El show de Corinna
La discreci¨®n de la examiga del rey em¨¦rito vuelve a saltar por los aires con la filtraci¨®n de las grabaciones del excomisario Villarejo, que ser¨¢n investigadas por la Audiencia Nacional
"?No teng¨¢is miedo!", exclam¨® el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco Varela en la catedral de la Almudena. Rouco se dirig¨ªa a Felipe de Borb¨®n y Letizia Ortiz. "El matrimonio y la familia aportan siempre un inestimable e imprescindible servicio para el bien de la sociedad y del hombre en general. Vuestro matrimonio os exige un plus de disponibilidad al servicio a Espa?a, absolutamente ¨²nico y singular. Comporta (¡) gravosos sacrificios y una entrega incesante al bien com¨²n de la sociedad espa?ola y de todos los espa?oles". Era el 22 de mayo de 2004, d¨ªa de boda real, tres meses despu¨¦s de que Juan Carlos de Borb¨®n conociese a Corinna zu Sayn-Wittgenstein y le encargase organizar la luna de miel de los enamorados.
Cuando se ruede la pel¨ªcula de los ¨²ltimos a?os del rey em¨¦rito, bien se podr¨ªa emular a Francis Ford Coppola y escuchar el discurso del religioso mientras se superponen las im¨¢genes de lo que hab¨ªa ocurrido semanas atr¨¢s en el mayor coto de caza de Espa?a, la finca de La Garganta (Ciudad Real), 15.000 hect¨¢reas del duque de Westminster. En ese lugar permanece sitiada una pedan¨ªa, El Horcajo, que vio en una ocasi¨®n como en una finca vecina, El Escorial, se cerraron todos los caminos y no se pudo entrar ni salir a la localidad: se quedaron fuera los invitados a unas bodas de plata y la propia alcaldesa. Seg¨²n denuncias de los ecologistas, La Garganta tambi¨¦n ha cerrado pasos p¨²blicos, ha cortado seg¨²n sus necesidades el agua y la luz y lleg¨® a cambiar la direcci¨®n de una autov¨ªa para que no atravesase la finca. Los pocos vecinos de El Horcajo, que lleg¨® a tener 7.000 habitantes, est¨¢n rodeados por las v¨ªas del AVE y alambradas que se prolongan 70 kil¨®metros para contener a los animales.
All¨ª a Juan Carlos de Borb¨®n, 66 a?os, le presentaron a la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, 39 a?os, que se aferraba al apellido de su segundo exmarido, el pr¨ªncipe Casimir, cuyo t¨ªtulo nobiliario se remonta al siglo XIV del Sacro Imperio Rom¨¢nico Germ¨¢nico. "Ocurri¨® en la cena que tuvo lugar despu¨¦s de una monter¨ªa", cuenta al otro lado del tel¨¦fono la escritora Pilar Urbano, autora de varios libros sobre la Casa Real, entre ellos La reina, muy de cerca (Planeta, 2008) una biograf¨ªa de Sof¨ªa de Grecia basada en conversaciones con ella. En esa cena, seg¨²n el relato de Urbano, Juan Carlos de Borb¨®n le pidi¨® a la anfitriona de la monter¨ªa que se sentase a su lado porque sospechaba que Corinna trataba de seducirlo. Con las horas termin¨® ofreci¨¦ndole negocios: no s¨®lo le pidi¨® que organizara la luna de miel de Felipe de Borb¨®n y Letizia Ortiz, sino que colocase a su yerno preferido, I?aki Urdangarin, en la Fundaci¨®n Laureus; Urdangarin envi¨® un CV a Corinna incluyendo su estado civil: "Casado con S.A.R. la infanta Do?a Cristina de Borb¨®n". Un a?o despu¨¦s aparecieron por esa finca los pr¨ªncipes Guillermo y Enrique con varios amigos a pasar la Nochevieja "dedicados a acabar con las provisiones de whisky de la comarca y a diezmar su fauna: el primer d¨ªa de su estancia, mataron 740 perdices, y el segundo pasaron ya a mayores, con una gran monter¨ªa de jabal¨ªes y ciervos", cont¨® el diario Hoy.
