El norte de Marruecos no es tierra para los subsaharianos
Las autoridades marroqu¨ªes intensifican la represi¨®n violenta contra los migrantes que llegan a Nador para cruzar a Melilla
Mohamed tiene un callo en la mu?eca del tama?o de una pelota de pimp¨®n. Se lo se?ala intentando ilustrar c¨®mo act¨²an los agentes marroqu¨ªes cuando pillan a alguien en las cercan¨ªas de la valla que separa Nador de Melilla, Marruecos de Espa?a. ¡°Nos aproximamos cuatro personas¡±, recuerda de aquel primer intento de salto fracasado, ¡°un perro alert¨® a los militares, est¨¢bamos escondidos en la maleza, nos vieron, nos atraparon y nos empezaron a pegar. Me dieron en el pie, en el brazo, en la cabeza¡±.
Organizaciones como la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH) denuncian un aumento de la violencia contra los migrantes subsaharianos que se refugian en Nador a la espera de acceder a la vecina Melilla. Para Omar Naji, vicepresidente y delegado en la provincia fronteriza, se trata de operaciones de ¡°venganza gratuita¡±. ¡°La principal diferencia con respecto al a?o pasado son las detenciones masivas de emigrantes¡±, asegura; ¡°en 2019 ha habido m¨¢s de 9.000 detenidos¡±. ¡°El norte de Marruecos es territorio prohibido para los subsaharianos¡±, puntualiza.
A Mohamed, migrante maliense de 23 a?os, le quedaban por delante seis meses y medio de traslados sumarios, redadas, palizas y robos, hasta que en julio, a la s¨¦ptima, consigui¨® cruzar la barrera y poner pie en Europa. Otros dos compatriotas se quedaron por el camino. ¡°Eso es algo que realmente me choc¨®¡±, reconoce ya en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) de Melilla, donde reside desde hace dos semanas. ¡°La polic¨ªa y los militares marroqu¨ªes te tratan como un perro, te dan por todos lados¡±.
Las detenciones se producen de forma aleatoria y sumaria. Despu¨¦s, los migrantes son trasladados a ciudades alejadas de la frontera, hacia el sur, como Errachidia, Beni Melal o Fez, donde, hasta 2018, pod¨ªan permanecer en campamentos a las afueras, ahora arrasados. Ya no tienen lugar de reposo. ¡°La ¨²nica alternativa es regresar a Nador, a la frontera¡±, esgrime Mohamed, que pas¨® varios meses entre Beni Melal y Casablanca.
¡°Es un juego¡±, critica Naji, ¡°una paradoja de la pol¨ªtica migratoria marroqu¨ª: ?para qu¨¦ detener y trasladar a migrantes que luego van a regresar a Nador?¡±. El activista se responde: ¡°Marruecos tiene que justificar la financiaci¨®n que viene de Europa¡±. La letan¨ªa de violaciones cometidas por las fuerzas auxiliares, un cuerpo paramilitar dependiente del Ministerio del Interior marroqu¨ª, no es nueva, pero s¨ª se ha sistematizado en un ¡°clima de terrorismo¡± contrario a la propia ley marroqu¨ª, seg¨²n el representante de la AMDH.
¡°A veces mandan matones que nos atacan con cuchillos para que no podamos decir nada¡±, cuenta Samba, maliense de 21 a?os aficionado al f¨²tbol. El joven es una de las 51 personas que saltaron la valla en el ¨²ltimo salto colectivo el pasado julio. Unas 200 personas lo intentaron. ¡°En el mismo momento del salto, empezaron a apalearnos¡±, recuerda, ¡°disparaban con pistolas el¨¦ctricas, nos tiraban piedras, nos daban con palos¡±. Samba pas¨® m¨¢s de un mes a la intemperie en las afueras de Yut¨ªa, una barriada a las faldas del monte Gurug¨², uno de los puntos de acercamiento al per¨ªmetro melillense para preparar los saltos. All¨ª, las redadas son constantes: ¡°No damos problemas, pero los marroqu¨ªes vienen a por nosotros¡±.
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