Chocolate belga, tabaco y un mensaje xen¨®fobo en Alcauc¨ªn
Un texto contra el alcalde, el belga Mario Blancke, sacude un pueblo malague?o con un 40% de poblaci¨®n for¨¢nea
Alcauc¨ªn (2.239 habitantes) es un pueblo al que se entra en coche y se sale a pie. Muchos de sus visitantes son senderistas, que lo toman de punto de partida para ascender al pico de la Maroma, el m¨¢s alto de la provincia de M¨¢laga. El ascenso es duro, pero la cima ¨Ca 2.066 metros- es un roqueo llano desde el que observar la comarca de la Axarqu¨ªa. La panor¨¢mica muestra motas blancas entre un manto verde. Son viviendas, la mayor¨ªa ¨Chasta 12.000, seg¨²n la Junta de Andaluc¨ªa- construidas fuera de la ley. Un estudio de Ecologistas en Acci¨®n calcula que Alcauc¨ªn acoge un 10% de ellas. Muchas siguen en un limbo legal a pesar del trabajo de la asociaci¨®n Save Our Homes in Axarqu¨ªa (SOHA), cuyo portavoz es el belga Mario Jean Baptist Blancke. Desde 2015, tambi¨¦n ejerce de alcalde de esta localidad. Pero la semana pasada estuvo a punto de abandonar por un incidente racista.
El clima, la tranquilidad, la naturaleza y la cercan¨ªa al mar -a 20 minutos de carretera- atrajeron a personas de medio planeta. Hoy, el 40% de la poblaci¨®n de Alcauc¨ªn es for¨¢nea. Un estudio de SOHA afirma que aportan dos millones de euros al mes al entorno gracias a sus pensiones. Destacan los brit¨¢nicos: siete de cada 10 extranjeros proceden de Reino Unido. Tambi¨¦n hay un buen n¨²mero de alemanes y, ¨²ltimamente, belgas, que siguen el ejemplo de su compatriota Blancke. La diversidad no ha gustado a todos los alcaucime?os. Uno de ellos envi¨® el martes pasado un mensaje a los tel¨¦fonos de sus vecinos: ¡°Queremos un alcalde o alcaldesa de Alcauc¨ªn. Y un equipo de gobierno que tambi¨¦n sea de aqu¨ª. ?Extranjero a tu pa¨ªs! No queremos un chupatintas en el pueblo de Alcauc¨ªn¡±. Corri¨® como la p¨®lvora.
Fue sobre las 10 de la ma?ana cuando la imagen de un cartel con ese texto se difundi¨® v¨ªa Whatsapp. Blancke quiere olvidar esa jornada. ¡°Casi lo dejo¡±, subraya. ¡°Tuve una conversaci¨®n con mi mujer y si ella no me hubiera apoyado, ya habr¨ªa dimitido¡±, comenta mientras apura su segundo cigarrillo L&M en solo 10 minutos. Ha vuelto a fumar para calmar los nervios. Aunque lo peor ha pasado ¨Cel autor del mensaje se autoinculp¨® ante la Guardia Civil- la tormenta ha dejado una inestable marejada en las habituales aguas tranquilas de Alcauc¨ªn.
Durante un caf¨¦ con leche con pitufo mixto en la terraza del bar Enrique, Blancke relata c¨®mo lleg¨® a M¨¢laga hace tres d¨¦cadas. Ten¨ªa 32 a?os. Import¨® chocolate belga. Regent¨® un par de pasteler¨ªas en Rinc¨®n de la Victoria y Torre del Mar. A los 49, decidi¨® dejarlo. ¡°La vida es m¨¢s que dinero¡±, asegura mientras las colillas se acumulan en el cenicero. Adquiri¨® un terreno de 6.000 metros cuadrados a las afueras de Alcauc¨ªn. Ah¨ª posee un huerto, diversos frutales y una coqueta vivienda. Result¨® ser una construcci¨®n ilegal, aunque ten¨ªa todos los papeles en regla. El ayuntamiento hab¨ªa estado a?os dando licencias conforme al futuro plan general de ordenaci¨®n urbana antes de que se aprobara. Ese documento nunca se firm¨®. Y su caso fue uno de tantos: SOHA re¨²ne a 400 familias afectadas en su misma situaci¨®n a las que Blancke da voz.
