El caso del jefe de polic¨ªa que se escondi¨® del alcohol¨ªmetro y evit¨® su juicio durante 18 a?os
Dolores Ruiz cuenta las vicisitudes vividas desde que el oficial jefe de Sanl¨²car embistiese su coche cuando estaba parada en su sem¨¢foro
La historia de Dolores Ruiz, gaditana de 64 a?os, es una antolog¨ªa de la impotencia. El resumen de una batalla ¡°contra poderosos¡± que ha acabado, cuenta Dolores a EL PA?S, ¡°destrozando mi vida y la de mi familia; hasta mi matrimonio se perdi¨®¡±. El d¨ªa que se suspendi¨® por octava vez el juicio de su accidente de tr¨¢fico, que le dej¨® serias secuelas, Dolores cay¨® al suelo desplomada, inconsciente, y el juez tuvo que llamar a una ambulancia. Se qued¨® sin habla, no recuerda nada de ese d¨ªa y en ocasiones le acecha la amnesia. 20 a?os despu¨¦s, el Consejo del Poder Judicial le ha dado la raz¨®n y censurado lo ocurrido en su caso.?
El d¨ªa que se suspendi¨® el juicio de su accidente de tr¨¢fico por octava vez, Dolores Ruiz cay¨® al suelo desplomada en los juzgados de C¨¢diz
La vida de Dolores Ruiz era la de una oficial de cocina feliz con su trabajo y sus hijos hasta la "aciaga noche del 4 de septiembre de 1998¡±, cuando el entonces jefe de la Polic¨ªa Local de Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz), Antonio Coronilla, embisti¨® por detr¨¢s su coche. Ella, de copiloto, y su marido, al volante, estaban detenidos en un sem¨¢foro de la avenida de la Constituci¨®n de Sanl¨²car, recta y de amplia visibilidad. Delante de ellos, eran cerca de las 12 de la noche, ten¨ªan dos coches y una moto, tambi¨¦n parados ante el sem¨¢foro; y ven¨ªan de recoger a una hija de once a?os que hab¨ªa estado en casa de amigas en una fiesta del pijama. ¡°Y de pronto o¨ª plofff, parec¨ªa como una bomba, y mi cabeza se balance¨® dos veces, como los mu?ecos esos que ponen en los coches de las pruebas de accidentes de la tele¡±.
Del veh¨ªculo, propiedad del Ayuntamiento de Sanl¨²car (municipio de 68.000 habitantes, a orillas de la desembocadura del r¨ªo Guadalquivir), se baj¨® un hombre al que su marido pronto reconoci¨® como el jefe de la polic¨ªa local. ¡°Ten¨ªa voz aplomada y echaba un fuerte olor a alcohol", describe Dolores Ruiz. ¡°Me dol¨ªa todo el cuerpo; de hecho sufr¨ª graves da?os en tres v¨¦rtebras¡±. De aquello han pasado hoy 20 a?os y Dolores mantiene intacta su rabia. "Mi familia ha sufrido mucho, hasta mi hija se siente culpable y cay¨® enferma porque aquel d¨ªa ¨ªbamos en el coche para recogerla a ella", detalla.
El oficial jefe ¡°ten¨ªa la voz aplomada y echaba un fuerte olor a alcohol; hasta mi hijo not¨® el pestazo a cerveza", se?ala
Su exigencia esa noche a la polic¨ªa para que le hicieran la prueba del alcohol¨ªmetro al oficial jefe? Coronilla fue obviada. Los subordinados del jefe policial no solo esquivaron hac¨¦rsela, sino que, en concreto el segundo al mando, el suboficial jefe, Ildefonso Venzala, ¡°habl¨® esa noche con mi marido hasta en cuatro ocasiones para convencerle, y lo consigui¨®, de que quit¨¢semos de la denuncia mi exigencia de que le hicieran la prueba de alcoholemia¡±. ¡°Tiene hijos, y esto puede perjudicarle en su carrera¡±, dice Dolores que le dec¨ªa una y otra vez Venzala a su marido. Lo cierto es que nunca lleg¨® a hac¨¦rsela ni nadie, como debe hacerse en estos casos, le oblig¨®.
