El milagro socialista
El partido de Pedro S¨¢nchez encabeza hoy un resurgir de las izquierdas continentales ya balizado recientemente por las escandinavas
Consulte aqu¨ª todos los resultados de las elecciones generales.
Los profetas de la muerte de la socialdemocracia contemplan hoy, arruinados, sus pron¨®sticos fallidos. La causa de su tristeza nutrir¨¢ de alegr¨ªa a quienes comparten la causa del progresismo.
Y es que el socialismo espa?ol ha ultimado un milagro para su ast¨¦nica familia europea. Porque milagrosa era ya su supervivencia, cuando desaparec¨ªan del mapa el PS franc¨¦s, el Pasok griego y, casi enteramente, el Partito Democratico italiano.
Y mientras capotaban sus otrora florecientes partidos hermanos en Holanda y Austria y sufr¨ªa y sufre el SPD alem¨¢n. El de Pedro S¨¢nchez encabeza hoy ¡ªpor peso de pa¨ªs y rotundidad de su victoria¡ª un resurgir de las izquierdas continentales ya balizado recientemente por las escandinavas, y desde hace tres a?os, por las portuguesas.
Con sus aciertos estrat¨¦gicos, sus incomodantes vaivenes argumentales y sus errores tacticistas y propagand¨ªsticos, el PSOE ha capitalizado con eficiencia su brev¨ªsima etapa al frente del Gobierno.
Ha recogido frutos abundantes de su activismo legislativo; de su orientaci¨®n hacia el rescate social de quienes quedaron en la cuneta de la recuperaci¨®n econ¨®mica; de su sesgo feminista sin embozo y de su apuesta por el di¨¢logo territorial.
As¨ª que ha logrado saldar algunas facturas que le atenazaban ferozmente, como su mediocre (y a¨²n peor explicada) gesti¨®n pol¨ªtica de la Gran Recesi¨®n.
Un reproche bastante general que le adjudic¨® exageradamente el sambenito de corresponsable pasivo ¡ªcuando no de factor desencadenante¡ª en la agudizaci¨®n de las tremendas secuelas sociales generadas por la gran crisis econ¨®mica desatada en 2008. Se trataba de un bald¨®n letal, especialmente para un partido que se titula socialista desde hace 140 a?os.
Adem¨¢s, el insidioso problema planteado por el unilateralismo independentista ¡ªy especialmente el autoritarismo extremista de Quim Torra y de Waterloo¡ª, aunque haya servido para abonar el cultivo del partido ultra, no le ha descabalgado.
La combinaci¨®n de firmeza ¡ªcon episodios torpes como el comunicado de la reuni¨®n de Pedralbes¡ª e intenso di¨¢logo institucional m¨¢s bien le ha favorecido. Le ha ayudado a recuperar a sectores centristas y moderados en Catalu?a y Euskadi: donde, por cierto, el Partido Popular ha enterrado su car¨¢cter de partido nacional, o sea, aquel que mantiene una presencia relevante en todo el territorio espa?ol. Mientras que esta vez no le ha apuntillado en Andaluc¨ªa.
La notoriedad de esta victoria queda subrayada por la competici¨®n del PSOE consigo mismo, con sus resultados hist¨®ricos.
El de ayer supera en seis puntos sus cuotas de electores alcanzadas en 2015 y 2016, cuando el cuatripartidismo ya estaba instalado en el sistema. E iguala casi al mil¨ªmetro el obtenido en 2011 (28,8%), en la ¨²ltima gran cita del bipartidismo.
La evaluaci¨®n del resultado de un concursante se completa y adquiere relieve cuando se mide con los de sus rivales. Y en este cap¨ªtulo, resulta abrumador. Casi duplica al PP, dobla largamente a Ciudadanos, aumenta la distancia con Unidas Podemos y quintuplica al partido ultraderechista.
Lo m¨¢s trascendente es el desplome de la derecha convencional. El PP de Pablo Casado y Josemari Aznar se demedia respecto al de Mariano Rajoy y Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Y el fiasco ultra en Galicia ¡ªdonde Alberto N¨²?ez Feij¨®o y Ana Pastor profesaron de centroderechistas nada aznarizados¡ª es susceptible de fraguar tensiones intestinas. A lo que coadyuvar¨¢ el pr¨¢ctico empate con Ciudadanos.
Claro que, pese a todo ello, el PSOE no se basta por s¨ª solo ¡ªni siquiera con su vecino m¨¢s pr¨®ximo¡ª para reauparse al Gobierno. Necesitar¨¢ m¨¢s aliados. Y por tanto, deber¨¢ proponer un programa de segunda modernizaci¨®n de Espa?a ¡ªtras la que supuso su retorno a Europa¡ª capaz de encandilar a una sociedad todav¨ªa atribulada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.