Consenso constitucional, 40 a?os despu¨¦s
Las libertades y la democracia no fueron una concesi¨®n graciosa. Las ganaron las personas
La Constituci¨®n derog¨® la estructura jur¨ªdica b¨¢sica del r¨¦gimen dictatorial franquista y estableci¨® un nuevo sistema institucional democr¨¢tico homologable al de los pa¨ªses de nuestro entorno. Por eso los dem¨®cratas debemos sentirnos orgullosos de este aniversario. Con sus luces y sus sombras hemos mantenido la democracia m¨¢s duradera de nuestra historia. Esta es una ocasi¨®n, tambi¨¦n, para recordar a quienes con abnegaci¨®n y sacrificios lucharon durante la larga noche dictatorial. Nadie les regal¨® la democracia. Se la ganaron.
Los inicios de la Transici¨®n fueron dram¨¢ticos. Dos meses antes de la muerte de Franco el R¨¦gimen a¨²n ten¨ªa fuerza para fusilar. Y poco despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n se produjo el golpe de Estado de 1981. Sin olvidar la matanza de Atocha, entre otras muchas atrocidades. El momento era de una enorme fragilidad y las resistencias al cambio de las instituciones franquistas heredadas eran enormes.
Con independencia de c¨®mo se eval¨²e la Transici¨®n, sorprende que en los ¨²ltimos tiempos se haya intentado hacer responsable a la Constituci¨®n de todos los errores cometidos en las decisiones y actuaciones posteriores. Y, a¨²n m¨¢s, que se cargue a su cuenta fen¨®menos como la globalizaci¨®n econ¨®mica y sus crisis, que han afectado a la poblaci¨®n m¨¢s desprotegida.
Las libertades y la democracia no fueron una concesi¨®n graciosa. Las ganaron las personas
La cr¨ªtica sin mesura hacia la Constituci¨®n y el desprecio hacia la Transici¨®n son dif¨ªciles de entender desde una posici¨®n pol¨ªtica honesta. Cosas distintas son discutir los resultados obtenidos; o proponer su reforma. Tampoco es aceptable la forma en que los partidos de derecha, viejos o nuevos, se apropian de la Constituci¨®n utiliz¨¢ndola como arma arrojadiza contra todo y contra todos. Al actuar as¨ª contradicen sus valores profundos, basados en la voluntad de integraci¨®n y en la adaptaci¨®n a las nuevas circunstancias.
Demos pues a la Constituci¨®n lo que es de la Constituci¨®n y al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar. Conviene recapitular. ?C¨®mo pudimos pasar de la dictadura a la democracia? En el declive del franquismo, el dilema principal era continuidad o cambio. Y dentro del cambio la divisi¨®n pasaba por reforma o ruptura. Estos tres campos, continuidad, reforma o ruptura no estaban inicialmente definidos. S¨®lo una minor¨ªa de fuerzas pol¨ªticas y una peque?a parte de la poblaci¨®n sab¨ªa c¨®mo y d¨®nde ubicarse.
En las primeras elecciones de junio de 1977 celebradas mediante una adaptaci¨®n jur¨ªdica sui g¨¦neris, no se aclar¨® el galimat¨ªas. Pero el dilema entre continuidad o cambio se despej¨® a favor de este y la reforma impulsada desde el R¨¦gimen se vio rechazada. Los resultados electorales legitimaron las actuaciones inmediatas. Pero la amplitud y profundidad del cambio no estaban determinadas. Cada sector pol¨ªtico confiaba en llevar a buen puerto sus objetivos e intereses.
Es ah¨ª donde cobra valor el t¨¦rmino ¡°consenso¡±, tan vilipendiado ¨²ltimamente. El consenso constitucional era m¨¢s importante como punto de partida que, incluso, como resultado final. Fue fundamental para definir las coordenadas del debate entre las distintas propuestas, el marco de su negociaci¨®n. Se fragu¨® sobre cinco vectores:
1. Elaborar un documento com¨²n b¨¢sico surgido del Congreso. Era un cambio hist¨®rico radical. Comportaba la renuncia por parte del Gobierno a presentar unilateralmente un texto inicial.
