?Hacia d¨®nde ¡°Vamos¡±, Ciudadanos?
El problema de Rivera no es el lema electoral, sino el rumbo de una campa?a que sataniza a S¨¢nchez
El eslogan de Ciudadanos no es un eslogan porque el clamor de ¡°Vamos¡± est¨¢ m¨¢s cerca de una interjecci¨®n que de un lema. Evoca el grito de guerra de Rafael Nadal con ambiciones de proeza deportivas, aunque resulta m¨¢s llamativa la est¨¦tica castigadora de los carteles. Rivera parece Tom Cruise en Misi¨®n imposible. No saliendo indemne de las llamas del fuego, pero s¨ª como h¨¦roe patri¨®tico que se aparece justiciero, Terminator, en una combusti¨®n de banderas rojigualdas. Est¨¦tica flam¨ªgera. Culto al l¨ªder. Propaganda en singular en un partido de idiosincrasia plural.
¡°Vamos¡± no es un eslogan ni tampoco una estrategia. Es una intenci¨®n, un movimiento, una alusi¨®n al lema cin¨¦tico de Macron. Rivera pone en marcha la campa?a de Ciudadanos. El problema es el predicado ausente. Vamos, pero ?hacia d¨®nde vamos? Porque conflicto del partido naranja no es la voluntad, ni la inquietud, ni la energ¨ªa. El problema es la br¨²jula, el desconcierto del timonel. El peligro de hacer agua a babor y a estribor. De naufragar por la derecha y por la izquierda en una campa?a polarizada que castiga la moderaci¨®n y las bisagras.
Quo vadis? ?Cu¨¢l es el rumbo de Ciudadanos? La principal certeza consiste en la aversi¨®n a Pedro S¨¢nchez. Ha llegado a declarar Rivera el pasado domingo que evacuarlo de la Moncloa representa una emergencia nacional. Ha trazado un dogma tan refractario al PSOE como contraproducente. No solo porque ahuyenta el caladero de votos del centro izquierda que Ciudadanos hab¨ªa concitado en su m¨¢xima expansi¨®n demosc¨®pica ¡ªalcanz¨® un 29% de intenci¨®n de voto hace 10 meses¡ª, sino porque Albert Rivera podr¨ªa arrepentirse de semejante aversi¨®n si la suma de PSOE y Ciudadanos sobrepasa el umbral de la mayor¨ªa absoluta. No tendr¨ªa sentido que Rivera se opusiera a un pacto de equilibrio nacional que excluye las opciones radicales ¡ªVox y Podemos¡ª y que neutraliza el chantaje soberanista.
Ser¨ªa una manera prudente y pragm¨¢tica de concebir el patriotismo, si es que el patriotismo consiste en defender los intereses de Espa?a. Ya se pusieron de acuerdo S¨¢nchez y Rivera en un pacto de investidura hace tres a?os. Prevalece diferencias de pol¨ªtica fiscal y de sensibilidad constitucionalista, pero la convergencia ¡ªdel modelo de sociedad al europe¨ªsmo¡ª se antoja mayor que la divergencia, sobre todo si el l¨ªder socialista abjura del artefacto de la plurinacionalidad y si el l¨ªder naranja hace Photoshop con la imagen t¨¦trica de Col¨®n.
Las posibilidades de un acuerdo escasean. Tanto lo malogran las relaciones personales como lo contraindican la secuela de las elecciones municipales y auton¨®micas. Rivera no puede afrontarlas habiendo pactado antes con S¨¢nchez, aunque mayor error que el cord¨®n sanitario al PSOE ser¨ªa conspirar con la soluci¨®n pol¨ªtica m¨¢s salubre y aseada para la causa general.
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