La asociaci¨®n naci¨® en 2008. En 2009, la Guardia Civil desarroll¨® en Alcauc¨ªn la operaci¨®n Arcos. Proces¨® a 51 personas. El entonces alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Alba, fue detenido. La Fiscal¨ªa lleg¨® a pedirle 226 a?os de prisi¨®n, aunque la Audiencia Provincial de M¨¢laga le conden¨® finalmente a 17 meses de c¨¢rcel el a?o pasado por un delito continuado de prevaricaci¨®n urban¨ªstica y tr¨¢fico de influencias y por otro de falsedad en documento oficial. ¡°En otras decenas de municipios ocurri¨® lo mismo, pero no hubo polic¨ªas¡±, recuerda Blancke. Fue en aquel momento cuando decidi¨® dar el salto a la pol¨ªtica. Apost¨® por Ciudadanos. En 2015 se convirti¨® en alcalde con el apoyo del PSOE.
Tras acabar el caf¨¦ se dirige al Ayuntamiento. En el corto recorrido saluda por sus nombres a cada vecino. Antonio, Sebasti¨¢n, Michael, Patrick. Pocos entienden lo sucedido la semana pasada. Valoran la convivencia en el pueblo. Pero basta acercarse a bancos de la plaza de calle la Fuente, donde cada ma?ana hay corrillos de jubilados. Surgen algunas claves. Piden leer entre l¨ªneas. ¡°Este solo gobierna para los extranjeros¡±, asegura uno de ellos. No todos comparten su tesis, pero callan. Y una voz se alza para avisar al grupo: ¡°Ojo, que aqu¨ª no somos racistas ni nada de eso, ?eh? No vayamos a dar esa mala imagen¡±.
Frente a ellos, una decena de brit¨¢nicos desayunan en las mesas del bar. ¡°Nos extra?a mucho lo ocurrido. Aqu¨ª hay buena convivencia¡±, insisten Christine y Leonardo Price, que residen varias temporadas al a?o en Alcauc¨ªn. Comparten sensaci¨®n con Bill Murphy, que vive desde 2009 en el pueblo: ¡°Aqu¨ª todo va bien¡±. Sus respuestas son en ingl¨¦s y, como ¨¦l, pocos de sus compatriotas dominan el castellano. Es lo que m¨¢s duele a los locales, que no terminan de entender a sus nuevos vecinos. ¡°Pero vaya, lo del mensaje fue una tonter¨ªa muy gorda. Lo importante es el respeto y la educaci¨®n¡±, afirma Antonia Luque mientras echa una mano a su hija en un peque?o ultramarinos mientras sigue por el m¨®vil Sila, telenovela a la que est¨¢ ¡°enganchada¡±.
En Alcauc¨ªn ahora el culebr¨®n es otro. Y los resultados electorales han dejado m¨¢s abierto que nunca el gobierno local, que se despidi¨® este mi¨¦rcoles con un pleno extraordinario burocr¨¢tico. El nuevo tendr¨¢ cuatro concejales de Ciudadanos y PSOE (los socialistas, con 48 votos m¨¢s), dos del PP y uno de Por mi pueblo. Blancke apuesta por reeditar el acuerdo con los socialistas, pero el PP tambi¨¦n le ha tentado. El pacto entre populares y PSOE no se descarta. ¡°En los pueblos importan m¨¢s las relaciones personales que las siglas¡±, destacan desde el PP local. Tras aquel pleno, miembros de dicho partido y del PSOE se sentaron en una mesa del bar Enrique a tomar caf¨¦ y an¨ªs.
Este s¨¢bado habr¨¢ soluci¨®n a la ecuaci¨®n. Para entonces, Mario Blancke habr¨¢ apurado varias cajetillas de tabaco motivadas por un mensaje racista que no esperaba. Siga o no como alcalde, al menos sabe podr¨¢ volver a dejar de fumar.
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