¡°Un bello lugar que huye del peligro¡±
El Cabanyal, barrio popular de Valencia, arrostr¨® el peligro de la piqueta. Se salv¨®. Pero no del todo
La masclet¨¤ resuena a¨²n en los o¨ªdos de El Cabanyal, ¡°un bello lugar que huye del peligro¡±. Los estampidos son met¨¢fora opaca de los clarines del miedo que, desde el propio Ayuntamiento de Valencia, lanzaron Rita Barber¨¢ y sus concejales cuando, en 1998, amenazaron con derruir este ¡°lugar con encanto¡± que ahora reemprende la huida de la desgracia a la que hab¨ªa sido condenado.
El plan de 1998 era acabar con 1.650 casas de dos alturas para abrirle paso a la imperiosa maquinaria que abriera hasta la playa la avenida de Blasco Ib¨¢?ez. La ministra socialista ?ngeles Gonz¨¢lez Sinde firm¨® en 2009 el decreto que impidi¨® la decidida invasi¨®n de la piqueta.
Por las calles hay rasgos de la demolici¨®n. Otras maquinarias tratan de reformar o reconstruir lo destrozado. Esto lo dice el activista de Salvem El Cabanyal Faustino Villora, cuya casa estuvo al borde de la piqueta. Mantiene su paz de jubilado como profesor de Econom¨ªa sin otro sobresalto que el estudio del plan de respeto a la tradici¨®n de su barrio.
El Cabanyal resisti¨®, las demoliciones no avanzaron. Pero las huellas del desastre que pudo haber ocurrido est¨¢n en las calles que hab¨ªan convertido este poblado del siglo XV en una reliquia de la costa de la Malvarrosa.
Esas magulladoras salvajes son las casas arruinadas, entregadas por el Ayuntamiento a la depredaci¨®n de los okupas, alentados por esa autoridad a vivir en lugares donde solo hab¨ªa paredes y miseria. Las secuelas de esa ocupaci¨®n descontrolada (por la autoridad, precisamente) han sido la droga, la jarana que los vecinos denuncian como agresiones al descanso y, sobre todo, la violencia. Isabel Mart¨ªnez, pescadera del mercado, que a¨²n no se atreve a salir sola por el barrio, es la que dice que este es ¡°un lugar con encanto que huye del peligro¡±.
Ella misma huye del peligro. M¨®nica, que la escucha hablar, pone en contraste la situaci¨®n a la que ha llegado El Cabanyal, con la vida de su abuelo, ¡°que arreglaba la luz de los vecinos y estos le pagaban con naranjas¡±. Todo el mundo se conoc¨ªa en El Cabanyal. ¡°Mis abuelos viv¨ªan con las puertas abiertas¡±. Ahora, este es un riesgo mayor.
Por el camino, por la calle de Sant Pere, frente a un palacete que fue primero matadero y luego fue ruina y que ahora se reconstruye para ser archivo, un ag¨¹ero (de los que avisan de que viene la polic¨ªa: ¡°?Agua!¡±) resguarda las puertas abiertas de un lugar de venta o de consumo de droga. Alfredo Bryce Echenique tiene esta frase: ¡°Aqu¨ª, d¨¢ndole pena a la tristeza¡±. Este ag¨¹ero da ese aspecto de hombre al que la miseria le ha aumentado la pena.
Fue una destrucci¨®n sistem¨¢tica. Para levantar esto, para quitarle a El Cabanyal la costra que le dej¨® la amenaza de 1998, ¡°le hace falta mucho, pero se est¨¢ haciendo¡±. Lo dice Javier Aznar, que desde hace un a?o arriesg¨® con ¨¦xito y tiene un restaurante ¡°de alta hosteler¨ªa¡±. Las m¨¢quinas se mueven para adecentar o reconstruir, ¡°aunque lo que tienen que hacer ya son alcantarillas y aceras, y conseguir que se vayan los de la droga¡±. Esto lo dice Flor Domingo, pescadera tambi¨¦n. ¡°Se salv¨® El Cabanyal¡±, dice Faustino. ?Y ahora? ¡°Lo vamos a lograr. El tiempo est¨¢ a favor. El Cabanyal ser¨¢ un lugar para vivir. S¨ª, un lugar con encanto¡±.
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