Desde 2004 los periodistas que segu¨ªan la actualidad de la Casa Real empezaron a escuchar que el rey ten¨ªa una nueva relaci¨®n especial. Durante ocho a?os el personaje p¨²blico m¨¢s famoso del pa¨ªs mantuvo una relaci¨®n con una ¡°amiga entra?able", como ella se llam¨® a s¨ª misma, sin que esa informaci¨®n trascendiese. S¨®lo el servicio de La Zarzuela y el privilegiado establishment cercano al monarca conoc¨ªa la relaci¨®n y trataba a Corinna, que lleg¨® a vivir en un pabell¨®n de El Pardo, con la servidumbre acostumbrada. Pero al contrario que en otras relaciones del monarca, con ¨¦l Corinna hac¨ªa viajes privados y tambi¨¦n oficiales, como cuando fue descubierta en 2006 compartiendo la alfombra roja con Juan Carlos de Borb¨®n en la recepci¨®n al rey en el aeropuerto de Stuttgart recibiendo honores militares. Y, sobre todo, hac¨ªa negocios. Para ella y, seg¨²n su versi¨®n al excomisario Villarejo, para el monarca. Tambi¨¦n, hab¨ªa dicho a?os antes, misiones "delicadas" para el Estado espa?ol que levantaron un esc¨¢ndalo pol¨ªtico y llevaron al director del CNI, F¨¦lix Sanz Rold¨¢n, que negoci¨® con ella para pedirle que dejase de conceder entrevistas cuando su nombre sali¨® a la luz, a dar explicaciones al Congreso.
El encuentro que mantuvieron Sanz Rold¨¢n y Corinna zu Sayn-Wittgenstein se produjo en el Hotel Connaught, en el coraz¨®n de Myfair, uno de los barrios m¨¢s elitistas de Londres. Seg¨²n ella, fue amenazada de muerte; el jefe de los esp¨ªas espa?oles comparecer¨¢ este jueves 26 en el Congreso para detallar la participaci¨®n del CNI en el caso. Ya lo hizo hace cinco a?os, el 19 de marzo de 2013, la primera vez que neg¨® cualquier vinculaci¨®n de los servicios de inteligencia espa?oles con Zu Sayn-Wittgenstein.
Entre Myfair, Belgravia (el exclusivo barrio donde tiene su residencia Corinna, en Eton Square) y Westminster transcurre el d¨ªa a d¨ªa de la princesa en la capital brit¨¢nica. En medio del tri¨¢ngulo que forman las tres zonas se encuentra Buckingham Palace. Durante varios meses, Corinna vivi¨® en una suite del Connaught mientras se reformaba su apartamento de Eton Square; el hotel alberga una de las estancias m¨¢s caras del mundo, The Apartament, que cuesta unos 18.000 euros la noche incluyendo mayordomo 24 horas. Si algo define ese edificio victoriano y en ello se emplea su personal, es la discreci¨®n. Y si algo defin¨ªa la vida de Corinna zu Sayn-Wittgenstein es, precisamente, la discreci¨®n con la que viv¨ªa en un universo de lujo prohibitivo que incluye, naturalmente, M¨®naco.
El mundo irreal
Desde el balc¨®n de su apartamento de la Avenue Princess Grace, Montecarlo, la princesa puede ver dos mares: uno azul y lleno de reflejos del sol, y otro azul¨ªsimo y mustio, sin yates ni veleros a lo lejos. El primero ba?a una de las bah¨ªas m¨¢s caras del mundo, el segundo oculta la nueva batalla que el Principado libra con el mar, gan¨¢ndole terreno gracias a una obra de 2.000 millones de euros pagada por constructores privados que luego dispondr¨¢n 60.000 metros cuadrados en los que levantar viviendas de lujo. En M¨®naco se va de cara.
La construcci¨®n ha obligado a fingir el Mediterr¨¢neo con una tela que se extiende varios kil¨®metros. De lejos parece el mar, pero al llegar all¨ª uno se siente Jim Carrey en El show de Truman cuando llegaba al final del mundo, que no era m¨¢s que el final de un mundo construido para ¨¦l. La vida de la princesa Corinna, como la de nadie en M¨®naco, no empieza ni acaba aqu¨ª. Pertenece a esa especie de multimillonarios cuyos movimientos migratorios atienden a razones fiscales: no se desplazan por el clima, sino por el tipo impositivo.
