Los pactos locales entre la derecha entierran la reforma de la ley electoral

La conclusi¨®n es clara: La situaci¨®n actual de confusi¨®n con los variopintos pactos postelectorales para los cargos locales tras el 26-M se volver¨¢ a repetir dentro de cuatro a?os en las siguientes elecciones. El actual sistema de elecci¨®n indirecta de alcaldes es para los principales partidos el menos malo y no vislumbran otro con m¨¢s consenso. La segunda vuelta que propuso el PP en algunos casos y la prima al partido ganador no la defiende nadie, ni siquiera los populares que la han aparcado a la vista de las alianzas de perdedores que han fraguado ahora para preservar algo de poder local. Los partidos asumen que el bipartidismo acab¨® y que ahora habr¨¢ que acostumbrarse a los pactos, ellos y la sociedad.

En Melilla ha resultado alcalde el ¨²nico edil de Ciudadanos, con una alianza sorpresa de ¨²ltima hora con el PSOE y Coalici¨®n por Melilla para desbancar tras 19 a?os al popular Juan Jos¨¦ Imbroda. En Palencia el regidor sali¨® de una de las tres actas logradas por Ciudadanos, la tercera fuerza tras el PSOE ganador (11) y PP (nueve) gracias a la alianza de las tres derechas. Un escenario que se ha repetido en otras alcald¨ªas, a favor mayoritariamente del PP y en alg¨²n caso a compartir con Cs, en Madrid, Murcia, M¨¢laga o Zaragoza, pero tambi¨¦n con sorpresas como en Huesca, o Burgos, donde votos extra?os de Vox o en blanco s¨ª han proporcionado el bast¨®n de mando a alcaldes socialistas. Ahora hay m¨¢s partidos, menos mayor¨ªas absolutas y m¨¢s posibilidades de alianzas.

El PP de Pablo Casado present¨® hace un a?o, pocos d¨ªas despu¨¦s de salir elegido l¨ªder y como su primera propuesta, una reforma de la Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Electoral General (Loreg) que se intuy¨® como toda una declaraci¨®n de intenciones. El texto introduc¨ªa el planteamiento de primar a los partidos ganadores: ¡°Cuando una candidatura obtenga la mayor¨ªa simple y haya superado el 35% de los votos v¨¢lidos emitidos en la circunscripci¨®n y distancia, al menos, en cinco puntos porcentuales a la siguiente candidatura, obtendr¨¢ autom¨¢ticamente la mitad m¨¢s uno de los puestos de concejal en el Ayuntamiento¡±.

La idea de aquel PP era dar esa misma asignaci¨®n de ediles a las candidaturas que pudieran obtener la mayor¨ªa simple superando el 30% de los votos v¨¢lidos y se distanciase, al menos, en diez puntos a la siguiente lista. En esos supuestos se producir¨ªa luego una segunda vuelta electoral entre los partidos con m¨¢s del 15% de los votos y ah¨ª ya se le dar¨ªa vencedor a la formaci¨®n que sumase m¨¢s del 40% de las papeletas o distanciase en siete puntos a la siguiente se le adjudicar¨ªa la mayor¨ªa absoluta.

Cuando la registr¨®, la entonces portavoz popular, Dolores Montserrat, la justific¨® como una demanda de los electores para favorecer a los alcaldes que ellos votaban sin ¡°acuerdos oscuros en los despachos¡± para favorecer los ¡°pactos de perdedores¡±. Es lo que ha sucedido exactamente ahora y lo que han fomentado todos los partidos que han tenido esa posibilidad.

El PP, adem¨¢s, ya no quiere saber nada de aquella reforma. No se acept¨®, no se tramit¨® y no se discuti¨®, porque los dem¨¢s partidos ni la consideraron siquiera en la subcomisi¨®n sobre la reforma de la ley electoral que se extingui¨® en el Congreso en febrero pasado sin ning¨²n logro concreto en su haber. La ley electoral lleva vigente desde 1981 y apenas ha sufrido ligeros retoques. Es una de esas normas b¨¢sicas de las democracias que requieren un consenso cada vez m¨¢s dif¨ªcil. El anterior l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, que en los m¨ªtines hablaba mucho en las campa?as de los alcaldes ganadores, tampoco se permiti¨® esa variaci¨®n de las reglas de juego cuando comprob¨® que el PSOE lo rechazaba.