La amargura de Dolores Ruiz, que guarda todo el sumario en cuatro enormes cajas, tiene otra raz¨®n a?adida. Ha tenido que esperar 18 a?os para obtener la sentencia definitiva del juicio de su accidente, que la mantuvo de baja 172 d¨ªas. Y de resultas de aquello la Seguridad Social acab¨® d¨¢ndole la invalidez parcial: sus cervicales quedaron muy da?adas. Han sido 18 a?os de abogados y gastos que le han supuesto ¡°m¨¢s de 80.000 euros¡±. A?os en los que ha sufrido viendo como los papeles judiciales tardaban meses o a?os en moverse de una estanter¨ªa a otra. Y c¨®mo se fijaban fechas para juicios que a ¨²ltima hora se suspend¨ªan por errores de tramitaci¨®n o porque ¡°tal o cual abogado dec¨ªa que no se le hab¨ªa notificado un papel, o faltaba un testigo, o se anulaba lo ya hecho¡±, se encrespa Dolores. Y los a?os segu¨ªan pasando. La ira de Dolores se convierte reiteradamente en l¨¢grimas en su conversaci¨®n con este peri¨®dico.?
A la fiscal se le olvid¨® el juicio
La ¨²ltima vez que se suspendi¨® el juicio en C¨¢diz, ya era la octava. Dolores no aguant¨® m¨¢s, se mare¨® y hubo que llamar a una ambulancia. Por entonces hab¨ªan pasado 12 a?os desde el accidente, por lo que el juez de lo penal de C¨¢diz no quiso suspender de nuevo la vista. Con anterioridad la suspendi¨® varias veces por matices procesales. Esta vez, el motivo era que a la fiscal se le olvid¨® ir a la vista. Y el juez inici¨® el juicio sin ella, que finalmente se incorpor¨® una hora tarde.
Entre el juez y la fiscal hubo momentos de gran tensi¨®n. Recuerda Juan Rivas, el abogado de Dolores Ruiz, que la fiscal fue buscada sobre la marcha por sus superiores, pero que ni era la encargada del caso ni, l¨®gicamente, se lo ten¨ªa preparado. La Audiencia Provincial de C¨¢diz orden¨® repetirlo meses despu¨¦s precisamente por la ausencia de la fiscal. Y asumi¨® el enjuiciamiento de los dos jefes policiales de Sanl¨²car, que acabaron con condenas casi simb¨®licas.
Desde aquella misma noche del 4 de septiembre de 1998, fecha del accidente, Dolores crey¨® ver ¡°manos oscuras, primero policiales y m¨¢s tarde judiciales y fiscales, que trataban de tapar al jefe policial de Sanl¨²car¡±, asegura.
La noche del accidente, condolida, Dolores Ruiz fue llevada al hospital, pero no cej¨® en su empe?o de pedir que Coronilla fuese sometido al alcohol¨ªmetro. ¡°Hasta mi hijo oli¨® el pestazo a cerveza que llevaba cuando casi sin habla trataba de rellenar un parte voluntario de accidente¡±, afirma Dolores. Su deseo fue est¨¦ril. Lo m¨¢ximo que logr¨® es que el suboficial llamase al jefe a casa indic¨¢ndole que la v¨ªctima insist¨ªa en que se hiciese la prueba del alcohol. ¡°Ma?ana por la ma?ana ir¨¦ a declarar¡±, respondi¨® Coronilla a su subordinado desde casa. Y no apareci¨®. ¡°Hasta en cuatro ocasiones, tras hablar en privado el suboficial con ¨¦l, vino mi marido pidi¨¦ndome que retirara eso de la denuncia y dici¨¦ndome que si lo manten¨ªa pod¨ªan hacernos la vida imposible; me dol¨ªa todo el cuerpo, me hart¨¦ y le dije, haz lo que quieras¡¡±, rememora.
¡°Todo el mundo pareci¨® conchabarse contra m¨ª, incluso mi primer abogado¡¡±, cuenta entre llantos Dolores. ¡°Los a?os pasaban y no me informaba de nada¡¡±. ¡°Mover un papel desde el juzgado de Sanl¨²car hasta el de lo penal de C¨¢diz, donde deb¨ªa celebrarse el juicio, por ejemplo, eran seis meses para llegar all¨ª el papel y otros seis para la vuelta, y as¨ª iban pasaban los meses y los a?os; y yo con problemas en las v¨¦rtebras que no me pueden operar¡±.