En Montecarlo vive en un edificio de 19 plantas construido en 1970 rodeado por concesionarios de Ferrari, McLaren y Rolls&Royce. El mi¨¦rcoles al mediod¨ªa, un modelo de este ¨²ltimo coche matr¨ªculado en Kazajist¨¢n bloqueaba la entrada. Cuatro porteros atienden en la recepci¨®n del edificio, situado en una calle en la que los precios de los apartamentos oscilan entre los 20 y los 50 millones de euros. Sobre Corinna, no saben, no hablan y no escuchan. "?Tiene cita con ella?", se limita a preguntar uno. El d¨ªa anterior la princesa alemana s¨ª hab¨ªa hablado a trav¨¦s de su nueva portavoz, Salamander Dauvodi, de la agencia Tancredi (los anteriores custodios de su reputaci¨®n, Schillings, la dejaron en oto?o de 2017 tras a?os de comunicaciones disparatadas, una de ellas a La Zarzuela para pedir que la Casa Real saliese p¨²blicamente a limpiar su imagen). Seg¨²n Dauvodi, su clienta se encuentra "en shock, muy afectada y extremadamente preocupada". Desconoc¨ªa estar siendo grabada, seg¨²n ella, cuando mantuvo en 2015 la conversaci¨®n con el excomisario Villarejo en la que cont¨® que el rey em¨¦rito Juan Carlos I la utilizaba como testaferro, manten¨ªa una fortuna oculta y hab¨ªa cobrado supuestamente una comisi¨®n millonaria por la obra del AVE a La Meca. Ahora la Audiencia Nacional ha abierto una pieza separada del caso T¨¢ndem que tiene a Villarejo en la c¨¢rcel para investigar el contenido de las conversaciones entre Corinna, Juan Villalonga (conseguidor del encuentro) y el propio excomisario.
"Montecarlo y Londres son dos ciudades que te convierten en invisible. Curioso, siendo Montecarlo m¨¢s peque?a que un pueblo. Pero nadie pregunta por nadie ni, sobre todo, se interesa por el origen de nada, menos a¨²n del dinero", dice Philippe, un inversor franco-espa?ol, en el bar del Hotel Metropole, uno de los lugares de culto de Corinna. En la carta del bar el gintonic m¨¢s barato cuesta 35 euros, un caf¨¦ 12 euros, una Coca-Cola 10. Puede pedirse una botella de whisky cuyo precio es de 10.000 euros. Philippe espera a gente para cenar en el restaurante que J?el Rebuchon, dos estrellas Michel¨ªn, tiene en el hotel. "Encontrarte con cierto tipo de personas cuesta mucho dinero. No est¨¢n en los aeropuertos porque vuelan en avi¨®n privado, no est¨¢n en restaurantes y hoteles porque tienen salas o alas reservadas para ellos, no hacen cola, no esperan como estoy esperando yo ahora. Viven en una especie de doble fondo; son indetectables, no llaman la atenci¨®n".
En ese mundo en el que Corinna se hizo a s¨ª misma, ella empez¨® a chirriar en 2012 como un tren que descarrila. "Mi reputaci¨®n se basa en la discreci¨®n, en el secreto", hab¨ªa dicho siempre. Hija del director europeo de la compa?¨ªa de aviaci¨®n brasile?a Varig, el dan¨¦s Finn B?nnig Larsen, y de la alemana Ingrid Sauerland, Corinna Larsen naci¨® en 1965. Como en tantos personajes que no pertenecen a la aristocracia pero terminan fundi¨¦ndose en ella, la revelaci¨®n de Corinna ocurri¨® pronto, en la adolescencia, y en el pa¨ªs que marcar¨ªa su vida, Espa?a. Fue en Marbella, lugar al que sol¨ªan viajar sus padres de vacaciones, donde Corinna decidi¨® que nunca volver¨ªa a separarse de los ricos y famosos. Algo que ella, despu¨¦s de ense?arle sus fotos en el Marbella Club, se lo neg¨® a la periodista Ana Romero: ella siempre fue parte de los ricos y famosos. La propia Romero, la periodista espa?ola que m¨¢s trato ha tenido con ella y que adelant¨® en El rey ante el espejo (La Esfera, 2017) la trama urdida por Villarejo, explica en su libro Final de partida con prolijos detalles el ascenso social de Corinna: hay dos p¨¢ginas en las que apenas cabe otra cosa que apellidos compuestos y t¨ªtulos largu¨ªsimos. En la vida de Corinna, dice la autora del libro a EL PA?S, aparecen personajes entrelazados los unos con los otros que constituyen un formidable fresco literario: herederos de la Mercedes, descendientes de Churchill, millonarios ¨¢rabes, paquistan¨ªes, duquesas, pr¨ªncipes, actrices de Hollywood, descendientes de Pushkin y de antiguos sirvientes de la familia del Zar Nicol¨¢s.
