El misterio de los colchones ten¨ªa un precio
El elevado coste de su reciclaje y la falta de un vertedero comarcal son las principales razones de la acumulaci¨®n de m¨¢s de cien jergones diarios en las calles de Torrevieja
Nadie quiere los colchones usados. Son lo primero que salta cuando se adquiere una vivienda de segunda mano. Son dif¨ªciles de transportar en un veh¨ªculo convencional, costosos de reciclar y caros hasta en su desahucio, ya que desmontar un solo colch¨®n para su clasificaci¨®n y separaci¨®n de los materiales cuesta alrededor de 40 euros. Por este motivo, no los quieren ni los vertederos, salvo los que est¨¢n especializados en el tratamiento de la gomaespuma, del tejido que la envuelve o del hierro de sus muelles. En la comarca alicantina de la Vega Baja hay muchos municipios y ning¨²n vertedero. En una de sus principales ciudades, Torrevieja, s¨ª hay un ecoparque que trata de forma gratuita todo tipo de desechos, incluidos los colchones. Pero en la zona el mercado inmobiliario es incesante. Repleto de viviendas de segunda mano, en las que hay una renovaci¨®n constante de este enser.?
Nadie se atreve a atribuir a un solo motivo el excedente de jergones abandonados en las calles torrevejenses. Hasta 9.100 se han recogido entre los meses de julio, agosto y septiembre de este a?o. M¨¢s de cien piezas diarias que han desbordado al Ayuntamiento y a sus servicios de recogida de enseres. La concejal de Aseo Urbano, Carmen G¨®mez Candel, ve en esta masacre dom¨¦stica ¡°un misterio¡±. Ha buscado la respuesta al enigma en los establecimientos de venta de muebles, pero todo indica que la clave no est¨¢ en la ciudad, sino en la falta de un vertedero que d¨¦ servicio a la comarca m¨¢s septentrional de Alicante.
Todos los colchones que se abandonan en Torrevieja acaban en el ecoparque. La empresa municipal responsable de la recogida de residuo, Acciona, los traslada hasta este punto limpio, situado junto a la comisar¨ªa de la Polic¨ªa Local y cerca del parque de Bomberos, en una de las v¨ªas de salida de la ciudad. Hasta all¨ª llegaba este verano un cami¨®n cargado de jergones, con hasta 50 cada dos horas. Hay tres trabajadores, como Om¨®s y Mois¨¦s, dedicados exclusivamente a desmontar los colchones. Este verano no han parado un momento en toda su jornada laboral. Los colocan en horizontal, los desgarran a cuchillo, separan la tela que los envuelven y la gomaespuma y arrancan con un gancho el tejido que est¨¢ cosido a los muelles de hierro.
El material acaba en distintos vertederos. ¡°La gomaespuma y las telas van a diferentes vertederos, como los de Alicante o Albacete¡±, cuenta Marco Guirao, responsable del ecoparque. ¡°El hierro va a una fundici¨®n, en Orihuela o Murcia¡±, sigue. El metal es dif¨ªcil de extraer y su precio est¨¢ por los suelos. Pese a la sobreabundancia de colchones en las calles de la ciudad, reunir una tonelada a base de muelles no es sencillo. Ni r¨¢pido. El tr¨¢fico de materiales es incesante. Guirao y el resto de empleados de este servicio no paran un momento, entre monta?as de muebles, vidrios, electrodom¨¦sticos y, claro, colchones.
Mientras el encargado del ecoparque habla con EL PA?S, llega otro cami¨®n que ha recogido jergones por los barrios de Los Altos y Los Balcones, los que rodean el hospital de Torrevieja. Descarga 32 piezas que Om¨®s y Mois¨¦s se apresuran a apilar y ordenar. A juicio de Guirao, hay tres razones por las que encuentran tanto colch¨®n abandonado. Los nuevos propietarios de viviendas, ¡°que los dejan en la calle pese a que no costar¨ªa tanto traerlos aqu¨ª o avisar a la empresa municipal¡±. Los vertederos de la provincia y de las provincias colindantes ¡°cobran mucho por [hacerse cargo de] cada colch¨®n¡±. Hasta 40 euros por unidad. Y, por ¨²ltimo, los particulares y ¡°empresas que los traen de fuera¡±. Desde otros municipios de la comarca.
Aqu¨ª entra en juego la corrupci¨®n pol¨ªtica. En la Vega Baja, donde viven m¨¢s de 275.000 personas, no hay vertedero. El gran juicio pendiente de la provincia, el caso Brugal, que implicaba en una de sus m¨²ltiples ramificaciones a un empresario de Orihuela, ?ngel Fenoll, y sus presuntos negocios turbios con pol¨ªticos del PP municipales y provinciales, dej¨® al sur de Alicante sin basurero. Tambi¨¦n queda pendiente la puesta en marcha de una planta de transferencia de residuos en la zona, pero los alcaldes de la comarca no se ponen de acuerdo a la hora de fijar su ubicaci¨®n final. Conclusi¨®n: no hay vertedero. En Torrevieja hay un punto limpio que trata los colchones, pero? su entierro es caro, y en el ecoparque se hace gratis.
Los principales perjudicados de este amontonamiento de colchones en la v¨ªa p¨²blica, que comienza cada d¨ªa como en el mito de S¨ªsifo, son los vecinos. En la Torreta II, el barrio que hay junto al ecoparque, pueden agolparse ¡°hasta 60 o 70 colchones cada d¨ªa¡±, dice Guirao. Dos de ellos permanecen en el suelo, al lado de un contenedor de basura en el que tambi¨¦n alguien ha tirado un par de muebles peque?os. Jos¨¦ y Aicha, vecinos del barrio, esperan el autob¨²s que les lleva al centro urbano en la parada que est¨¢ pr¨®xima al repleto contenedor. ¡°No sabemos de d¨®nde han salido, ni si est¨¢n infectados o no¡±, dice Jos¨¦. Los ciudadanos est¨¢n hartos. ¡°Sobre todo, es una cuesti¨®n de salud¡±, apunta.
En la Torreta resulta muy sospechosa la ubicaci¨®n de los jergones desahuciados. ¡°Siempre est¨¢n en esta calle, la de m¨¢s afuera¡±, contin¨²a, ¡°como si supieran que el barrio es un laberinto en el que apenas hay salida¡±. Manuel, cuya vivienda est¨¢ cerca del contenedor, da un paso m¨¢s en su argumento. ¡°Esto de los colchones da mala fama al barrio¡±, asegura. ¡°Yo llevo viviendo 30 a?os aqu¨ª y no me voy¡±, afirma, ¡°pero luego siempre sale en los peri¨®dicos por cosas como esta¡±. La Torreta II es un barrio antiguo, de casas con precios asequibles. ¡°Es un barrio humilde como otro cualquiera¡±, protesta Manuel, ¡°y colchones hay en todos los sitios. No hay derecho¡±. En su opini¨®n, los jergones ¡°vienen de otros pueblos¡±. ¡°Los que los tiran saben que cerca hay puntos de recogida y chatarrer¨ªas, y se han acostumbrado a venir aqu¨ª¡±, sentencia.
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