Ser europa para evitar no ser
La doble dimensi¨®n nacional y europea ha permitido que los Gobiernos eludan algunos debates inc¨®modos y que dejen de afrontar responsabilidades
En la Uni¨®n Europea solo un 3% de la poblaci¨®n vive en un estado miembro distinto del de origen. La pol¨ªtica se percibe y transmite en clave nacional. Sin embargo, una gran parte de los retos pol¨ªticos de este siglo no pueden abordarse ¨²nicamente desde los Estados europeos. Son min¨²sculos para la geoestrategia mundial y su juego de intereses, pero tambi¨¦n para las relaciones comerciales internacionales. Desde los Estados miembros no pueden abordarse con completa eficacia las cuestiones de seguridad y defensa, incluyendo el terrorismo transnacional o el blanqueo de capitales y el crimen financiero, la regulaci¨®n y gobernanza de la red, la relaci¨®n con los grandes gigantes tecnol¨®gicos, los grandes flujos migratorios o el cambio clim¨¢tico, por citar algunos de ellos¡
La doble dimensi¨®n nacional y europea ha permitido que los Gobiernos eludan algunos debates inc¨®modos y que dejen de afrontar responsabilidades. Cu¨¢ntas veces los presidentes de Gobierno fueron a Bruselas a decidir cosas que, al volver dijeron que hab¨ªa decidido Bruselas, como si las decisiones del Consejo no fueran con ellos.
Todo lo anterior no ser¨ªa especialmente problem¨¢tico si el sue?o europeo del Estado del bienestar no hubiera dado paso a la frustraci¨®n y a la ira de los que se consideran ¡ªo son¡ª perdedores de la globalizaci¨®n. Entre la ¨²ltima crisis econ¨®mica y la revoluci¨®n tecnol¨®gica se tambalean las instituciones de las democracias liberales y asoma el espejismo de las soluciones milagro, que se ofrecen como inmediatas si se supera el ¡°sistema¡± o ¡°la burocracia europea¡±. Como si se pudiera resolver todo problema con un tuit, con el poder de la pura voluntad y, en su caso, recuperando la plena soberan¨ªa nacional, que se invoca como si se pudiera aplicar en clave del siglo XIX. Mienten para conseguir el poder.
Descalificar las corrientes nacionalpopulistas desde la comodidad de los asientos de primera clase, sin reformar ¡ªpara reforzar¡ª el contrato social y una educaci¨®n human¨ªstica de calidad pone en riesgo el futuro de nuestras comunidades. Vivimos un momento cr¨ªtico que podr¨ªa llevarse por delante la Uni¨®n Europea, que es nuestro instrumento m¨¢s valioso para tener juntos, peso y dimensi¨®n.
La vulnerabilidad se acent¨²a porque cuesta distinguir entre la verdad y la mentira, porque las campa?as de desinformaci¨®n masiva pueden alterar el curso de las elecciones y porque se puede segmentar, para manipular, a personas que de forma creciente, fundamentan la identidad personal en ideolog¨ªas m¨ªnimas, de forma simplista y encapsulada, excluyente. Es f¨¢cil utilizar este estado an¨ªmico contra las instituciones supranacionales en los pr¨®ximos tiempos. El coste de la no Europa, en muy poco tiempo, no ser¨ªa otro que el empobrecimiento y el caos, el proteccionismo y la guerra econ¨®mica por las migajas que ir¨ªan quedando.
Estrasburgo. Pocas horas despu¨¦s del atentado en el centro de la ciudad, un grupo de eurodiputados del Frente Nacional provoc¨® un gran jaleo en el pleno. Necesit¨¢bamos unidad pol¨ªtica en horas de duelo, pero ellos necesitaban bulla, grabarla, enfrentarse al Presidente de la C¨¢mara y exhibir, entre gritos, un chaleco amarillo, dejando clara la premeditaci¨®n de debilitar el gobierno franc¨¦s. Destrucci¨®n, manique¨ªsmo, irracionalidad.
Aquel mismo plenario aprob¨® ese mismo d¨ªa el paquete de recomendaciones de la Comisi¨®n Especial de Terrorismo en la que, por cierto, apenas hab¨ªan participado los gamberros del pleno durante los quince meses en que se evaluaron las amenazas y las mutaciones de los fanatismos violentos de inspiraci¨®n yihadista u otros.
Ser Europa o no ser, he ah¨ª la cuesti¨®n. No podemos evitar, ni postergar enfrentarnos a esto. Adelante.
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