Empieza la fiesta
Si Vox entra fulgurantemente en el Parlamento andaluz, ?se han hecho miles de andaluces racistas de forma fulgurante?
La conversaci¨®n tuvo lugar hace nueve a?os, en su apartamento de Sanxenxo. Mariano Rajoy estaba relajado, la entrevista hab¨ªa concluido y el l¨ªder de la oposici¨®n a¨²n fumaba puros. Con la grabadora encendida dej¨® una de sus frases sui generis (¡°del barco se dice que el mejor d¨ªa de tu vida es cuando lo compras, solo superado por el d¨ªa en que lo vendes¡±) y luego, con ella apagada, record¨® la crispaci¨®n en el PP acerca de la ley del matrimonio homosexual (el partido la recurri¨® y perdi¨® en los tribunales). ¡°Yo sal¨ªa de los m¨ªtines y hombre, la gente normal, no, pero hab¨ªa cada uno.... Me agarraban y me gritaban: ¡®Que no se casen los maricones¡¯. Yo sal¨ªa espantado. A m¨ª no me gusta esta palabra, porque creo que se usa muy alegremente, pero a veces pienso: ¡®Hay que ver la cantidad de fachas que votan a mi partido¡±.
La buena noticia de las elecciones andaluzas para el PP es que Rajoy ya no tiene por qu¨¦ preocuparse: no les votan a ellos. La mala, es que el partido lo dirige ahora Pablo Casado, que los quiere a todos para ¨¦l solo. Qui¨¦n le iba a decir al PP que ganar¨ªa Andaluc¨ªa por primera vez en democracia con ayuda de la extrema derecha. Pero, sobre todo, qui¨¦n le iba a decir al PSOE que su r¨¦gimen de 36 a?os caer¨ªa derrumbado de la peor de las formas, no por las fuerzas tradicionales, no por su apoyo de investidura ni por quien ven¨ªa amagando por la izquierda. La flecha en el tal¨®n es de Vox, un partido que abri¨® la campa?a con sus l¨ªderes cabalgando, friquis reunidos en torno a cuatro ideas de garrote y taparrabos que han merecido el aplauso, los votos y la adhesi¨®n de miles de andaluces. Ni los vieron venir, y eso tras meses colgando v¨ªdeos en sus redes de recintos llenos con decenas de personas. ¡°Ya se les pasar¨¢¡±, dijeron sus adversarios, como si la simpat¨ªa por la extrema derecha dirigiese a la cura y no a la extrema derecha a secas.
Lo cual lleva a preguntas inc¨®modas. Si Vox entra ¡°fulgurantemente¡± en el Parlamento andaluz, ?se han hecho miles de andaluces racistas de forma fulgurante? De no creerlo en absoluto, ?en tres a?os han pasado miles de andaluces a creer que los dos grandes problemas de Espa?a son los inmigrantes y el ¡°hembrismo¡±, que hay que combatir la multiculturalidad, reivindicar al dictador Franco y formar una entente europea con Marine Le Pen, Viktor Orb¨¢n y Matteo Salvini? Parece obvio que no, del mismo modo que muchos votantes de Vox que no se asimilan como ultraderechistas consideran, como los millones de votantes de Bolsonaro en Brasil, las incomodidades ideol¨®gicas como meros accesorios a los que no prestar trascendencia; lo importante es que est¨¢n enfadados y quieren cobr¨¢rselo a alguien. No son nuevos, han estado siempre aqu¨ª. De deambular sin due?o por siglas masivas y residuales se han reunido en un partido que los identifica sin g¨¦nero de dudas y acaso la prioridad sea se?alarlos, recordarles cada d¨ªa lo que son, por si se distraen.
Por su parte, Susana D¨ªaz, que hace un a?o se propuso mandar en Espa?a, ha dejado de mandar en su casa. Miles de socialistas que se quedaron delante de la tele consideraron que su mejor d¨ªa fue votarla, solo superado por el d¨ªa que la dejaron de votar.
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