Fin de campa?a: la caja negra del 28-A
La gran inc¨®gnita en Vox: puede destruir a la derecha o propulsarla al Gobierno. Las descalificaciones y las extravagancias han marcado los ¨²ltimos 15 d¨ªas
A cada acci¨®n se opone su reacci¨®n: las leyes de Newton tienen un correlato casi perfecto en la Espa?a del siglo XXI. La econom¨ªa espa?ola cabalg¨® 15 a?os a lomos de la madre de todas las burbujas, alimentada por Gobiernos del PP y del PSOE: la Gran Recesi¨®n posterior ha tenido una variante espa?ola salvaje, con niveles de paro y desigualdad sin igual en el Atl¨¢ntico Norte, y en lo pol¨ªtico alumbr¨® nuevos partidos y una crisis constitucional morrocotuda. Podemos naci¨® al albur del 15M, en medio del festival de recortes patrocinados por Europa. Y Cs surgi¨® como respuesta a la corrupci¨®n en el PP, entre otras cosas como la cuesti¨®n catalana. Las grandes crisis son siempre, al final, pol¨ªticas: adem¨¢s de acabar con 40 a?os de bipartidismo imperfecto, el desaf¨ªo independentista desat¨® la peor crisis desde la Transici¨®n, pero tambi¨¦n un patriotismo constitucional (o nacionalismo espa?ol disfrazado) que acab¨® derivando en Vox, el partido de extrema derecha que acaba con ese tab¨² que dec¨ªa que la cercan¨ªa del franquismo impide ese tipo de viajes. Vox es la caja negra de estas elecciones. Porque vamos a ciegas: las cocinas demosc¨®picas no sirven y el electorado ni siquiera ha podido evaluar a Santiago Abascal en los debates. As¨ª que hasta el domingo no se sabr¨¢ si Vox puede tener un efecto destructor sobre la derecha o si va a propulsarla hasta el Gobierno.
A cada acci¨®n, en fin, se opone su reacci¨®n: cada herej¨ªa tiene su apostas¨ªa. El atrincheramiento en el cinismo pol¨ªtico, el ruido y la furia de la campa?a electoral de las ¨²ltimas dos semanas termin¨® este viernes, pero es hijo de ese movimiento de placas tect¨®nicas del ¨²ltimo lustro. El PSOE cerr¨® cicatrices en una moci¨®n de censura cat¨¢rtica, y Pedro S¨¢nchez ha protagonizado una campa?a muy medida, a la defensiva, quiz¨¢ con la ¨²nica excepci¨®n de los ataques en el segundo debate al l¨ªder de Ciudadanos, Albert Rivera: hay 800.000 indecisos entre los socialistas y Cs que pueden darle al PSOE el plus que necesita para ganar las elecciones tras 11 a?os de traves¨ªa del desierto. Esa misma moci¨®n dej¨® grogui a la derecha. Y tras armar un Gobierno en Andaluc¨ªa apoyado por Vox, PP y Cs no han dejado de sacudirse zarpazos en campa?a, con Abascal marcando el tono de la discusi¨®n. El tirabuz¨®n final lo dej¨® este viernes Pablo Casado, que abri¨® la puerta a un Ejecutivo con Vox: ¡°?Para qu¨¦ vamos a andar pis¨¢ndonos la manguera?¡±.
Espa?a se europe¨ªza para bien y para mal. En casi toda Europa sube la marea de la extrema derecha, que ha llegado a varios Gobiernos (en el Este, pero tambi¨¦n en Italia y Austria, y hasta en los n¨®rdicos). Y en casi toda Europa hay Gobiernos de coalici¨®n: si una cosa es segura es que a partir del 28-A los partidos espa?oles tendr¨¢n que aprender a tejer alianzas. No, Espa?a no es diferente. Y aun as¨ª Berl¨ªn, Par¨ªs y Bruselas miran hacia el sur de los Pirineos con creciente preocupaci¨®n: Europa ¡ªy sus grandes peri¨®dicos, empezando por los muy liberales Financial Times y The Economist¡ª no quieren ver a Vox en el Gobierno ni en pintura. ¡°Ser¨ªa como sacar del armario otro demonio antieuropeo¡±, describe gr¨¢ficamente una alta fuente europea.
Las campa?as electorales est¨¢n hechas de materiales casuales: con una negociaci¨®n continua con las sorpresas de la realidad. Y quiz¨¢ la mayor (y desagradable) sorpresa sea el clima pol¨ªtico de los ¨²ltimos 15 d¨ªas, cargado de rayos y truenos. La suciedad de los hechos durante las ¨²ltimas semanas supera todas las expectativas: por el enconamiento del debate catal¨¢n, que era previsible, pero tambi¨¦n por un pu?ado de extravagancias. Listas repletas de militares y toreros; transfuguismo a todas horas; continuas referencias a ETA (¡°?os imagin¨¢is que los que est¨¢is aqu¨ª sentados sois v¨ªctimas de los criminales de ETA?, pregunt¨® Casado en un mitin en Galicia); un par de debates en los que la frase m¨¢s repetida fue ¡°no mienta¡±, y una mir¨ªada de descalificaciones: el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, ha sido sucesivamente ¡°fel¨®n¡±, ¡°golpista¡±, ¡°trilero¡±, ¡°traidor¡± y ¡°mentiroso compulsivo¡±. Solo ha faltado aquel ¡°palurdo de los C¨¢rpatos¡± del capit¨¢n Haddock.
Todo ese teatro est¨¢ llamado a terminar la noche del domingo, salvo que la fragmentaci¨®n se eternice con un nuevo bloqueo tras el 28-A: los polit¨®logos dan un empate t¨¦cnico entre los dos bloques, quiz¨¢ con algo m¨¢s de opciones a la izquierda, pero ni siquiera los 50.000 quiromantes, curanderos y gur¨²s que hay en Espa?a ¡ªcon nada menos que 2,5 millones de clientes anuales, seg¨²n el acad¨¦mico Galindo Tixaire¡ª se atreven a dar nada por seguro. Las noches electorales obedecen a un dispositivo narrativo singular, en el que pr¨¢cticamente desde el primer minuto se conoce el desenlace. Pero esta vez puede que la noche se alargue. Y mucho: meses, incluso. La extrema diversidad de los participantes en la cobertura de los resultados electorales (¡°polit¨®logos, comentaristas pol¨ªticos, militantes m¨¢s o menos abrazados y los propios pol¨ªticos, con sus declaraciones en caliente reflexionadas o emocionadas¡±, seg¨²n describe el escritor Michel Houellebecq en Sumisi¨®n) y la excitaci¨®n general pueden dar el 28-A esa impresi¨®n tan rara, tan teleg¨¦nica de vivir un momento supuestamente hist¨®rico en directo. Convertido en una especie de Moriarty de andar por casa, el propietario de la caja negra de estas elecciones, Santiago Abascal, repite una frase en todos sus m¨ªtines: ¡°Haremos historia juntos¡±. Ojo con eso. Dec¨ªa S¨¢nchez Ferlosio que los verdaderos l¨ªos empiezan cuando los l¨ªderes pol¨ªticos se empe?an en no limitarse a hacer pol¨ªtica y pretenden hacer historia.
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