Qu¨¦ fue de los rescatados por el ¡®Aquarius¡¯
La mayor¨ªa de los 630 desembarcados por el buque en Valencia hace casi 45 d¨ªas ha iniciado los tr¨¢mites para pedir asilo y se concentra en aprender castellano
"S¨¦ que para los argelinos es dif¨ªcil regularizarse en Espa?a, pero mi abogado me ha dicho que nuestro caso es especial". El caso al que se refiere este hombre de 33 a?os es el Aquarius, el buque de rescate recibido en Espa?a el 17 de junio ante 600 periodistas y la atenta mirada de una Europa que azuza la pol¨ªtica de puertos cerrados. Es pronto para aventurar si ese migrante argelino conseguir¨¢ el asilo o podr¨¢ regularizarse por otras v¨ªas en Espa?a, pero su abogado tiene raz¨®n: su caso (y el de los 629 que viajaban con ¨¦l) es excepcional.
Las autoridades y servicios de acogida lidian con la llegada de casi 21.000 personas a las costas espa?olas en lo que va de a?o: decenas de migrantes han tenido que dormir en los ¨²ltimos d¨ªas en la cubierta de los buques de Salvamento Mar¨ªtimo por falta de camas. Esa situaci¨®n contrasta con la de los 630 rescatados por el Aquarius, que ya han iniciado sus demandas de protecci¨®n internacional y viven en pisos o centros de ONG repartidos por toda Espa?a. Superados los controles m¨¦dicos y el papeleo inicial, pueden dedicarse a aprender castellano y tratan de perfilar su futuro en Espa?a.
El Gobierno de Pedro S¨¢nchez, en una sonora llamada de atenci¨®n a la Uni¨®n Europea, los acogi¨® por razones humanitarias, pero tambi¨¦n les dio prioridad en los tr¨¢mites y en el sistema de acogida. "En Valencia, si hoy se pide cita para solicitar asilo hay que esperar hasta febrero o marzo", mantiene Jaume Dur¨¢, coordinador territorial de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR). Esta ONG subraya que el caso expone a las claras que la realidad migratoria en Espa?a no es la del Aquarius. Pero a la vez insiste en una lectura positiva: "Esta experiencia tiene que servir para poner en evidencia que con protocolos y organizaci¨®n las cosas pueden hacerse bien y las llegadas pueden gestionarse de una manera mucho m¨¢s garantista", defiende su secretaria general, Estrella Gal¨¢n.
El 1 de agosto se cumplen 45 d¨ªas del desembarco del buque en el puerto de Valencia. Es el plazo de residencia legal que el Gobierno les concedi¨® para que pudiesen recuperarse y regularizar su situaci¨®n. La fecha no cambiar¨¢ mucho sus vidas; los abogados que les asisten dan por hecho que sus solicitudes de protecci¨®n internacional ser¨¢n admitidas a tr¨¢mite, por lo que su permiso de residencia se prorrogar¨¢ autom¨¢ticamente hasta que se resuelva su expediente (un proceso que puede dilatarse dos a?os). Adem¨¢s, cumplidos seis meses desde que hicieron la entrevista que inicia el proceso, tendr¨¢n derecho a trabajar. Se aplic¨® la misma pol¨ªtica a los 60 rescatados por el Open Arms que atrac¨® en Barcelona el 4 de julio. A ellos, por ser un grupo menor y m¨¢s f¨¢cil de gestionar, se les concedi¨® un permiso de 30 d¨ªas. Muchos de ellos ya han iniciado su demanda de protecci¨®n internacional para quedarse en Espa?a.
Francia cumpli¨® con lo prometido y ha garantizado el asilo a 80 de los 630 rescatados. El gesto pol¨ªtico de S¨¢nchez y la atenci¨®n medi¨¢tica, sin embargo, resta puntos a los migrantes para relacionarse. En sus paseos por Valencia, el grupo de argelinos evita las referencias al rescate. "Si a las chicas les dices que viniste en el Aquarius te rechazan. Ahora les digo que soy turista, que vengo de Francia", cuenta Ahmed.
La acogida es muy diferente en funci¨®n del perfil de cada cu¨¢l. A petici¨®n de las asociaciones responsables por sus casos, varios de los nombres que figuran en este reportaje son ficticios o se usan solamente sus iniciales.
Peque?os adultos
Los ni?os que llegaron en solitario en el Aquarius han supuesto un desaf¨ªo para las autoridades valencianas antes de que se bajaran del barco. La red de acogida auton¨®mica no ten¨ªa plazas para tantos: se habilit¨® un albergue juvenil en Alicante para hospedarlos. Desde hace unos d¨ªas, ocupan un nuevo centro donde vivir¨¢n hasta que cumplan la mayor¨ªa de edad y dejen de depender de la Administraci¨®n. Casi 45 d¨ªas despu¨¦s de su desembarco, la atenci¨®n psicol¨®gica a¨²n se considera de emergencia. "Hasta ahora hemos tratado los aspectos b¨¢sicos de su llegada. M¨¢s adelante podremos trabajar en los traumas que arrastran desde sus pa¨ªses de origen y en su integraci¨®n", explica una de las psic¨®logas.
