier d¨ªa lo veremos pactando con Puigdemont¡±.
La desconexi¨®n de Rajoy y S¨¢nchez se agrav¨® en 2016, mientras el socialista intent¨® convencer en vano a Rivera y Pablo Iglesias para que le secundaran como presidente, y luego se arrastr¨® hasta la grave crisis del PSOE que acab¨® con su dimisi¨®n. En esos meses, Rajoy citaba a S¨¢nchez para algunas conversaciones obligadas, siempre sumido en el desconcierto. Le parec¨ªa un personaje menor y le desconsideraba. Hubo feos hasta para estrecharse las manos. Rajoy echaba de menos a Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y la manera de hacer pol¨ªtica de otros tiempos, con pausa, acuerdos de moqueta, m¨¢s discreci¨®n y con el sello de la palabra dada.
Saludo cordial
Este pasado 16 de mayo Rajoy sali¨® hasta la escalinata de Moncloa para recibir a S¨¢nchez, que iba ataviado con el institucional traje y corbata, prenda de la que se hab¨ªa desprendido en el ¨²ltimo a?o. Posaron y se dieron las manos. Dos d¨ªas despu¨¦s, Rajoy evit¨® esa imagen de cordialidad con Rivera.
S¨¢nchez, incluso en los peores momentos, reconoc¨ªa que Rajoy le ca¨ªa bien personalmente y enfatizaba que las divergencias profundas eran pol¨ªticas. Rajoy se diferenci¨® de otros dirigentes del PP menos condescendientes y salvaguard¨® siempre que su deber era entenderse con el m¨¢ximo responsable socialista.
Ese imposible panorama cambi¨® radicalmente tras el verano pasado cuando el desaf¨ªo catal¨¢n se desboc¨®. En el PP y el PSOE conceden que fue entonces cuando esa relaci¨®n empez¨® a fluir ¡°con m¨¢s naturalidad¡±. El presidente dej¨® claro en septiembre, cuando comenz¨® a perge?ar la intervenci¨®n de la Generalitat con el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n, que no se aplicar¨ªa sin el PSOE y cedi¨® as¨ª a su petici¨®n de no incluir el control sobre TV3. Hasta en ocho ocasiones se citaron S¨¢nchez y Rajoy a solas entre agosto y octubre para negociar la respuesta del Estado y profundizar en su voluble relaci¨®n.
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