El juego de tomarle el pelo al Estado

Es un juego la mar de divertido. Uno se compra un tel¨¦fono m¨®vil con tarjeta prepago, como si fuera un narcotraficante, y se pone en contacto con otro al que no conoce de nada dici¨¦ndole, por ejemplo, que se llama Toni, as¨ª, a secas, sin apellidos ni nada, y que haga el favor ¡ªporque en este juego todo se pide por favor y de forma muy pac¨ªfica¡ª de encargarle a tres imprentas una gran cantidad de carteles y de d¨ªpticos con la fotograf¨ªa de unas v¨ªas de tren y un eslogan pidiendo el voto para el refer¨¦ndum del 1 de octubre.

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Preguntas y respuestas sobre el caso

Para que el juego contin¨²e, el que recibe la llamada del tal Toni ¡ªal que no conoce de nada y al que llamar¨¢ a partir de ahora as¨ª, ¡°el tal Toni¡±¡ª tiene que decir que s¨ª, que claro, que para eso estamos, sin preguntar una ordinariez del tipo esto qui¨¦n lo encarga o qu¨¦ gano yo con todo esto. Lo m¨¢s grande del juego es que cuando el que recibe la llamada del tal Toni, pongamos que se llama Enric Vidal y es dise?ador gr¨¢fico, llama por primera vez en su vida a esas imprentas y hace el pedido ¡ªsin decirles qui¨¦n se lo ha encargado a ¨¦l ni cu¨¢nto ni c¨®mo ni cu¨¢ndo piensa pagar¡ª, los responsables de esas empresas, unos amantes del riesgo y del misterio, dicen que claro, faltar¨ªa m¨¢s, y se ponen manos a la obra a todo correr. El juego, como queda claro, es divertido y trepidante, tanto que el p¨²blico que acude a la sesi¨®n de tarde del Tribunal Supremo, en buena parte luciendo lazos y bufandas amarillas, se lo pasa en grande. Lo ¨²nico es que como todos los juegos, incluso los m¨¢s pac¨ªficos y divertidos, el de tomarle el pelo al Estado tiene sus peque?as dosis de riesgo.

¡ªSe?or Vidal, ?jura o promete decir la verdad?

El se?or Vidal, que dice ser dise?ador gr¨¢fico y trabajar como aut¨®nomo, se dispone a contestar a las preguntas del fiscal Jaime Moreno. Durante toda la jornada del martes y parte de la del lunes, por delante del tribunal que preside Manuel Marchena han estado pasando testigos que, como Vidal, recibieron llamadas de tipos misteriosos que, bajo nombres supuestos como Toni o Jordi, hac¨ªan encargos ¡ªde aplicaciones inform¨¢ticas para votar, de campa?as publicitarias para incitar a la participaci¨®n, de millones de papeletas electorales, de cartas certificadas para el refer¨¦ndum¡ª sin que el maldito parn¨¦ apareciera por ning¨²n lado. Nadie hizo nunca adem¨¢n de pagar ni nadie tuvo intenci¨®n de cobrar.

El testigo Vidal hace lo mismo que hicieron el d¨ªa anterior, con m¨¢s pena que gloria, los tres antiguos responsables de la empresa de mensajer¨ªa Unipost: intentar por todos los medios hacer pasar ese trapicheo como la cosa m¨¢s normal del mundo, traspasando las fronteras de lo absurdo con tal de evitar que las acusaciones puedan probar que los l¨ªderes independentistas ahora sentados en el banquillo incurrieron en el delito de malversaci¨®n. La dificultad estriba en que, como se pudo apreciar en las jornadas precedentes, muchos profesionales y empresarios renunciaron a cobrar, incluso recurriendo a la t¨¢ctica de expedir ¡°facturas negativas¡±, con tal de no salpicar a la Generalitat, el gran empleador.

La ¨²nica diferencia entre los testimonios pasados y los de hoy es una coincidencia fortuita. Tras la declaraci¨®n de Vidal, que adem¨¢s de dise?ador gr¨¢fico es socio de ?mnium Cultural y cargo de Esquerra Republicana en Badalona, comparece Enrique Mary, comercial de Artyplan, una de las imprentas que prepararon los carteles del refer¨¦ndum. La sucesi¨®n temporal de ambas declaraciones resulta reveladora.

El testigo Vidal dice al fiscal Jaime Moreno que recibi¨® una llamada de un tal Toni, que acept¨® el encargo sin preguntar m¨¢s detalles, que quedaron en el hotel Col¨®n de Barcelona, que all¨ª recibi¨® un dispositivo de memoria para redimensionar el dise?o de los carteles y pas¨¢rselos despu¨¦s a las empresas Artyplan, Global Solutions y Marc Marti, que aceptaron el encargo sin rechistar. Vidal, que llega a ponerse gallito con el fiscal ¨C¡°tengo la sensaci¨®n de que las preguntas se repiten¡±¨C, asegura que no sabe si el tal Toni era en realidad Antoni Molons, antiguo responsable de Difusi¨®n de la Generalitat, porque aunque luego su imagen se hizo p¨²blica, ¡°la televisi¨®n distorsiona las caras¡±. Lo que s¨ª admite es que recibi¨® la orden de repartir el encargo de los carteles entre las tres empresas. ¡°?Usted sabe por qu¨¦?¡±, le pregunta el fiscal. ¡°Supongo que por ser equitativos¡±, responde Vidal, sin saber que lo bueno vendr¨¢ a continuaci¨®n.

Sentado ante el tribunal, y ante las preguntas de la fiscal Consuelo Madrigal, la declaraci¨®n de Enrique Mary, el comercial de Artyplan, deja desnudo al dise?ador Vidal. Dice Mary en primer lugar que el encargo parti¨® de ?mnium Cultural, y que ya hab¨ªan trabajado antes con la asociaci¨®n de Jordi Cuixart porque a veces hac¨ªan pedidos que finalmente pagaban asociaciones como la ANC de Jordi S¨¤nchez o partidos pol¨ªticos. En segundo lugar, admite que Enric Vidal s¨ª le dijo qui¨¦n pagar¨ªa los carteles, ¡°la Generalitat¡±, y que lo de repartir el pedido entre tres imprentas no ten¨ªa nada que ver con ser equitativos, sino para minimizar riesgos ante una posible operaci¨®n de la Guardia Civil. Enrique Mary se va del Tribunal Supremo sin tener constancia de que ha estropeado un poco, no mucho, el juego de tomarle el pelo al Estado, una de cuyas normas es precisamente no tomarse tan a pecho eso de jurar o prometer decir la verdad ante el tribunal.