La nueva vida comienza con una tarjeta telef¨®nica

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Los 630 del ¡®Aquarius¡¯ reciben un permiso especial de residencia de 45 d¨ªas

Los Ulises del siglo XXI

Los cuatro se conocieron en Libia, donde hicieron alg¨²n dinero, y el pasado d¨ªa 9 se metieron en un barco precario de 12 metros en el que viajaban cerca de 100 personas. Pagaron 1.000 euros por la traves¨ªa. Naufragaron. Tras ser rescatados en el mar de Libia, pasar ocho d¨ªas en un buque durmiendo al raso sin nada para cubrirse y ser recibidos por las autoridades espa?olas, ahora comienza una nueva vida para ellos. Necesitan cosas tan b¨¢sicas como afeitarse porque les pica la barba, comprarse una tarjeta SIM para su tel¨¦fono, un cortau?as y una camiseta nueva para no ir uniformados. No saben d¨®nde comprarlos, su centro de acogida est¨¢ aparentemente en medio de la nada, pero a pocos kil¨®metros del centro urbano de Cheste (Valencia). EL PA?S les acompa?a a hacer sus primeras gestiones en Espa?a.

¡°?No hay nadie en la calle!¡±, se sorprenden. Es mediod¨ªa y hace un calor que no redime ni la sombra. La prioridad es conseguir una tarjeta telef¨®nica para comunicarse con sus familias. Saben que est¨¢n vivos porque les han visto en la televisi¨®n francesa y porque consiguieron hacer una llamada nada m¨¢s desembarcar el domingo por la tarde. Hace tiempo que los cuatro dejaron sus casas. Yacine, un programador inform¨¢tico que consigui¨® trabajo en un restaurante en Tr¨ªpoli, se fue hace tres a?os. ?l no quer¨ªa venir a Europa, pero cambi¨® de idea cuando la guerra se recrudeci¨®. ¡°No se pod¨ªa vivir all¨ª. Te roban todo. Si no se lo das, te matan. As¨ª perd¨ª mis documentos Es un pa¨ªs malo¡±, relata.

Llevan en un bolsito los tres papeles que ayer les entregaron en el puerto ¡ªuna autorizaci¨®n de residencia de 45 d¨ªas, una presolicitud de protecci¨®n internacional y un documento en el que manifiestan su deseo de ir a Francia¡ª, pero ninguno les vale para tener una l¨ªnea telef¨®nica. No tienen ning¨²n documento de identidad, solo una pulsera amarilla en la mu?eca. ¡°Esta ma?ana han venido otros cuatro y no se la he podido hacer. El sistema obliga a introducir un documento de identidad¡±, explica el dependiente de la tienda. Mientras esperan, juegan al futbol¨ªn que hay en la tienda con dos ni?os que acaban de salir del colegio.

A las 14.00 todos los comercios del pueblo echan el cierre. Hay que esperar. Comen en un restaurante y prueban por primera vez el gazpacho y la ensaladilla rusa. Piden pescado y tuercen la nariz cuando ven una loncha de jam¨®n de york en un plato de esp¨¢rragos blancos. Cuentan que en el barco italiano les dieron jam¨®n para comer dici¨¦ndoles que no era cerdo. ¡°Era mentira. Pero acab¨¦ comi¨¦ndomelo porque estaba exhausto y hambriento. Mi religi¨®n no me permite comer cerdo¡±, explica Yacine. Describen como era su relaci¨®n con los militares que comandaban el Orione: ¡°Si¨¦ntate, no te muevas, no grites, vete a dormir¡±.

Desde la mesa puede verse el reflejo de la televisi¨®n emitiendo el telediario. Aparecen las im¨¢genes de una barca y un mont¨®n de gente con un chaleco salvavidas naranja: ¡°?Es el Aquarius, mira!¡±. Pero no lo es. Son los ¨²ltimos inmigrantes llegados a las costas de Andaluc¨ªa de los que ellos no han o¨ªdo hablar. Se empe?an en ser generosos. Un hombre con deficiencia pide dinero para comprar un yogur ante la indiferencia general. Ellos insisten en darle el euro que necesita. El d¨ªa contin¨²a en el supermercado donde compran cuchillas y crema hidratante para la piel quemada, en un comercio chino, de donde se llevan bolsas de viaje y una camiseta nueva, y, por fin, en una peque?a peluquer¨ªa. Quieren la barba al cero y el pelo a lo marine americano. ¡°No preguntes por qu¨¦, nos gusta as¨ª¡±, explica Yacine, minutos antes de ponerse a barrer el suelo para ayudar al barbero. El peluquero, Jos¨¦ Linares, les regal¨® el servicio. Los argelinos agradecieron emocionados.

No tienen claros sus planes. Tres de ellos tienen alg¨²n familiar en Francia, pero no saben si all¨ª les aceptar¨¢n, a pesar de la oferta del Gobierno franc¨¦s. En los pr¨®ximos d¨ªas vendr¨¢n a Valencia agentes franceses de la OFPRA, equivalente a la Subdirecci¨®n de Asilo de Interior en Espa?a, para estudiar cada una de las solicitaciones. Tendr¨¢n bastante trabajo. La mitad de los 630 de la flotilla del Aquarius quiere ir all¨ª, seg¨²n anunci¨® ayer la vicepresidenta Carmen Calvo. Si no les aceptan agotar¨¢n sus 45 d¨ªas en Espa?a y buscar¨¢n una soluci¨®n para regularizarse. No creen que les concedan protecci¨®n internacional: corr¨ªan peligro en Libia, pero no en su pa¨ªs. ¡°Ahora tenemos muchas dudas¡±, explican. ¡°A¨²n necesitamos dormir, hablar con abogados y pensar qu¨¦ hacer. De momento, estamos vivos¡±.