El exfiscal y exministro del PSOE narra por primera vez sus citas con ETA
¡°Las reuniones fueron ¨²tiles para la divisi¨®n entre la izquierda ¡®abertzale¡¯ y la banda¡±
Tras haber sido ministro de la Presidencia con Felipe Gonz¨¢lez, fiscal general del Estado, miembro del Consejo General del Poder Judicial y, anteriormente, diputado por UCD y luego del PSOE en varias legislaturas, Javier Moscoso del Prado (84 a?os) se encontr¨® al final de su carrera p¨²blica con su aventura m¨¢s singular: su participaci¨®n en la delegaci¨®n gubernamental que se sent¨® con ETA en 2006 para intentar terminar con el terrorismo. El exministro nunca ha querido hablar de su participaci¨®n en aquellas conversaciones. Lo hace ahora cuando se celebra el primer aniversario de la disoluci¨®n de ETA y han transcurrido siete a?os y medio del cese del terrorismo.
La aventura se inici¨® en abril de 2006 en una reuni¨®n a la que fue convocado por Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, entonces portavoz parlamentario del PSOE. Rubalcaba le cont¨® que la tregua que hab¨ªa proclamado ETA se hab¨ªa conseguido en conversaciones privadas entre Jes¨²s Eguiguren, presidente del PSE, y representantes de la banda terrorista. ¡°El presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y ¨¦l mismo hab¨ªan pensado que yo era la persona adecuada para acompa?ar a Eguiguren. Acept¨¦ de inmediato. El objetivo de poder ayudar a terminar con la pesadilla del terrorismo y mi empat¨ªa con sus v¨ªctimas entre las que hab¨ªa amigos muy queridos, me decidieron. Se trataba de una responsabilidad que no pod¨ªa ni deb¨ªa eludir¡±.
Rubalcaba le dijo que las conversaciones con ETA se iniciar¨ªan una vez que el presidente Rodr¨ªguez Zapatero las anunciara en el Congreso. Pero no fue as¨ª. ¡°Unos d¨ªas antes de la declaraci¨®n presidencial, Rubalcaba me llam¨® y me dijo que se adelantaban porque ETA hab¨ªa avisado de que la tregua peligraba. Nos orden¨® que asisti¨¦ramos y nos limit¨¢semos a escuchar qu¨¦ dec¨ªan¡±.
El Gobierno no se comunicaba directamente con ETA, sino a trav¨¦s del Centro Henri Dunant, con sede en Ginebra (Suiza), amparado por la ONU, que cubr¨ªa la log¨ªstica. ¡°Fijaban las citas y no sab¨ªamos d¨®nde nos ¨ªbamos a reunir. Nos cambiaban de sitio con frecuencia. Tampoco sab¨ªamos d¨®nde resid¨ªan los de ETA. Todo era por razones de seguridad. A los etarras les not¨¢bamos m¨¢s seguros en Noruega que en Suiza¡±.
El primer encuentro, celebrado el 22 de junio, fue en Ginebra. ¡°Lo primero que me sorprendi¨® fue el tremendo recelo de los etarras. Los del centro nos pidieron que sali¨¦ramos del coche porque los etarras quer¨ªan comprobar que no nos acompa?aba la polic¨ªa¡±. Una vez en el hotel, el centro present¨® a Eguiguren y Moscoso al representante de ETA, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, y a un segundo personaje. ¡°Urrutikoetxea, al que identificamos, aunque se present¨® como George, se mostr¨® muy educado. Al otro, m¨¢s cerrado, nos cost¨® identificarle. M¨¢s tarde supimos que era Jon Yurrebaso¡±.
La reuni¨®n fue muy tensa, recuerda Moscoso. ¡°Nos presentaron una lista de agravios cuya conclusi¨®n era que, en la tregua, el Gobierno les trataba peor que antes. Eguiguren les record¨® que en el preacuerdo qued¨® claro que las fuerzas de seguridad seguir¨ªan actuando con la misma intensidad, y que hac¨ªa muy poco hab¨ªan incendiado una ferreter¨ªa de un concejal de UPN en Bara?¨¢in (Navarra). Entre reproches rec¨ªprocos transcurri¨® la reuni¨®n. Ellos negaron ser los autores del atentado y afirmaron que muchos de actos de la kale borroka eran de incontrolados. El ¨²nico aspecto positivo de la reuni¨®n fue la manifestaci¨®n de Urrutikoetxea de que quer¨ªan seguir con la tregua¡±. ¡°Antes de finalizar, Urrutikoetxea me entreg¨® una carta para que se la diera a Zapatero. Al bajar del avi¨®n me fui a La Moncloa y el presidente la ley¨® delante de m¨ª. Dec¨ªa lo mismo que nos dijeron en la reuni¨®n sobre su voluntad de llegar a un acuerdo¡±.
La segunda tanda de reuniones se celebr¨® entre el 26 y 28 de septiembre en Lausana (Suiza). ¡°Mi principal recuerdo es la impresi¨®n fatal que me produjo la presencia de Thierry al que no conoc¨ªamos. No ten¨ªa nada que ver en las formas con Urrutikoetxea. Era grosero, violento. Hablaba a gritos. Quer¨ªa demostrar, sobre todo a Urrutikoetxea, que ¨¦l era quien mandaba. Nos dijo que ¨¦l era el jefe de ETA y que ETA solo har¨ªa lo que ¨¦l dijera, y Urrutikoetxea call¨®¡±.