Abdul, de 16 a?os, usa frases de lo m¨¢s cortante para hilar su historia y clava los ojos en su interlocutor para asegurarse de que est¨¢ escribiendo. No escatima en los detalles desde que comenz¨® su huida de Sierra Leona. Quiere que todo el mundo sepa por qu¨¦ apenas sonr¨ªe. Recuerda el nombre de cada uno de los tres pueblos en los que fue raptado, el momento en el que el grupo con el que viajaba decidi¨® empezar a beber su propia orina para sobrevivir en el desierto, rememora a su amigo muerto por el camino. Tambi¨¦n la fecha en la que se embarc¨® en Libia en una noche de tormenta: "Pasamos 24 horas en el mar achicando agua. Cuando el Aquarius lleg¨® estaba casi muerto". Quiere ser electricista. Pero matiza: "Si me ayudan, quiero ir a la universidad. Quiero estudiar tecnolog¨ªa de la informaci¨®n".
En un principio, se contaron a bordo 124 menores no acompa?ados, pero en unas semanas el n¨²mero cay¨® a 77. Las pruebas m¨¦dicas para calcular la edad ¡ªcuestionadas por su margen de error¡ª determinaron que 47 de ellos ya eran adultos. Mohamed, un joven menudo de Guinea-Bissau, es uno de los que se separ¨® del grupo tras las pruebas. Ya est¨¢ en Valencia junto a los adultos y quiere aprender castellano lo antes posible para convertirse en periodista. "Me gustar¨ªa contar las historias de los otros", explica. Es uno de los pocos que a¨²n no ha hecho la entrevista necesaria para solicitar protecci¨®n internacional. Todos los tr¨¢mites que hizo como ni?o, a pesar de tener 22 a?os, no le valen. "Me declar¨¦ menor porque la polic¨ªa me hizo muchas preguntas y me asust¨¦", relata. En el extremo opuesto est¨¢ un subsahariano que lleva casi 45 d¨ªas sosteniendo que tiene 19 a?os, aunque confiesa a este peri¨®dico que es menor. "Nadie lo sabe", asegura. Dice que prefiere tener vida de adulto.
Los magreb¨ªes que no quer¨ªan ir a Espa?a.
El d¨ªa que el presidente Pedro S¨¢nchez anunci¨® que Valencia abrir¨ªa su puerto al Aquarius, los 43 argelinos y 11 marroqu¨ªes a bordo pasaron de la euforia a la preocupaci¨®n. Se imaginaron repatriados, como les ocurre a muchos de sus compatriotas por los acuerdos migratorios de Espa?a con esos pa¨ªses. Yacine, un programador inform¨¢tico argelino, agarr¨® su bolsa de viaje reci¨¦n comprada y a los dos d¨ªas de desembarcar se march¨® a Francia, donde su hermana tiene una panader¨ªa. Cuenta que trabaja mucho y que espera regularizarse. En estos 45 d¨ªas ha perdido a un amigo argelino en las aguas de Libia. Se ahog¨® intentando alcanzar Europa. "Le dije que no viniese, pero no me hizo caso", lamenta. Otros dos amigos de Yacine, con familiares en Francia, tambi¨¦n se han marchado por su cuenta. Son algunos de los casi 70 rescatados a los que las autoridades han perdido la pista.
Salim, el argelino de 33 a?os que aparece en el arranque de este reportaje y al que su abogado le dice que su caso es especial, resiste. Ha pedido protecci¨®n internacional: prefiere morir a volver a Argelia. "No quiero irme. Voy a aprender espa?ol y a trabajar como peluquero", escribe en ¨¢rabe en el traductor autom¨¢tico del ordenador. Si finalmente no obtiene los papeles que le permitan vivir y trabajar legalmente en Espa?a, Salim, como otros dos argelinos que se unen a la conversaci¨®n, buscar¨¢ otro destino europeo. Todos residen en un hostal valenciano alquilado por una ONG que hospeda a 39 rescatados.
Mujer sola, con el coraz¨®n dividido
O. B. tiene 28 a?os y huy¨® de Nigeria en 2016 para no convertirse en v¨ªctima del grupo terrorista Boko Haran. Lleg¨® a Libia con su marido en busca de trabajo, pero una tarde fue al supermercado y no volvi¨®, relata en el Centro de Acogida del Refugiado de Mislata, un municipio a siete kil¨®metros del centro de Valencia. Pas¨® tres semanas en prisi¨®n hasta que su familia pag¨® un rescate, pero al regresar a casa su marido ya no estaba. Hab¨ªa partido en un bote hacia Italia. "No le culpo. Ten¨ªa que salir de all¨ª", defiende. Recibe clases diarias de castellano y en cuanto se maneje con el idioma pretende apuntarse a un curso de cocina. "Me gustar¨ªa aprender las especialidades de aqu¨ª, quiero trabajar en un restaurante", asegura. Su marido, mientras tanto, est¨¢ empleado ilegalmente en Roma como electricista. "Estaremos juntos en cuanto consiga mis papeles", suspira.
