Vandalismo grafitero en Madrid y Barcelona
Grupos organizados de j¨®venes causan da?os en los metros de ambas ciudades y protagonizan agresiones a pasajeros y vigilantes
Domingo, 3.48 de la madrugada. Estaci¨®n de Maragall, l¨ªnea 4 del metro de Barcelona. 34 grafiteros asaltan un convoy y, en cuesti¨®n de segundos, comienzan a pintar los vagones. Est¨¢n organizados al mil¨ªmetro. Una mujer embarazada y dos pasajeros m¨¢s se encaran con los v¨¢ndalos. Los grafiteros responden violentamente y uno de ellos roc¨ªa la cara de la mujer con un bote de pintura. Cuando los vigilantes de Transportes de Metropolitanos de Barcelona (TMB) llegan a la estaci¨®n, en minutos, los 34 emprenden la huida. El tren sufre da?os valorados en m¨¢s de 10.000 euros. Los tres pasajeros tienen que ser atendidos por los servicios sanitarios. Solo uno de los grafiteros, de 25 a?os, fue retenido y puesto a disposici¨®n de los Mossos.
El fen¨®meno de los grafiteros ferroviarios violentos no es patrimonio exclusivo de la capital catalana. Durante el puente de Todos los Santos, el metro de Madrid ha sufrido cinco ataques a convoyes. La madrugada del mi¨¦rcoles al jueves, un grupo de grafiteros oblig¨® a un conductor de la l¨ªnea 12 a que trasladara el tren a una zona m¨¢s visible para poder hacer ¡°mejor¡± una pintada. Una exigencia que provoc¨® una crisis de ansiedad al conductor. Casi a la misma hora, un vigilante de seguridad detectaba a unos individuos pintando en la estaci¨®n de la Casa de Campo. El guardia intent¨® grabar a los gamberros y estos acabaron pint¨¢ndole la cara.
El pasado viernes, 15 joven tiraron del freno de emergencia de un convoy cuando circulaba por la estaci¨®n Marqu¨¦s de Vadillo. En minutos, pintaron cinco vagones. Esa misma noche, a las 21.45, hubo otro asalto masivo en la estaci¨®n de Las Rosas, donde medio centenar de grafiteros pintaron una distancia de 700 metros de vagones situados en el estacionamiento del final de la l¨ªnea. Los vigilantes llamaron a la Polic¨ªa Nacional, que intent¨® acorralar a los gamberros. Al verse aprisionados, los grafiteros rociaron las caras de dos agentes, que necesitaron ser atendidos por los servicios sanitarios. Solo un joven de 20 a?os y origen paquistan¨ª fue arrestado. El resto consigui¨® huir de la zona. Solo en esa intervenci¨®n decomisaron m¨¢s de 250 botes de pintura para hacer grafitis. La madrugada del domingo, la l¨ªnea 7 del metro de Madrid sufri¨® otro ataque en la estaci¨®n de Hospital del Henares. Los atacantes pintaron 18 metros de uno de los convoyes.
¡°Antes, cuando un grafitero se ve¨ªa sorprendido, sal¨ªa corriendo. Ahora van preparados con barras de hierro y responden con violencia¡±, lamenta el responsable de seguridad y protecci¨®n civil de TMB, Ricardo Ortega. El directivo asegura que es momento de buscar una soluci¨®n y ¡°no perder el tiempo con debates est¨¦riles sobre si lo que hacen estos individuos es arte o no¡±. En 2017 se produjeron 531 actos vand¨¢licos consumados en el Metro de Barcelona. En lo que llevamos de 2018 ya son 465. ¡°Cada d¨ªa hay muchas tentativas que conseguimos frenar y que acaban con puertas rotas, butrones en muros, anulaciones de sistemas de seguridad... acciones que est¨¢n a la sombra de la estad¨ªstica¡±, lamenta. ¡°Los grafiteros ponen por encima de todo su ego y no dudan en jugarse la vida y la de terceros. Utilizan la violencia. Esto no es arte. Es un hecho delictivo. De hecho, tenemos algunas sentencias que les condenan por da?os y que incluso les proh¨ªben a acceder al transporte p¨²blico durante unos meses, como ya sucede con los carteristas¡±, advierte Ortega.
El responsable de seguridad afirma que los gastos provocados por los grafiteros son complicados de cuantificar, aunque el Observatorio del Civismo del Transporte Ferroviario de Espa?a calcul¨® que, en 2015 y 2016, todos los operadores del Estado gastaron 63 millones.¡°La inercia actual nos intranquiliza. Es gente que tiene sus acciones muy ensayadas. Lo peor es cuando nuestros empleados u otros usuarios se topan con estos grupos. O se callan o salen calientes. A esto hay que ponerle un punto final¡±, concluye.
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