Cuando se instal¨® en Par¨ªs, acabados sus estudios de Relaciones Internacionales en Ginebra, Corinna Larsen comprendi¨® que en el mundo al que se dirig¨ªa sin credenciales aristocr¨¢ticas ni multimillonarias una val¨ªa lo que pesaba su agenda, y su agenda pesaba los apellidos que la conten¨ªan. Ponerlos en contacto, facilitar encuentros, organizar eventos, engrasar relaciones, hacer de interlocotura y traductora, ser la llave de un acuerdo. Para todo eso despeg¨® en 2000 en el oficio adecuado, empleada de la armer¨ªa Boss&Co organizando safaris; posteriormente, tras conocer al rey Juan Carlos, fund¨® Apollonia Associates, que seg¨²n su p¨¢gina oficial proporciona "asesoramiento estrat¨¦gico a clientes corporativos e institucionales en transacciones transfronterizas". Mucho antes, al llegar a la capital francesa a los 21 a?os, se hab¨ªa instalado en un apartamento diminuto pero extraordinariamente bien ubicado. "?Location, location, location!", suele decir. No cuesta imaginarla como el Eugene de Rastignac, el joven de Balzac que quer¨ªa entrar en la alta sociedad, subido a la monta?a en la que estaba el cementerio para poder ver Par¨ªs a los ojos y decirle: "Ahora t¨² y yo, ?cara a cara!".
Cuando Corinna zu Sayn-Wittgenstein conoci¨® al rey em¨¦rito ten¨ªa dos hijos y se hab¨ªa divorciado dos veces, recientemente del pr¨ªncipe Casimir, que se se casa este verano (y despojar¨¢ a Corinna de t¨ªtulo y apellido), y de Philip J. Adkins, un empresario que viaj¨® con Corinna y Juan Carlos de Borb¨®n al famoso safari de Botsuana. En esa cita Adkins se hizo amigo del rey. Con Adkins habl¨® Vanity Fair tras el accidente de Juan Carlos I ("[Corinna] no es una escaladora social, eso es rid¨ªculo. Es una mujer guap¨ªsima, siempre va bien vestida, tiene los mejores modales, la mejor educaci¨®n. Tiene una vida s¨²per interesante y es muy divertida. Es el tipo de mujer que cualquier hombre, incluyendo Ernest Hemingway, perseguir¨ªa") y hace unos d¨ªas, cuando se conocieron las grabaciones del excomisario Villarejo: "Es una soci¨®pata narcisista. No hay cirujano pl¨¢stico ni banquero que pueda cambiar eso. Corinna siempre ha estado muerta por dentro".
"Es una mujer que vive como una tragedia el paso del tiempo. Empieza a comprender que no volver¨¢ a a haber un rey en su vida. Le quedan 30 a?os que ser¨¢n decadencia f¨ªsica, como nos ocurre a todos. Y cuando has dependido tanto de tu belleza para conseguir lo que has conseguido, el tiempo se convierte en un drama", explica Romero, a la que el excomisario Villarejo acusa en las grabaciones de ser una ¡°agente doble¡± de los servicios de espionaje. "Aqu¨ª despachando con M, mi jefa en el MI6", respondi¨® ella en Twitter con una foto en el Museo de Cera con la superior de James Bond y los mensajes de "no al chantaje" y "no al periodismo cloaca".
