El Primo de Rivera que impuls¨® la democracia
Nieto del dictador y sobrino de Jos¨¦ Antonio, defendi¨® la ley para la reforma
Con el fallecimiento de Miguel Primo de Rivera y Urquijo (San Sebasti¨¢n, 1934) desaparece una figura clave en el impulso inicial de la transici¨®n a la democracia en nuestro pa¨ªs. Un miembro de la clase pol¨ªtica del franquismo que supo entender que la sociedad espa?ola demandaba espacios de libertad que la dictadura no pod¨ªa otorgarle y se implic¨® en el empe?o de abrir v¨ªas de apertura, dentro del Estado del 18 de julio, para posibilitar su desaparici¨®n.
Pocas veces en nuestra reciente historia un apellido ha marcado un destino pol¨ªtico tanto como marc¨® el suyo. Su abuelo, el general Miguel Primo de Rivera, gobern¨® Espa?a como dictador entre 1923 y 1930. Entre sus t¨ªos paternos, Jos¨¦ Antonio fund¨® Falange Espa?ola y, fusilado en los inicios de la Guerra Civil, se convirti¨® en un referente doctrinal b¨¢sico para el longevo r¨¦gimen franquista. Pilar presidi¨® la Secci¨®n Femenina de Falange, y luego del Movimiento Nacional, durante casi medio siglo. Y Miguel fue dirigente del Partido ¨²nico y ministro de Agricultura en un Gobierno de Franco.
Hijo de Fernando Primo de Rivera, militar, m¨¦dico y falangista asesinado en la c¨¢rcel Modelo de Madrid en agosto de 1936, se orient¨® a la actividad empresarial que correspond¨ªa a la tradici¨®n de la familia de su madre, Mar¨ªa del Rosario de Urquijo. En sus a?os escolares comparti¨® estudios con Juan Carlos de Borb¨®n, con quien le uni¨® siempre una estrecha amistad. Abogado en ejercicio, trabaj¨® en la banca londinense y luego en la Sociedad de Construcci¨®n Naval espa?ola.
Pero un Primo de Rivera no ten¨ªa f¨¢cil en estos a?os eludir la actividad pol¨ªtica. En 1965 fue designado por el ministro de la Gobernaci¨®n alcalde de Jerez de la Frontera, la ciudad donde ten¨ªa arraigo su familia paterna. Ejerci¨® el cargo, con notable ¨¦xito, hasta 1971. Para entonces era procurador en Cortes por el tercio municipal y miembro del Consejo Nacional del Movimiento, la ¡°C¨¢mara de las ideas¡± de la dictadura. En la que, como ponente en su Secci¨®n Segunda, se esforz¨® en abrir un muy limitado pluralismo de asociaci¨®n pol¨ªtica en la estructura monol¨ªtica del partido ¨²nico.
Su encendido discurso fue clave en el harakiri de las Cortes franquistas
En las Cortes se aline¨® con el grupo de j¨®venes pol¨ªticos de origen falangista que defend¨ªan una paulatina evoluci¨®n del r¨¦gimen hasta posibilitar, tras la muerte de Franco, una transici¨®n a la democracia, por lo que fueron conocidos como los reformistas azules. Primo de Rivera desempe?¨® un papel muy destacado en esta l¨ªnea y fue uno de los impulsores del Grupo Parlamentario Independiente, creado en marzo de 1976, que se convirti¨® en el mejor apoyo en las Cortes de la reforma impulsada por Adolfo Su¨¢rez. Su amistad personal y su sinton¨ªa pol¨ªtica con el rey Juan Carlos contribuyeron tambi¨¦n a situar a Miguel Primo de Rivera en un primer plano de la vida nacional en los momentos iniciales de la Transici¨®n.
Especialmente el 16 de noviembre de 1976, cuando asumi¨® p¨²blicamente un papel protagonista de la historia de Espa?a. Miembro de la ponencia parlamentaria de la Ley para la Reforma Pol¨ªtica, la ¨²ltima de las Leyes Fundamentales del franquismo y la llave de la apertura hacia la democracia, fue el encargado de presentarla en el Pleno de las Cortes. Su encendida defensa del proceso democratizador tuvo fuerte impacto en la opini¨®n p¨²blica y aport¨® argumentos fundamentales para justificar lo que se defini¨® como el ¡°harakiri de las Cortes org¨¢nicas¡±.
Liquidado en los meses siguientes el aparato institucional de la dictadura, Primo de Rivera evit¨® participar en las actividades de los partidos durante la Transici¨®n. Aun as¨ª, en junio de 1977, el rey Juan Carlos le incluy¨® entre los miembros del Senado por ¡°designaci¨®n real¡±. Como senador form¨® parte de las Comisiones de Presidencia del Gobierno, Justicia e Interior y Agricultura y Pesca. Pero solo permaneci¨® dos a?os en su esca?o. Celebradas nuevas elecciones en 1979, abandon¨® la pol¨ªtica y se centr¨® en la actividad empresarial privada. Aunque siempre se mantuvo como un referente hist¨®rico de las pol¨ªticas de reforma y consenso que posibilitaron la Constituci¨®n. Cuando public¨® sus memorias (Plaza & Jan¨¦s) en 2002, las titul¨® No a las dos Espa?as.
Julio Gil Pecharrom¨¢n es profesor de Historia Contempor¨¢nea en la UNED.
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