La definitiva vista oral se celebr¨® los d¨ªas 11 y 12 de marzo de 2015, pero no en el Juzgado de lo Penal 2, el previamente fijado. La Audiencia de C¨¢diz opt¨® por asumir el asunto y enjuiciarlo ella misma. Pero ya hab¨ªan pasado 17 a?os, y a¨²n quedaba el recurso al Tribunal Supremo. La Audiencia conden¨® al jefe y al subjefe, pero a penas m¨ªnimas tras reducirles la condena en dos grados precisamente por atenuantes derivadas de la tardanza en celebrarse el juicio.
A 504 euros de multa conden¨® al oficial jefe y a indemnizar a Dolores en 14.800 euros (que paga el seguro), por no someterse a la prueba de alcohol; y a 45 d¨ªas de inhabilitaci¨®n al suboficial Venzala, por no cumplir con su obligaci¨®n de obligar a su jefe a hacerse la prueba de alcoholemia. Coronilla se benefici¨® incluso de la supresi¨®n del C¨®digo Penal, en 2015, de la falta de lesiones que se le atribuy¨® en el inicio de la causa. El Supremo confirm¨® la sentencia en abril de 2016.
El Poder Judicial censura la tardanza
Si la sentencia se hubiese ejecutado en su momento, el suboficial habr¨ªa perdido autom¨¢ticamente su puesto porque eso acarrea una pena de inhabilitaci¨®n, se?ala Rivas, pero pidi¨® un indulto y logr¨® que los jueces dejaran en suspenso esa pena para ganar tiempo y prejubilarse, con la pensi¨®n intacta, antes de que el indulto le llegase, como sucedi¨®, denegado. El oficial jefe Coronilla dej¨® el Ayuntamiento dos a?os despu¨¦s y hoy ocupa un alto cargo en la Polic¨ªa Nacional de C¨¢diz. ¡°A estos dos polic¨ªas les ha salido gratis todo este asunto¡±, confiesa el abogado de Dolores Ruiz, Juan Rivas.
Dolores Ruiz ha denunciado todo lo ocurrido ante el Ministerio de Justicia, al que reclama una indemnizaci¨®n de 150.000 euros por da?os y perjuicios derivados del mal funcionamiento de la justicia. El Consejo del Poder Judicial, al que el Ministerio ha pedido un informe, entiende que efectivamente todo funcion¨® mal y que Dolores debe ser indemnizada, aunque advierte de que es competencia del ministerio fijar la cuant¨ªa. La demora es "a todas luces excesiva atendiendo su objeto y que [el asunto] no presentaba especial complejidad (...) ni en la instrucci¨®n ni en la calificaci¨®n de los hechos¡±, censura el Poder Judicial en un informe al que ha tenido acceso EL PA?S. "Se ha producido un funcionamiento anormal de la Administraci¨®n de Justicia", zanja. Pero este asunto tardar¨¢ aun muchos meses en resolverse; los a?os, pues, siguen y la impotencia de Dolores Ruiz perdura.?
In¨¦dita demora
El de Dolores Ruiz es un caso in¨¦dito. Fuentes judiciales no recuerdan una demora de esta envergadura en un asunto que carece ¡°de la menor complejidad¡±. Estos medios ven ¡°¨¢nimos dilatorios¡± como arma de impunidad en este proceso. Ni siquiera el Consejo del Poder Judicial, que recientemente ha analizado el caso de Dolores Ruiz, d¨¢ndole la raz¨®n, acierta a entender que un juicio pueda tardar tantos a?os en resolverse, 17. Tampoco entendi¨® tanta demora la Audiencia Provincial de C¨¢diz cuando, tras varias suspensiones en los juzgados inferiores, se tuvo que atribuir la causa para enjuiciarla, 17 a?os despu¨¦s. Pero aun faltaba otro a?o m¨¢s (18) en el Tribunal Supremo.
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