El vodevil del tri¨¢ngulo real, que inclu¨ªa a la reina Sof¨ªa, era conocido por un c¨ªrculo exclusivo que segu¨ªa la m¨¢xima instaurada con la monarqu¨ªa de que no se informaba de la vida privada del rey. Ni siquiera cuando en 2010, a?o en el que Juan Carlos I crey¨® que iba a morir debido a un tumor que luego se supo benigno, Corinna abandon¨® la habitaci¨®n tras pasar con ¨¦l las horas m¨¢s crudas y baj¨® en un ascensor del Cl¨ªnic de Barcelona mientras por el otro, tras esperar a que se marchase ella, sub¨ªa la reina. Tampoco se hizo hincapi¨¦ en lo publicado por Pilar Eyre en enero de 2012, meses antes de la cacer¨ªa de Botsuana, en el libro La soledad de la reina (La Esfera): "Nosotros sab¨ªamos perfectamente por qu¨¦ la reina no quer¨ªa ir a Barcelona. Las razones se reduc¨ªan a una y ten¨ªan nombre de mujer: Corinne [sic]". Tampoco cuando en otra cacer¨ªa, seg¨²n cuenta Romero, un invitado hizo un comentario indiscreto al rey delante de su hija, la infanta Elena, que desencaden¨® que todos los hijos del monarca conociesen el grado de intimidad que ten¨ªa con su padre una mujer que aspiraba a suplantar poco a poco la figura de la reina. As¨ª se interpreta que en las fotos que Vanessa von Zitzewitz, esposa de Juan Villalonga, hace a Corinna para la portada de Hola en 2013, la alemana pose con el brazo a la altura de la cabeza ense?ando un fastuoso brazalete que unos definieron muy parecido a uno de la reina Victoria Eugenia, abuela del monarca, y otros, directamente, como el propio de Victoria Eugenia, aunque no lo era.
Todo empieza y acaba en Bostuana
Todo, de alguna manera, empieza y acaba en Botsuana. All¨ª se produce no s¨®lo la ca¨ªda de Juan Carlos de Borb¨®n (¡°Es un juguete roto, y los espa?oles, que son unos cobardes, quieren ahora arrastrarlo por el fango: matamos muy bien a los muertos¡±, dice a este diario el periodista Ra¨²l del Pozo). Corinna deton¨® algo a¨²n m¨¢s importante para la monarqu¨ªa que la discreci¨®n: los eufemismos. De repente, tras el accidente de Botsuana, no hab¨ªa forma de referirse a ella sin levantar sospecha. Mientras la prensa extranjera hablaba de "amante", en Espa?a s¨®lo Del Pozo se hab¨ªa referido a?os antes a "la novia alemana del rey" sin decir su nombre. La primera periodista que le puso nombre y apellidos en Espa?a fue M¨¢bel Galaz en EL PAIS al informar del accidente de Botsuana: "El Rey no renunciar¨¢ a esas amistades, que incluyen la estrecha relaci¨®n que desde hace a?os mantiene con la princesa alemana Corina Zu Sayn-Wittgenstein, empresaria y organizadora de safaris, que tambi¨¦n acompa?aba al monarca en la cacer¨ªa de Botsuana". A esto le sucedieron gui?os y sobreentendidos desesperados sobre la alemana. Visto el atasco, la propia Corinna sali¨® al rescate en una entrevista concedida a El Mundo: era una "amiga entra?able".
"Me educaron en lo que ten¨ªa que hacer, pero nunca me dijeron lo que no deb¨ªa hacer", dijo la infanta Cristina en medio del esc¨¢ndalo Noos. En Botsuana, el rey fue a abatir elefantes y, al caerse, arranc¨® el tel¨®n que mostr¨® uno mucho m¨¢s grande y peligroso dentro de una habitaci¨®n. Al que ya no hab¨ªa m¨¢s remedio que mirar.
"Felipe VI es un rey sin mito, y Juan Carlos I, que lo ten¨ªa, se est¨¢ quedando sin ¨¦l", dice Javier del Rey, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense. "La desmitificaci¨®n de su padre deja al rey en la estacada. ?Hace bien la Casa Real en mantener silencio? S¨ª, si no tiene capacidad de desmentir de forma efectiva la informaci¨®n que circula. Si se produce un esc¨¢ndalo en una instituci¨®n debe valorarse mucho una respuesta, porque ¨¦sta puede volverse en contra".
En las zonas comunes del Connaught, segunda residencia de Corinna zu Sayn-Wittgenstein en Londres, una persona trabaja en cada ba?o con una misi¨®n: abrir el grifo si el cliente quiere lavarse las manos, extender el jab¨®n y ofrecer la toalla con la que secarse. "El problema de todo esto, como siempre", dice un antiguo cliente del hotel, "es que cuando sale uno del Connaught, tiene que lavarse las manos por s¨ª mismo".
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