El grupo improbable que ir¨¢ a votar
La soledad de los mayores salta a los programas electorales. Un caf¨¦ con vecinos que tejen redes intergeneracionales
Hay tres personas en esta cafeter¨ªa frente al madrile?o parque del Retiro que preferir¨ªan tener el mar al otro lado de los ventanales. ¡°Conoc¨ª hace poco San Sebasti¨¢n y es incre¨ªble verlo tan cerca¡±, cuenta Javi Menasalves, 21 a?os. Dori Aguilar, de 90, y Maritza Quintana, de 70, se remueven en la silla, inyectadas de vigor. Se habla de viajes. La primera evoca el Mediterr¨¢neo de Villajoiosa, donde suele pasar varios meses al a?o. ¡°S¨ª, a Madrid solo le falta el mar¡±, suspira la segunda, una canaria que habit¨® largo tiempo en Venezuela. Este improbable grupo, formado por un estudiante de Biotecnolog¨ªa con restos de acn¨¦, un ama de casa de barrio acomodado y peluquer¨ªa semanal y una dise?adora de jardines con mucho mundo, se constituye como respuesta a una Espa?a que rezuma longevidad, fren¨¦ticas vidas urbanas y soledad no deseada.
Los tres se han conocido a trav¨¦s de Grandes Vecinos, el programa de la ONG Grandes Amigos que pone en contacto a voluntarios con mayores dentro del mismo barrio buscando tejer nuevas redes humanas. Tan pertinentes como brutales son los n¨²meros: en cuatro de cada diez hogares unipersonales habita alguien con m¨¢s de 65 a?os, seg¨²n datos del INE. El grueso, un 72%, son mujeres. De ellos, seis de cada 10 se sienten solos. A veces est¨¢n tan aislados que se mueren y nadie se entera en cinco a?os. Ocurri¨® esta semana con una anciana de 83 a?os hallada en su casa de Madrid.
¡°Si es que yo tambi¨¦n estoy sola y t¨² me ayudas mucho. Pero no me llamas, ?eh?¡±, dice riendo Maritza, la voluntaria, a Dori, las dos maquilladas con gusto, adornadas las manos de anillos de oro, codo con codo. ¡°S¨ª, no soy de tel¨¦fono¡±, concede la mayor ante un caf¨¦. T¨ªpico reproche de amigas, que es lo que han llegado a ser despu¨¦s de dos a?os de meriendas y paseos, de contarse la vida, azarosa, ocupada, la de Maritza, m¨¢s apacible la de Dori, viuda desde hace una veintena de a?os, que comparte techo con la hija y el yerno.
Parece una hermosa casualidad. Pero Grandes Amigos busca la afinidad de intereses entre voluntarios y mayores, cuenta la presidenta, Mayte Sancho, psic¨®loga especialista en Gerontolog¨ªa, ¡°que uno y otro encuentren sentido a lo que hacen¡±. 260 vecinos se hacen recados o intercambian saberes en ocho barrios de Madrid y se van de merienda, al teatro o a museos, el tipo de actividades que organiza Javi como dinamizador. Este Javi que dej¨® de dar clases a los ni?os para escuchar a gente como Dori.
Maritza, que luce pendientes con meninas, recorre conferencias y exposiciones a diario. A alguna de ellas le gustar¨ªa arrastrar a su amiga. Lleg¨® a la vida de la nonagenaria, a su rutina de comprar el pan, el m¨¦dico, el cajero, ¡ªtodo muy despacio, que tiene tocadas las lumbares¡ª, ¡°por la medalla¡±, esa manera com¨²n de nombrar a la teleasistencia. Dori est¨¢ a solas casi todo el d¨ªa. ¡°Es que estamos en contacto con los servicios sociales, el Ayuntamiento de Madrid y los centros de salud¡±, se?ala Sancho. Y as¨ª ha de ser, para detectar casos de riesgo, entre esos 450.000 espa?oles casi nonagenarios, la mayor¨ªa mujeres, que viven solos.
¡°Antes te tratabas con los vecinos¡±, cuenta Dori. En su edificio, cara al Retiro y aquejado hoy, como no, del s¨ªndrome del alquiler vacacional, eran 28. ¡°Ahora solo conozco a dos¡±. Las partidas de cartas con las amigas se acabaron. ¡°Se me han muerto todas¡±.
Es la primera vez que la soledad no deseada aparece en los programas de cuatro partidos (PSOE, PP, Unidas Podemos y Coalici¨®n Canaria), recalca L¨¢zaro Gonz¨¢lez, presidente de la Asociaci¨®n contra la Soledad, una entidad estudiosa de las experiencias en varios pa¨ªses incluido el Reino Unido, que ha creado una Secretar¨ªa de Estado.
En esta zona de Madrid la mitad del voto de las ¨²ltimas elecciones se ti?¨® de azul y en este grupo, el 25% de indecisos est¨¢ representado por el estudiante. ¡°Vota lo que quieras, ?eh?, pero vota¡±, le advierte Maritza, tras indignarse con un pa¨ªs que no puede sostener a tantos pol¨ªticos. Y a ellos ?qu¨¦ les pedir¨ªan? Dori se ensombrece: ¡°?Que qu¨¦ les pedir¨ªa? Yo he ido a pedir ayuda a domicilio y no me la han dado porque vivo con mi hija¡±. Mayte Sancho reclama una red de cuidados profesionales y acompa?amiento a trav¨¦s de movimientos comunitarios que creen nuevas relaciones de vecindad. L¨¢zaro Gonz¨¢lez, liderazgo desde el Gobierno para crear un foro con todos los implicados (en la l¨ªnea de la propuesta del PSOE) y a partir de ah¨ª, con consenso, una estrategia (como el PP).
¡°No nos respetan. Es como que est¨¢n deseando que te mueras¡±. Dori siente esa alienaci¨®n com¨²n a los que han sobrepasado los 65: la invisibilidad, que hablen por ti en el m¨¦dico, sentirse un invitado en tu propia casa, infantilizarte. ¡°En el autob¨²s me encuentro constantemente mayores solos que quieren hablar. Se nota que no hablan con nadie¡±, dice Maritza.
Aqu¨ª s¨ª que hablan. De viajar. De un fin de semana en la sierra. Por los gestos, parecen tres adolescentes con ansia de escapar.
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