La confesi¨®n de Trapero apuntilla a Puigdemont
El 'major' de los Mossos protagoniza un espectacular cambio de guion con un testimonio letal para el ¡®expresident¡¯
Esa voz profunda y un poco rota por las esquinas, ese porte de tipo duro sin exagerar, esa manera de declarar sin irse por las ramas, esa forma de decir s¨ª, su se?or¨ªa, o no, su se?or¨ªa, aunque su se?or¨ªa sea el fiscal que lo quiere mandar al infierno una temporada. Solo le falta a Josep Llu¨ªs Trapero esa barba de dos d¨ªas que a veces gasta y su uniforme de jefe de los Mossos d¡¯Esquadra para convertirse en el personaje indudable de la jornada y tal vez del juicio, porque adem¨¢s ha demostrado valent¨ªa al venir a declarar sin tener que hacerlo ¡ªest¨¢ acusado de rebeli¨®n en la Audiencia Nacional y cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra¡ª y porque, para completar el cuadro, se ha tra¨ªdo tres o cuatro cargas de profundidad muy bien dirigidas que va dejando caer poco a poco, a diestro y siniestro, con veneno y elegancia. Y a las 18.50, cuando ya parece que lo ha dicho todo y solo le queda recoger el carn¨¦ de identidad y llegar al ¨²ltimo tren de regreso, un espectacular golpe de guion cambia el final previsto de la pel¨ªcula.
¨CSe?or Trapero...¨C dice el juez Manuel Marchena.
La ma?ana promete. Antes de la declaraci¨®n de Trapero es el turno de Antoni Molons, actual secretario de Comunicaci¨®n de la Generalitat y, por lo que se sospecha, aquel tipo que, armado de un tel¨¦fono prepago e identific¨¢ndose simplemente como Toni, logr¨® que se imprimieran los carteles y las papeletas para el 1 de octubre. Pero Molons, que est¨¢ siendo investigado en Barcelona, se acoge a su derecho a no declarar. Las acusaciones se quedan con las ganas de preguntarle: ¡°?Es usted el tal Toni?¡±.
Despu¨¦s del primer chasco, llega el turno del exjefe de los Mossos, que entra en el Sal¨®n de Plenos acompa?ado por su abogada, Olga Tubau, quien intenta decir unas palabras, pero Marchena lo impide. Le explica que, en el caso de que su defendido decida declarar, su ¨²nica misi¨®n all¨ª es indicarle si s¨ª o si no debe responder a cada pregunta que le formulen las acusaciones. Pero Trapero dice que s¨ª, que responder¨¢ a todas y en ning¨²n momento atiende a su abogada, que a partir de entonces y hasta bien entrada la tarde se dedica a tomar notas con una pluma estilogr¨¢fica de usar y tirar. De vez en cuando mira a Trapero con un gesto extra?o, a mitad de camino entre la admiraci¨®n y el espanto. Trapero est¨¢ toreando a cuerpo gentil la acusaci¨®n de rebeli¨®n. El caso es que el jefe de los Mossos contesta a todas las preguntas que le formula, de forma embarullada y sin orden ni concierto, Javier Ortega Smith, el abogado de Vox.
La situaci¨®n se convierte de pronto en muy absurda. Por dos cuestiones. La primera es que Ortega tiene all¨ª delante a un testigo de la importancia de Trapero dispuesto a declarar y no es capaz de sacarle ni un titular. La segunda y principal es que se va dejando en el tintero las preguntas m¨¢s relevantes, entre ellas las que conciernen a la reuni¨®n que, el 28 de septiembre de 2017, el comisario principal de los Mossos y sus principales lugartenientes mantuvieron en el Palau de la Generalitat con Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquim Forn para pedirles que desconvocaran el refer¨¦ndum. El olvido de Ortega Smith es muy grave para el resto de las acusaciones.
Desde los independentismos m¨¢s radicales ¡ªya sea el vasco o el catal¨¢n¡ª se suele pintar a lo que llaman ¡°el Estado espa?ol¡± como una maquinaria muy bien engrasada, ideada para hacerles la pu?eta d¨ªa y noche, donde todos los cuerpos represivos ¨Cdesde los municipales de Villamanrique de la Condesa a la Guardia Civil, pasando por la Fiscal¨ªa, la abogac¨ªa del Estado o lo que en su tiempo llamaban ¡°la Brunete medi¨¢tica¡±¡ª est¨¢n perfecta y continuamente coordinados. Lo que sucede en el juicio a continuaci¨®n demuestra que ¡°el Estado espa?ol¡±, pronunciado as¨ª todo junto y con desd¨¦n, se parece muchas veces al Ej¨¦rcito de Pancho Villa. Entre las tres acusaciones ¡ªFiscal¨ªa, Abogac¨ªa del Estado y acusaci¨®n popular¡ª, solo Vox ha pedido la declaraci¨®n como testigo del major Trapero, lo que significa que el fiscal y la abogada del Estado no podr¨¢n preguntarle por nada que antes no haya abordado Ortega Smith. As¨ª que, cuando el fiscal Javier Zaragoza intenta que Trapero ¡ªque ha basado su declaraci¨®n en una defensa cerrada de los Mossos y en el reconocimiento de algunos errores como su sonado enfrentamiento con el coronel P¨¦rez de los Cobos¡ª relate su encontronazo con Puigdemont la v¨ªspera del refer¨¦ndum, Marchena le quita la palabra:
¡ªSe?or fiscal, usted sabe que solo podr¨¢ interrogar por aquello que ya haya sido planteado por la acusaci¨®n popular.
Javier Zaragoza intenta quejarse, pero el presidente del Tribunal no le da ninguna opci¨®n. Mientras el fiscal formula una protesta, al otro lado de la sala los abogados de la defensa sonr¨ªen aliviados. Aunque la declaraci¨®n del jefe policial no les ha beneficiado ¡ªha llegado a decir que Joaquim Forn realiz¨® declaraciones inoportunas en relaci¨®n con la labor de los Mossos, ha mostrado su ¡°incomodidad¡± con las veleidades secesionistas y ha desvelado que lleg¨® a tener un plan para detener a Puigdemont¡ª, tampoco ha hecho demasiada sangre.
Pero, al final de la tarde, a las 18.50 exactamente, el juez Marchena utiliza por primera vez en el juicio su derecho a preguntar al testigo. Y hace la pregunta que el fiscal se qued¨® sin formular.
¡ª ?Qu¨¦ recuerdo tiene de aquella reuni¨®n [con Puigdemont, Junqueras y Forn]?
Y ah¨ª Trapero suelta un p¨¢rrafo medido, preciso, letal para el ¡°procesado rebelde¡± y para los que, estupefactos, lo miran desde el banquillo. Un p¨¢rrafo que abrir¨¢ las portadas del d¨ªa siguiente y los telediarios de la noche. El jefe de los Mossos advirti¨® a sus jefes pol¨ªticos del riesgo de violencia, del peligro de saltarse la ley, de¡
Nadie le hizo caso. Con el mismo gesto serio que lleg¨® a las 11 de la ma?ana, abandona el tribunal. Pasa junto a los acusados, elegante y fr¨ªo, sin saludarlos. Sin mirarlos siquiera.
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