Ciudadanos, un rosario de errores hist¨®ricos
La dimisi¨®n de Rivera era la ¨²nica salida coherente al naufragio de la formaci¨®n
?Qu¨¦ le ha pasado a una formaci¨®n que lleg¨® a liderar las encuestas hace solo a?o y medio y que ahora puede ser considerada una especie en extinci¨®n? El resultado electoral de este 10-N ha confirmado los peores presagios que han perseguido a Ciudadanos durante esta larga campa?a electoral iniciada, en realidad, al d¨ªa siguiente de las elecciones de abril. La dimisi¨®n de Albert Rivera era este lunes el ¨²nico camino coherente de aquel que fund¨® y llev¨® a Ciudadanos a sus cotas m¨¢s altas y ahora lo ha sumido en una crisis existencial.
Ese centro pol¨ªtico comprometido contra la corrupci¨®n, que parec¨ªa encarnar el partido de Albert Rivera, traicion¨® sus propios principios en junio del pasado a?o al apoyar en la moci¨®n de censura a Mariano Rajoy, derribado por una sentencia del caso G¨¹rtel. Sin embargo, gran parte del electorado pudo interpretar que Ciudadanos consolidaba con ese movimiento su vocaci¨®n de bisagra capaz de negociar con Pedro S¨¢nchez un programa electoral y, solo a?o y medio despu¨¦s, sostener a Rajoy en favor de la gobernabilidad y la estabilidad pol¨ªtica.
Pact¨® poco despu¨¦s Ciudadanos con el PP en Andaluc¨ªa y acept¨® el apoyo de Vox, lo que constituy¨® una inquietante se?al de alarma. La estrategia, sin embargo, todav¨ªa pudo convencer a los que cre¨ªan en la necesidad de acabar con la hegemon¨ªa y el clientelismo de los socialistas en esa comunidad. De hecho, solo cinco meses m¨¢s tarde, en las generales de abril, Rivera cosechaba m¨¢s de cuatro millones de votos y alcanzaba los 57 esca?os en el Congreso, su mejor resultado electoral a escala nacional.
Convertido en la clave de la gobernabilidad, a partir de ah¨ª, sin embargo, Ciudadanos inici¨® su descenso hasta la irrelevancia en la que ha quedado sumido este domingo. Alej¨¢ndose del centro, la derechizaci¨®n qued¨® plenamente demostrada poco despu¨¦s de las generales en Madrid y Murcia. En estos casos, la formaci¨®n de Rivera no aplic¨® el mismo correctivo de aliarse con otros para buscar la sana alternancia que terminara con la hegemon¨ªa de una derecha enfangada en la corrupci¨®n. Confirm¨®, de paso, su alianza con la ultraderecha. Se desvanec¨ªa as¨ª el espejismo de una formaci¨®n llamada a regenerar la vida pol¨ªtica.
El antinacionalismo sin complejos de Ciudadanos le ha reportado un ¨¦xito importante, especialmente significativo en Catalu?a, donde todav¨ªa es la primera fuerza pol¨ªtica a escala auton¨®mica. Sin embargo, tambi¨¦n en este terreno ha perdido todo su cr¨¦dito. Rivera y sus fieles no solo han atacado a ¡°la banda de S¨¢nchez¡± con la misma virulencia con la que atacaban a Carles Puigdemont y Quim Torra, sino que rehusaron apoyar la formaci¨®n de un Gobierno constitucionalista que habr¨ªa permitido al socialismo gobernar sin los temidos independentistas. Mantener la estridencia y el tono gamberro que impuso en la anterior campa?a electoral ha constituido otra equivocaci¨®n en este rosario de errores hist¨®ricos de Albert Rivera y sus fieles.
Ciudadanos fue acusado al principio de indefinici¨®n. Una vez exhibidos sus aut¨¦nticos contornos, importantes dirigentes han desertado de la formaci¨®n. Pero Rivera, fundador y alma del partido, no les escuch¨® y cuando lo hizo, ya en tiempo de descuento, ofreciendo un pacto de gobernabilidad ya era demasiado tarde. Las urnas le han dado finalmente la espalda. La decepci¨®n es palpable y el estrepitoso fracaso de Rivera ni siquiera es original. Abandonado incluso por fundadores del partido, repudiado por el ex primer ministro Manuel Valls, distanciado de su gran modelo europeo, Emmanuel Macron, Rivera, como Rosa D¨ªez en UPyD, ha sido v¨ªctima primero de su ambig¨¹edad y, despu¨¦s, de su err¨¢tico cesarismo remando hacia la ultraderecha. Ambos optaron por la muerte de la criatura que ellos mismos engendraron.
La dimisi¨®n de Albert Rivera era el ¨²nico gesto consecuente que cab¨ªa esperar. El alto nivel de deserciones (de Toni Rold¨¢n a Javiert Nart, entre otros) demuestra que el l¨ªder no contaba con el apoyo de todos sus dirigentes. Las urnas le han demostrado a Ciudadanos que la radicalizaci¨®n era un viaje a ninguna parte; que la derecha y la ultraderecha no necesitaban de su concurrencia. Los m¨¢s fieles a Rivera deber¨ªan tomar el mismo camino. Deben dejar paso a otros pol¨ªticos m¨¢s comprometidos con los ideales liberales de los que tan irresponsable y enga?osamente se apropiaron.
Este an¨¢lisis se public¨® la noche electoral y se ha actualizado a la ma?ana siguiente tras la dimisi¨®n de Rivera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.