El panorama, pese al ruido escuchado ahora por los casos de pactos m¨¢s pol¨¦micos o extra?os en algunas corporaciones, no est¨¢ mejor con m¨¢s partidos en juego. Las nuevas formaciones que llegaron para romper el bipartidismo, Unidas Podemos y Ciudadanos, preconizan cambios en el sistema electoral, pero buscando una mayor proporcionalidad en las elecciones a Cortes y no sobre el m¨¦todo de elecci¨®n de alcaldes y concejales.

El PP, para empezar, transmite oficialmente que ese asunto ¡°no est¨¢ ahora encima de la mesa ni en sus prioridades¡±. Ning¨²n dirigente del equipo de Casado asume hacer una declaraci¨®n a?adida al respecto. Otras fuentes populares de la direcci¨®n precisan que en la situaci¨®n actual, con el PP benefici¨¢ndose de esas alianzas de perdedores, no tiene sentido insistir en esa reforma cuando los dem¨¢s no quieren. Se esperar¨¢ a que se desarrolle el nuevo curso parlamentario y se esperar¨¢ a otro momento m¨¢s oportuno para resucitarla.

El PSOE nunca tuvo clara esa necesidad de cambiar el sistema de elecci¨®n de alcaldes y su secretario general en el Congreso, Rafael Simancas, ironiza comprobando c¨®mo ahora el PP tampoco: ¡°Si alguien lo plantea, no lo vamos a apoyar. El m¨¦todo actual ser¨¢ mejorable pero no se me ocurre otra alternativa. La del PP era demasiado compleja¡±.

Mikel Legarda, del PNV, tampoco ve razones para sumarse al debate recurrente de la lista m¨¢s votada pero s¨ª para profundizar en la idea de qu¨¦ es lo que se persigue entre las funcionalidades de fomentar la participaci¨®n o la democracia en los sistemas electorales en general: ¡°Las leyes electorales, que son tan pol¨ªticas, buscan muchas cosas, no solo la proporcionalidad. ?Qui¨¦n gana? ?Qu¨¦ es m¨¢s democr¨¢tico? En un sistema no presidencialista gobierna el que m¨¢s apoyos concita y el que suma m¨¢s apoyos da m¨¢s gobernabilidad¡±.

Legarda, que ha estudiado otras alternativas, casi considera el sistema proporcional espa?ol el menos malo, como la mayor¨ªa de los dirigentes consultados: ¡°Uno de representaci¨®n pura, en el que no haces cortes, metes a casi todos los partidos, ofrece un gran abanico pero da muchos problemas de gobernabilidad. Y en el otro extremo, el mayoritario, el que gana se lo lleva todo y da gobernabilidad pero dejas a la mitad de la poblaci¨®n sin representaci¨®n¡±. Esa cr¨ªtica es la que le achacan tambi¨¦n la mayor¨ªa de los expertos de los partidos a la propuesta ya olvidada del PP, que por primar al ganador acababa relegando a un porcentaje muy amplio de los vecinos.

Ciudadanos tampoco est¨¢ en esa exigencia. Cuando provoc¨® en la anterior legislatura varias reuniones entre partidos para hablar de la ley electoral era por otros motivos, como recuerda Jos¨¦ Manuel Villegas, su secretario general: ¡°Deber¨ªa ser m¨¢s proporcional, con listas abiertas e introducir un corte del 3% nacional para que los partidos tengan representaci¨®n en el Congreso. Esto es lo que siempre hemos defendido y el bipartidismo ha impedido estos cambios. Con el actual escenario pol¨ªtico se ir¨¢ consolidando en Espa?a la cultura del pacto y los gobiernos de coalici¨®n, como pasa en muchos pa¨ªses europeos. Necesitamos una Ley electoral que d¨¦ m¨¢s capacidad de decisi¨®n a los ciudadanos y menos a los partidos¡±.

Podemos tambi¨¦n se apunta a rebajar el tope de la representaci¨®n electoral pero no a variar el m¨¦todo de elecci¨®n en las corporaciones locales. Txema Guijarro, secretario general de Unidas Podemos en el Congreso, defiende la virtud de obligar a la negociaci¨®n: ¡°Si las reglas de juego son las del parlamentarismo, los ciudadanos votan representantes y estos toman decisiones y llegan a acuerdos. Hay que asumir el sistema y las reglas. No se puede jugar al parch¨ªs con las reglas de las damas¡±.