?Al matadero!

Enviar patrullas a riesgo de que las descubran y despedacen, o apliquen a sus miembros electrodos en las g¨®nadas. Organizar avanzadillas para desorientar sobre la posici¨®n del grueso de la tropa, al coste de que las destruyan. Descolgar paracaidistas para que el enemigo goce practicando el tiro al hombre.

Esas son tres formas de dirigir las propias huestes hacia el matadero, en tiempo de guerra, por conveniencias militares.

En tiempo de paz, se va viendo que el resultado es equivalente, pero el proceso, distinto. Basta que en el mes de junio, al acabar el juicio del proc¨¦s, el president Quim Torra empiece a discurrir, fraguar y calentar una ¡°respuesta¡± a la sentencia, como si esta fuese una pregunta. Se le a?ade que debe ser movilizadora, pues si no es absolutoria ser¨¢ injusta. Se completa la arenga aseverando que la historia se repetir¨¢, que ¡°ho tornarem a fer¡±, todos juntos y en uni¨®n encabezados por la Generalitat.

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Catalanes y brit¨¢nicos

Y luego se arma el caos con apoyo de comandos clandestinos, sean los CDR tan caros a la familia Torra (tot queda a casa), que legitima una arrodillada pseudoentrevista a sus dirigentes an¨®nimos en el Ara (solo faltaban las capuchas); o el secreto tsunami democr¨¤tic jaleado desde el inicio por Puigdemont y Torra.

Igual que los brit¨¢nicos han o¨ªdo durante 43 a?os que la Europa a la que se adhirieron era un p¨¦simo club, y as¨ª lo abonan (aunque milagrosamente, solo por mitades), los seguidores de la ?taca secesionista ¡ªabrumados, tristes, falsamente identificados con sus l¨ªderes condenados¡ª cabalgan decididos al matadero que les baliza el piquete de Waterloo, o sea, Quim Torra y Carles Puigdemont.

Y all¨¢ que les revientan un ojo, y cualquier d¨ªa la vida. ?Tienen ellos la culpa? No esencialmente, pardiez, que son chavales, sino quienes les convocan y azuzan. Tiene delito la cosa, les llaman a manifestarse ¡°pac¨ªficamente¡±: falacia, pues la llamada es a ocupar ilegalmente la v¨ªa p¨²blica, las estaciones, los aeropuertos. Y una vez lo han hecho, les env¨ªan a los Mossos para zurrarles, y salvar as¨ª la propia poltrona.

Es una t¨¦cnica inquisitorial, esa de suscitar confianza en la v¨ªctima, y luego desfibrilarla. Cada ojo de cada catal¨¢n que estalle en estas escaramuzas sin objetivo y sin sentido carga sobre la conciencia de Torra, si es que la tiene.

Torra ser¨¢ declarado alg¨²n d¨ªa culpable de alta traici¨®n a la patria catalana, no es un president, ni siquiera un no-ning¨², nada de un don nadie. En nombre de los chavales encendidos, que le detengan a ¨¦l los Mossos ¡ªsi acaso media imperativo legal¡ª, tal como se dispuso a hacer el gran Josep Llu¨ªs Trapero con su antecesor.

Del Govern de la Generalitat no cabe esperar nada, m¨¢s que el reiterado env¨ªo de los j¨®venes al matadero, para que le saquen del embrollo y pueda retirar una y otra vez sus pancartas ilegales del balc¨®n. O reaccionan los m¨¢s realistas, la Esquerra encabezada por Pere Aragon¨¨s y el n¨²cleo m¨¢s cre¨ªble identificado justo con el m¨¢s castigado, Oriol Junqueras. O hasta sus seguidores le enviar¨¢n a las tinieblas.