El ¨¦xodo de 2.000 campistas a orillas del r¨ªo de lodo
Los ocupantes de dos extensos 'campings' de Guardamar de Segura y Crevillente se ven obligados a abandonarlos por riesgo de inundaci¨®n
Da miedo el r¨ªo Segura en sus ¨²ltimos metros antes de confundirse con el mar. Masas informes de ca?as y maleza navegan veloces en el cauce turbio y anch¨ªsimo. Algunas barquichuelas de la orilla han naufragado. Guardamar de Segura es el punto final del caudaloso curso de agua que desde el viernes ha inundado tres provincias (Albacete, Murcia y Alicante), echado de casa a 3.500 personas y arruinado cosechas y vacaciones. En combinaci¨®n con la gota fr¨ªa, ha causado seis muertos.
El sol ilumina este domingo los desgarros del temporal en la playa kilom¨¦trica del centro de veraneo, con 15.000 vecinos. Locales y visitantes se han quedado arriba, en el paseo mar¨ªtimo, y se entretienen retratando el mar, que se muestra furioso, atizado por el Levante. ¡°Y es que as¨ª no sale todo lo que trae el r¨ªo, lo devuelve hacia el interior¡±, cuenta Dolores, a punto de atacar un arroz con verduras en el restaurante del Club N¨¢utico. ¡°Como dicen que todas [las verduras] se van a estropear, aprovechamos¡±. Los veleros del puerto deportivo flotan en el agua te?ida de marr¨®n.¡°Tenemos un barquito al fondo, y est¨¢ rodeado de ca?as. No se puede sacar. Y as¨ª todos¡± , dice su acompa?ante. La asociaci¨®n de vecinos Guardamar Playa ha protestado por el dise?o del espig¨®n de la desembocadura del r¨ªo que, entienden, dificulta la evacuaci¨®n de las aguas, seg¨²n informa La Verdad de Murcia.
Dolores se lamenta de que la riada le ha levantado las losetas de un apartamento que tiene en Santa Pola, ¡°en primera l¨ªnea¡± y le cuenta a la camarera que estaban en el Ayuntamiento de Guardamar recogiendo agua y bocadillos para subirlos a los pueblos de Almorad¨ª y Dolores, ¡°que est¨¢n sin agua, luz y tel¨¦fono¡±. En el ¨²ltimo pueblo, un beb¨¦ con fiebre ha tenido que ser rescatado en lancha. Otras tres personas aisladas han sido rescatadas. Alrededor, los comensales del restaurante intercambian informaci¨®n sobre la mayor gota fr¨ªa en d¨¦cadas.
Las acequias que rodean el pueblo lucen inundadas. ¡°En dos horas ha crecido¡±, explica Dolores, muy enterada. Amenazan el paisaje de naranjos y los cultivos de melones y de ?oras. La N-332 tambi¨¦n est¨¢ inundada, pero de coches en procesi¨®n sobre el cauce del Segura. La autopista de peaje est¨¢ cortada en direcci¨®n norte, a la altura del desv¨ªo a Benij¨®fas.
Del camping Marjal salen las ¨²ltimas caravanas ante la mirada de los animadores, sentados a la entrada. Los 500 veraneantes han de desalojar el extenso resort a orillas del r¨ªo por orden de la Guardia Civil. Aguas arriba, en Crevillente, los 1.500 ocupantes de otra instalaci¨®n de la misma propiedad fueron evacuados la pasada madrugada porque hab¨ªa entrado agua. Un millar de ellos, cuenta el copropietario de los dos complejos, Paco G¨®mez, son residentes que permanecen varios meses en sus caravanas, sobre todo extranjeros.
A la puerta de uno de los bungal¨®s de madera del camping de Guardamar, Milena trata de calmar a sus hijos. Est¨¢n dentro del coche, enfurru?ados. So?aban con la gigantesca piscina con un barco en medio, ahora desierta. ¡°Eran nuestras ¨²nicas vacaciones, ya hab¨ªamos retrasado la llegada y solo ten¨ªamos hasta el martes¡±, se lamenta. ¡°Somos aut¨®nomos y hasta el a?o que viene, nada¡±. Los pocos d¨ªas libres sonaban muy bien aqu¨ª despu¨¦s de pasar una noche corriendo para sacar las cosas del trastero y salvar el coche de la riada en Murcia, donde viven. ¡°Ahora nos est¨¢n bombeando el agua del garaje, que subi¨® a tres metros. Pero vamos, que lo nuestro no es nada. Hay gente que lo ha perdido todo".
Un coche familiar arrastra una autocaravana. Dentro, una pareja de veraneantes suizos llama a gritos a otro de los propietarios. No es la primera vez que vienen. ¡°Quer¨ªamos quedarnos hasta final de mes¡± ?Y ahora? ¡°A Santa Pola, pero no es seguro¡±. Se van, muy contrariados. Tambi¨¦n Fabio y su acompa?ante. ¡°Era nuestro segundo d¨ªa¡±, dice ella, ¡°despu¨¦s de dos d¨ªas de tormentas¡±. Se vuelven a Pamplona.
El copropietario del camping, Paco G¨®mez, no entiende la medida: ¡°En la construcci¨®n, hace m¨¢s de 20 a?os, se elev¨® el nivel del terreno metro y medio. No hay peligro¡±.
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