Una norma de Defensa discrimina a las mujeres con tatuajes
Una aspirante a militar, excluida de la oposici¨®n por un dibujo en el empeine, recurre a Margarita Robles
Estela Mart¨ªn, madrile?a de 30 a?os, es licenciada en Psicolog¨ªa y cumple todos los requisitos para ingresar en el Ej¨¦rcito espa?ol. Sin embargo, un obst¨¢culo insalvable se ha interpuesto entre ella y su vocaci¨®n: un tatuaje de solo siete cent¨ªmetros sobre su empeine derecho.
Cuando, el pasado 19 de junio, el presidente del tribunal la vio en ba?ador antes de realizar la prueba de nataci¨®n no tuvo ninguna duda: Estela no era apta para ser militar. Si llevara falda, el dibujo de la flor sobre su piel quedar¨ªa a la vista y ello contraviene la norma que proh¨ªbe lucir tatuajes ¡°que pudieran ser visibles vistiendo las diferentes modalidades de uniformes de las Fuerzas Armadas¡±. Ella se sinti¨® hundida y humillada. Hab¨ªa dejado su trabajo en un hospital para presentarse a la oposici¨®n a oficial del Cuerpo Militar de Sanidad y, a costa de consumir sus ahorros, llevaba dos a?os dedic¨¢ndose a prepararla.
Poco importa que muchos legionarios tengan hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro de su piel cubierto de tinta, como se puede apreciar cuando desfilan en Semana Santa. La norma solo se aplica a los aspirantes, no a los que ya est¨¢n en el Ej¨¦rcito, y los criterios no son los mismos para hombres que para mujeres.
Otra chica tambi¨¦n fue excluida de la oposici¨®n a la que se present¨® Estela por llevar un tatuaje en el pie, pero no dos muchachos, que los luc¨ªan en el tal¨®n de Aquiles y los gemelos. Seg¨²n le confes¨® el presidente del tribunal, los varones pod¨ªan llevar las piernas tatuadas del tobillo a las ingles sin problema, ya que se las cubren con los pantalones.
La normativa prev¨¦ que el uso de falda o pantal¨®n sea potestativo de las militares. Solo cuando portan uniforme de etiqueta deben vestir falda, calzar zapato negro de tac¨®n y llevar, aunque no es preceptivo, bolso negro. Pero en ese caso, aleg¨® Estela, el uniforme incluye medias negras, por lo que el tatuaje tampoco queda a la vista.
De nada valieron sus protestas. El presidente del tribunal, un teniente coronel, insisti¨® en que ¡°tu superior te puede obligar a llevar falda aunque t¨² no quieras¡± y le reconoci¨® que ¡°la superficie de piel libre de tatuajes exigible a una mujer es muy superior a la de un hombre¡±.
Estela present¨® un recurso que se solvent¨® una semana despu¨¦s: el presidente del tribunal, el mismo que la hab¨ªa excluido de las pruebas, la invit¨® a probarse un zapato de sal¨®n para comprobar que el tatuaje era visible. Ella no quiso hacerlo, ya que el calzado era de una talla inferior a la suya. Adujo que el trato que se le daba era discriminatorio y contrario al principio de igualdad. El teniente coronel la despach¨® aduciendo que ¡°no tiene la competencia para valorar dicho aspecto¡±, pese a que la convocatoria obligaba al ¨®rgano de selecci¨®n a velar ¡°por el estricto cumplimiento del principio de igualdad de oportunidades entre ambos sexos¡±. Y la inst¨® a recurrir ¡°ante instancias superiores¡±.
Estela lo ha hecho. Ha presentado un recurso de alzada ante la Subsecretar¨ªa de Defensa y ha dirigido un escrito a la ministra Margarita Robles en el que, en uso del derecho de petici¨®n, le pide que se le permita concluir los ex¨¢menes con el resto de aspirantes mientras se resuelve su recurso, aceptando que si este es finalmente rechazado se anular¨ªa su nota. Aduce que, si pierde esta convocatoria, ya no podr¨¢ volver a presentarse por superar el l¨ªmite de edad.
Fuentes de Defensa no han querido pronuciarse sobre el caso, pero han adelantado que "se va a estudiar detenidamente¡± y se aprovechar¨¢ para ¡°revisar la normativa sobre uniformidad y darle una interpretaci¨®n m¨¢s acorde a los tiempos¡±.
¡°Me gustar¨ªa comprender qu¨¦ utilidad tiene obligar a una militar a llevar falda y tacones, m¨¢s all¨¢ de mantener la imagen de mujer-objeto y dejar nuestras capacidades y competencias subordinadas al f¨ªsico¡±, se lamenta Estela.
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