S¨¢nchez ya hace promesas sobre pl¨¢tanos
El Gobierno se estrena en el Senado en su primera sesi¨®n de control y entra en la rutina parlamentaria, con las reclamaciones canarias y la alarma del PP por la unidad de Espa?a


A Pedro S¨¢nchez le han hecho esta tarde el pasillo en el pasillo del Senado que lleva al hemiciclo, como cuando el ganador de liga juega el siguiente partido en campo de un rival. As¨ª era, m¨¢s o menos, porque le aplaud¨ªan senadores socialistas, pero entre periodistas se o¨ªa un comentario sibilino: ¡°?Qu¨¦ falsos!¡±. Porque la mayor¨ªa est¨¢n ah¨ª de antes, eran del bando contrario a S¨¢nchez. Luego muchos fueron pasando a saludar a ministros y ministras. Daba cierta imagen de reverencia: como les quedaban m¨¢s altos, se apoyaban en el esca?o a la altura de la barbilla y les cog¨ªan las dos manos entre las suyas.
Era el estreno del Gobierno en el Parlamento en una sesi¨®n de control ¨Cen la que los ministros responden a preguntas concretas¨C y por azar del calendario ha ca¨ªdo primero en el Senado. El jefe del grupo del PSOE en la c¨¢mara alta, Ander Gil, se hab¨ªa puesto muy elegante y hac¨ªa de anfitri¨®n. Lo primero que descubrieron todos los ministros, sorteando la prensa con alivio, fue la sala del Gobierno, una suerte de espacio vip donde se pueden relajar hasta el inicio de la sesi¨®n. Habitaci¨®n 20031, donde aterriz¨® con asombrosa precisi¨®n el ministro de Ciencia, Pedro Duque, que para no haber ido nunca se sab¨ªa la trauectoria de memoria. Sac¨® a todos de all¨ª la musiquita minimalista que llama al pleno en el Senado, que en esta c¨¢mara es m¨¢s de Kraftwerk, el grupo tecno alem¨¢n de modos hier¨¢ticos, y quiz¨¢ S¨¢nchez se sinti¨® m¨¢s a su aire, porque es un se?or un poco Kraftwerk. Y ahora de presidente ya parece que se desliza como una presencia.
El l¨ªder del PSOE tuvo su primer cara a cara con el jefe de los populares, Jos¨¦ Manuel Barreiro, y ya pudo tomar la medida al Senado: es menos vertical que el Congreso, m¨¢s apaisado, y se presta a la discusi¨®n de bar, como a menudo hace el PP. Tambi¨¦n pudo comprobar que cuando en el PP aplauden son un mont¨®n de gente, mayor¨ªa absoluta para ser exactos. Enseguida empezaron los comentarios, las voces y, al final de la primera intervenci¨®n de S¨¢nchez, hasta abucheos. Aun as¨ª el PP estuvo suave, previsible, con temas fijos de repertorio: Catalu?a, ETA... Seguramente porque a¨²n est¨¢n desentrenados en hacer preguntas al Gobierno, todos estos a?os acostumbrados a evitarlas. O tambi¨¦n porque est¨¢n distra¨ªdos con las primarias y en tratarse como compa?eros, como ha pedido Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Hoy han formulado 7 de 19 preguntas. Pero, por turnos, los miembros del Gobierno tampoco se vieron en muchos aprietos. El nivel del Senado es el que es.
Ya en la segunda pregunta aparecieron las reclamaciones de Coalici¨®n Canaria y S¨¢nchez se vio all¨ª jurando sobre ¡°la adhesi¨®n del pl¨¢tano al sistema de compensaciones al transporte de mercanc¨ªas¡±, un cl¨¢sico parlamentario al que el resto de ciudadanos son felizmente ajenos. Es el tipo de cuestiones que constituyen el d¨ªa a d¨ªa de la pelea pol¨ªtica, la parte aburrida, m¨¢s all¨¢ de los golpes de efecto y las medidas estrella. Si S¨¢nchez ya est¨¢ haciendo promesas de pl¨¢tanos, es que su mandato ha quedado definitivamente inaugurado, entrando en la normalidad.
Con todo, cuando a la cuarta pregunta le toc¨® estrenarse a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, se congratul¨® de encontrar ¡°un Senado din¨¢mico, activo y absolutamente vivo¡±, dejando ver con candor que antes de hoy ten¨ªa la misma idea que el resto de los ciudadanos. Es decir, lo mismo pero en ant¨®nimos. Era entra?able comprobar que a los ministros todav¨ªa hoy, y siendo nuevos, el lugar les llegaba a parecer interesante. Y eso debieron de sentir los senadores que la aplaudieron y que, en un gesto de m¨¢s dudosa interpretaci¨®n, tambi¨¦n sonre¨ªan con cierta sorna.
Otra cosa que se vio es el entendimiento entre PNV y PSOE. El senador nacionalista Jokin Bildarratz se present¨® a S¨¢nchez dici¨¦ndole que con ¨¦l ¡°adem¨¢s de educaci¨®n, van a encontrar la mano tendida¡±. Le felicit¨® por la acogida del Aquarius y empatizaron mucho con la cuesti¨®n de los refugiados. Bildarratz luego se acerc¨® a saludar a la portavoz del Ejecutivo, Isabel Cela¨¢, tambi¨¦n vasca y veterana del Parlamento de Vitoria. Ambos estuvieron muy afectuosos, con cachetitos y continuos apretones en el antebrazo, tanto que parec¨ªa m¨¢s un reencuentro en el and¨¦n de una estaci¨®n que en el Senado. Pero lo que m¨¢s uni¨® a PNV y PSOE fue la hostilidad del PP, a quien le ha faltado tiempo para preguntar si habr¨¢ acercamiento de presos de ETA ¡°por lo que hayan prometido al PNV¡±. En los esca?os abertzales hac¨ªan aspavientos de hartazgo con quienes aprobaron los Presupuestos apenas el mes pasado. ¡°Espero que por tener poder no se cambien principios, por tener apoyos en la moci¨®n de censura se cambie la pol¨ªtica penitenciaria que signific¨® la derrota de ETA¡±, avis¨® el popular Jos¨¦ Cruz P¨¦rez. Tampoco estuvo mal Guillermo Mart¨ªnez, cuando clam¨® doliente ante la ministra de Hacienda: ¡°Espero que tenga grabado a sangre y fuego el concepto de unidad indisoluble de Espa?a¡±. Mar¨ªa Jes¨²s Montero consider¨® con buen criterio que no era el momento ni el lugar de exhibir tatuajes. Pero ese fue el repertorio de la bancada popular, la hoja de ruta de lo que se avecina.
El Senado fue m¨¢s bien un ensayo general de la primera sesi¨®n de control de ma?ana en el Congreso, que pasa por ser la de verdad, porque es por la ma?ana y sale en los informativos del mediod¨ªa. Pero S¨¢nchez, cada vez m¨¢s en su papel, ya sabore¨® el goce indiscutible de un privilegio del Gobierno en los debates parlamentarios, tener la ¨²ltima palabra. Y el PP experiment¨® la desaz¨®n de no tenerlo.
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