2. La incorporaci¨®n ¡°igualitaria¡± de la gran mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas presentes en el Parlamento, respetando su representatividad.
3. Dejar para la ¨²ltima fase del debate la definici¨®n y la forma de Estado: rep¨²blica o monarqu¨ªa. Sobre este asunto las posturas eran fuertemente discrepantes. PSOE y PCE condicionaron su decisi¨®n final al contenido democr¨¢tico del nuevo sistema recogido en la Constituci¨®n.
4. Buscar coincidencias en la, tambi¨¦n pol¨¦mica, cuesti¨®n territorial: superar el centralismo hist¨®rico, reforzado por el franquismo, tan perjudicial para el conjunto de Espa?a; e incorporar constitucionalmente la diversidad territorial y cultural. Hab¨ªa que dar respuesta a los territorios hist¨®ricamente e institucionalmente reconocidos. Y tambi¨¦n encajar los nuevos fen¨®menos surgidos desde los a?os setenta en otras zonas de Espa?a.
Y 5. Acordar que el trabajo de la ponencia y sus resultados se dieran a conocer, de forma rotatoria, a trav¨¦s de uno de los siete ponentes que representaba al conjunto de las distintas fuerzas pol¨ªticas. Este m¨¦todo exig¨ªa un alto nivel de confianza y de lealtad mutuos.
Desde mi experiencia pol¨ªtica y personal vinculada y conviviendo el d¨ªa a d¨ªa con Jordi, eso fue lo esencial. Desde ah¨ª se negoci¨® todo, a fin de elaborar un documento ¨²nico con las m¨¢ximas coincidencias posibles, sin ¡°pasteleos¡±. Al final de la tramitaci¨®n nadie sali¨® plenamente satisfecho, pero todos en buena medida.
Durante los primeros 20 a?os hubo un amplio acuerdo sobre que el consenso constitucional signific¨® optar por una pol¨ªtica integradora frente a una pol¨ªtica partidista. Pero a partir de la mayor¨ªa absoluta de Aznar en 2000 se rompi¨® el discurso compartido y empez¨® la manipulaci¨®n de la Transici¨®n y la instrumentalizaci¨®n de la Constituci¨®n mediante una interpretaci¨®n unilateral, sesgada y regresiva. (Otro error, posterior, fue la forma en que se llev¨® a cabo la elaboraci¨®n del Estatut de Catalunya de 2006).
As¨ª, por arte de magia las luchas antifranquistas desaparec¨ªan; la conflictividad social y pol¨ªtica, impulsada fundamentalmente por el movimiento obrero, parec¨ªa no haber existido; y la democracia habr¨ªa llegado de la mano de sectores tecnocr¨¢ticos del R¨¦gimen que amablemente nos concedieron las libertades democr¨¢ticas. Aznar olvidaba que la reforma del r¨¦gimen franquista hab¨ªa fracasado. Aunque no quisiera reconocerlo.
Abruma contemplar c¨®mo esa explicaci¨®n, con mejor o peor intenci¨®n, se ha ido incorporando como parte del discurso sobre la Transici¨®n en los planteamientos pol¨ªticos de nuevas fuerzas progresistas y de izquierdas. El legado que nos han dejado los protagonistas y el testimonio de los mejores historiadores no convalida esa visi¨®n. Hubo, s¨ª, una conjugaci¨®n de muchos elementos de ruptura, con otros de reforma.
Hay que insistir en la complejidad de aquel momento. Las libertades y la democracia no fueron una concesi¨®n graciosa. Las ganaron las personas, que se convirtieron en ciudadanas. Y es evidente que no todo se hizo bien ni suficiente, pero s¨ª bastante bien. La cuesti¨®n, ahora, consiste en ?c¨®mo avanzamos?
Para ir al encuentro de las reformas que la sociedad parece reclamar hoy, es imprescindible definir las coordenadas, aunque sean flexibles, que han de delimitar el ¨¢mbito donde plantearlas, debatirlas y acordarlas. Solo as¨ª responderemos a las exigencias de las generaciones que siguen.
Teresa Eul¨¤lia Calzada fue diputada al Parlament de Catalunya por el PSUC ( 1980-1984) y miembro del Comit¨¦ Central del PSUC y PCE (1975-1981)
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