Los catalanes de siempre visitan el juicio
Los acusados contemplan desde el banquillo el testimonio de quienes se apearon a tiempo del desaf¨ªo al Estado
Era julio y aquel tren empezaba a coger velocidad. Al percatarse de que el rumbo era de colisi¨®n, cada uno busc¨® una excusa, m¨¢s o menos cre¨ªble, y se qued¨® en tierra, de forma discreta, sin aspavientos. Meritxell Ruiz dijo que ten¨ªa dos hijos muy peque?os y que el trabajo de consejera de Educaci¨®n apenas le dejaba tiempo libre. Jordi Jan¨¦ explic¨® que ya hab¨ªa hecho en dos a?os el trabajo que ten¨ªa previsto hacer al frente de Interior y que a?oraba las clases en la universidad. Jordi Baiget, el consejero de Empresa, tal vez fue el m¨¢s expl¨ªcito. Lo pillaron con la guardia baja en una entrevista y asegur¨® que estaba dispuesto a ir a la c¨¢rcel, pero que no pod¨ªa jugarse el patrimonio de su familia. As¨ª que desde un and¨¦n en medio del verano vieron partir a sus compa?eros con destino a un oto?o explosivo.
¨CAnte la eventualidad de que en el futuro no primara el acuerdo ¨Creconoce Jan¨¦¨C, comuniqu¨¦ mi deseo de no continuar.
Ahora est¨¢n aqu¨ª. Han llegado al Supremo como los pol¨ªticos catalanes de siempre ven¨ªan a Madrid. En el puente a¨¦reo, muy temprano, elegantes en sus trajes oscuros casi negros, dispuestos a discutir, a regatear, a cambiar las competencias de all¨ª por la estabilidad de aqu¨ª, sabi¨¦ndose parte del Estado aun sinti¨¦ndose diferentes, conscientes de que el truco estaba en tensar la cuerda sin llegar nunca a romperla. Los que viajaban en aquel tren y ni se apearon ni lo pararon a tiempo ¨Ca pesar de las advertencias del Constitucional, de los propios letrados del Parlament, de la c¨²pula de los Mossos d¡¯Esquadra¨C tambi¨¦n est¨¢n aqu¨ª, pero en el banquillo de los acusados, desde donde d¨ªa tras d¨ªa ¨C¡°?es la guerra, traed madera!¡±, gritaba Groucho Marx¨C contemplan el triste destino de su disparatada aventura.
?El ejemplo es la jornada del martes. El d¨ªa de transici¨®n entre el aluvi¨®n de testigos que trajo la fiscal¨ªa y los primeros de la defensa se convierte en un regreso a territorios ya transitados. Testigos redundantes, sin mayor inter¨¦s. Un repertorio de tallas sueltas olvidadas en la secci¨®n de oportunidades. Un polic¨ªa de la UIP que dijo m¨¢s o menos lo mismo que los 186 agentes que hab¨ªan venido antes. Un empleado de la Generalitat, m¨¢s nervioso que un flan, que habl¨® de las facturas que mandaba Unipost ¨Caquella empresa que con la que el tal Toni contrat¨® la distribuci¨®n de la papeler¨ªa electoral¨C y que no se pagaban y que nadie reclamaba. Un se?or que estaba colgando carteles del refer¨¦ndum con unos amigos por las calles de Badalona cuando llegaron tres agentes de la polic¨ªa municipal y le dijeron que no, y luego apareci¨® Jordi Cuixart y dijo que c¨®mo que no, y se arm¨® una trifulca sin demasiado inter¨¦s que adem¨¢s ya se juzg¨® en Barcelona. Un sargento de los Mossos que el 20 de septiembre acudi¨® a la consejer¨ªa de Econom¨ªa para hacer labores de mediaci¨®n y que cuando se entera de que el tribunal, al igual que hace con todos los agentes de orden p¨²blico, no va a difundir su cara, le dice a la agente judicial: ¡°Yo prefiero que se me vea¡±. Y lo que pasa a continuaci¨®n es indescriptible. El agente con af¨¢n de notoriedad pertenece a esas personas con tendencia a contar las cosas, incluso las m¨¢s intrascendentes, en tiempo real. Durante una hora que parece un d¨ªa, y aprovechando las preguntas inocuas de un joven abogado de Vox llamado Juan Cremades ¨CJavier Ortega Smith estaba a su lado, pero en silencio, abstra¨ªdo, calculando tal vez la altura del muro que quiere construir en Ceuta¨C, el mediador habla y habla y no dice nada hasta que el juez Marchena, con mucha retranca, le pide al letrado:
¡ªDada la locuacidad del testigo, haga preguntas concretas.
Tal es el tost¨®n, que cuando el mosso dice al abogado Javier Melero que eso que le pregunta ya lo ha contado antes, pero que si quiere lo puede repetir, al defensor de Joaquim Forn le sale del alma un ¡°?no, no, no!¡± que desata las risas del p¨²blico independentista, que al amarillo habitual une hoy el rojo de las rosas de Sant Jordi.
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