La camerunesa Jessica vive en un piso cerca de la playa en Valencia junto a ocho nigerianas. Sin ni?os. Cuenta por tel¨¦fono que reciben atenci¨®n psicol¨®gica ¡ªlos abusos sexuales contra los migrantes de ambos sexos, los malos tratos y el trauma son comunes¡ª y legal. A¨²n recuerda el p¨¢nico que la invadi¨® al llegar a la entrevista para pedir el estatuto de refugiada. Frente a ella, un polic¨ªa uniformado. "Solo me tranquilic¨¦ cuando me dijo que no est¨¢bamos en Libia", cuenta sobre aquel agente al que le relat¨® la historia del viaje desde su patria, por Argelia y Libia, hasta que fue localizada en una patera.
J¨®venes amos de casa
"Estamos aprendiendo espa?ol porque sin el idioma no ser¨¢ f¨¢cil en este pa¨ªs", asegura en ingl¨¦s Mechi en el apartamento de dos habitaciones que comparte con otros tres migrantes del Aquarius, un compatriota nigeriano y dos de Costa de Marfil. Varones en la veintena, viven en un barrio popular de Madrid, adonde fueron trasladados tras la acogida inicial. Pasan muchas horas muertas que dedican a trastear en los m¨®viles que les dio la ONG que les acoge. Ellos mismos cocinan lo que compran y siempre guardan el tique porque recibir dinero de bolsillo requiere justificar con facturas los gastos. Todos han pasado por el m¨¦dico. El ¨²nico que arrastra un problema f¨ªsico grave es Odion, que explica que tiene una herida de bala mal curada que le duele.
Otro de los rescatados, M. A., que huy¨® de Darfur, tiene 23 a?os y ya entiende preguntas b¨¢sicas en castellano. Responde con los brazos cruzados, como si se protegiese, pero sonr¨ªe. "Lo m¨¢s interesante de estos d¨ªas es que he conocido a personas de otros pa¨ªses como Siria, Venezuela, Ucrania, Marruecos, Argelia, Espa?a...", dice de sus compa?eros de Mislata. En 45 d¨ªas solo ha hablado una vez con su familia porque viven en una zona rural sin tel¨¦fono. "En Espa?a ha sido la primera vez que he podido llamarlos despu¨¦s de un a?o y medio de ruta", cuenta. "En Espa?a, tambi¨¦n he descubierto lo bien que se siente uno cuando le quieren y le respetan". A la salida del centro, un joven de Chad sentado en una barandilla se retira los auriculares para mostrar orgulloso lo que est¨¢ escuchando: el noticiario de las ocho de una emisora local.
Una sola ONG frente a Libia y Salvini
El barco Open Arms patrulla frente a Libia en soledad. "Estamos de vuelta a la zona de rescate. No desistiremos mientras tantas vidas naufragan invisibles en este mar convertido en fosa com¨²n de los m¨¢s pobres", tuiteaban este jueves. Desde hace cuatro semanas es la ¨²nica embarcaci¨®n de una ONG que busca migrantes en esa ¨¢rea aunque en este periodo la pol¨ªtica de puertos cerrados de Italia y Malta le ha obligado a realizar dos largas traves¨ªas hasta Espa?a para desembarcar a los migrantes rescatados. El ¨²ltimo era una mujer, la camerunesa Josefa, que seg¨²n la ONG fue abandonada por una patrullera libia.
Mientras, el Aquarius est¨¢ amarrado en Marsella (Francia), donde se prepara para zarpar a primeros de agosto hacia la zona donde se concentra las pateras que salen de Libia hacia Italia. "Desde nuestro ¨²ltimo rescate, el 9 de junio, m¨¢s de 600 personas han muerto en el Mediterr¨¢neo central con una presencia m¨ªnima de las ONG en la medida en que ha continuado la criminalizaci¨®n y obstrucci¨®n de nuestra tarea de salvar vidas", recuerda Aloys Vimard, coordinador de MSF en Aquarius. Una cifra que supone algo menos de la mitad de todos los ahogados en 2018.
El barco ha sido sometido a diversas mejoras t¨¦cnicas para afrontar mejor traves¨ªas largas y los equipos han reevaluado su modo de operar para ¡°definir una estrategia adaptada a un contexto que ha cambiado completamente¡±, declara Nicola Stalla, coordinador de rescates del barco de SOS Mediterran¨¦e y MSF. Se han reunido con las partes implicadas adem¨¢s de ¡°trabajar en el aspecto legal para estar mejor preparados para afrontar de nuevo una campa?a irresponsable de ataque a las ONG contra las que no se ha probado ninguna mala conducta hasta ahora¡±.
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