¡°La reuni¨®n fue tan desastrosa que pensamos que no habr¨ªa una tercera ronda. Thierry nos dijo que el proceso no nos iba a salir gratis, que tendr¨ªamos que ceder algo para que los miembros de ETA vieran que su sacrificio hab¨ªa servido para algo. Le respondimos que la postura del Gobierno era la contraria. Nunca el terrorismo pod¨ªa tener rentabilidad pol¨ªtica y le recordamos que en el acuerdo con Urrutikoetxea ya qued¨® claro que solo hablar¨ªamos de presos a cambio del cese del terrorismo. A pesar de todo no rompimos. Nos interesaba que la tregua siguiera porque ETA no mataba e intu¨ªamos que estaban cada vez m¨¢s divididos. Rubalcaba nos insist¨ªa en que no rompi¨¦ramos, que lo hiciera ETA para provocar contradicciones con el mundo abertzale¡±.
Protagonismo de Thierry
Moscoso not¨® la divisi¨®n antes, en una reuni¨®n con Eguiguren y los dirigentes abertzales Arnaldo Otegi y Joseba Permach en un caser¨ªo vasco. ¡°Estaban muy interesados en el ¨¦xito del proceso para poder regresar a la pol¨ªtica. Percib¨ª que para ellos ETA era una losa. Vimos anticipadamente lo que m¨¢s adelante sucedi¨®: que iban a empujar a ETA a terminar para recuperar la legalidad¡±.
La tercera tanda de reuniones se celebr¨® en Oslo entre el 11 y el 15 de diciembre. ¡°Fue la m¨¢s larga e in¨²til. Desapareci¨® Urrutikoetxea. Thierry pretendi¨® una y otra vez meter a Navarra en las conversaciones y siempre nos negamos. Plante¨® derogar la Ley de Partidos y le respondimos que depend¨ªa del Parlamento. Le tuvimos que explicar que los pol¨ªticos no pod¨ªan condicionar a los jueces. No se cre¨ªa la divisi¨®n de poderes¡±. Moscoso pens¨® que las conversaciones se romp¨ªan, pero volvieron a quedar para enero.
A los pocos d¨ªas, el 30 de diciembre de 2006, el atentado de ETA en la T-4 de Barajas, que mat¨® a dos inmigrantes ecuatorianos, acab¨® con las conversaciones y con la participaci¨®n de Moscoso. ¡°Tras la reuni¨®n de diciembre, Rubalcaba me dijo que estaba quemado porque mi nombre se hab¨ªa publicado. No s¨¦ c¨®mo se filtr¨® porque siempre tom¨¦ muchas precauciones¡±. Hoy, Moscoso est¨¢ convencido de que aquel proceso fue ¨²til para el final de ETA. ¡°Lo fue porque profundizamos en su divisi¨®n. Era un mundo en descomposici¨®n, en ruina. Pero, aunque ten¨ªa los d¨ªas contados, pod¨ªa hacer a¨²n mucho da?o. En ese equilibrio nos movimos¡±.
La lucha contra el relato falso del proceso de negociaci¨®n
Trece a?os despu¨¦s, Javier Moscoso responde que no sinti¨® miedo, pero s¨ª preocupaci¨®n e indignaci¨®n por la manipulaci¨®n que se hizo del tema de Navarra. ¡°La derecha mont¨® un relato paralelo de que est¨¢bamos dispuestos a entregar Navarra cuando no cedimos en nada. Fue una infamia¡±, explica el exministro, a¨²n indignado. ¡°La derecha, si no dirige las cuestiones de Estado, fabrica un discurso falso. Tuve algunos disgustos. Hubo gente que me insult¨® por la calle. Nos habr¨ªan crucificado si hubi¨¦semos calificado a ETA de movimiento vasco de liberaci¨®n nacional, como hizo Aznar, o acercado presos o liberado enfermos como ocurri¨® en el proceso de 1999¡±, recuerda. ¡°Vivimos la colaboraci¨®n y el compromiso con el proceso de pa¨ªses como Suiza, Francia o Noruega, y nos sentimos abandonados por muchos de los nuestros¡±.
"Pero imputar hechos falsos, como nos hizo la derecha, linda lo poco democr¨¢tico y no es propio de una derecha europea. Se necesita un juego limpio y lo malo es que la nueva derecha espa?ola est¨¢ haciendo algo parecido. Confunden la derrota de ETA con la desaparici¨®n del mundo abertzale. Es muy peligroso para la convivencia". "Tambi¨¦n ahora el relato falso est¨¢ complicando la soluci¨®n del problema catal¨¢n. Pensar que una soluci¨®n aceptable para la gran mayor¨ªa de los catalanes pueda ser posible sin restablecer previamente la convivencia y dialogando lo que haga falta es estar ciego. El consenso constitucional fue fruto del di¨¢logo entre distintos y eso es lo que ahora deber¨ªamos intentar, con el mismo esp¨ªritu de entonces", termina.
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