El exjefe del Ej¨¦rcito que fich¨® Vox acusa a S¨¢nchez de ser un peligro ¡°para la seguridad nacional¡±
El exgeneral Coll dice que "los poderes del Estado" deben impedir la investidura del presidente y estudiar su procesamiento
El general retirado de cuatro estrellas Fulgencio Coll Bucher, jefe del Ej¨¦rcito de Tierra entre 2008 y 2012 y actual portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, cree que Pedro S¨¢nchez es ¡°un problema para la seguridad nacional¡± y que ¡°los poderes del Estado¡±, a los que no identifica, ¡°no deben permitir¡± que el presidente del Gobierno en funciones ¡°ponga impunemente en peligro la legitimidad institucional del Estado¡± o negocie ¡°una reforma del Estado de contenido y alcance desconocidos [¡] para quebrar el orden constitucional. Y ese es un comportamiento¡±, apostilla, ¡°que ni es leg¨ªtimo ni se puede consentir de un presidente del Gobierno¡±.
Tan graves acusaciones figuran en el art¨ªculo que, bajo el t¨ªtulo ¡°Pedro S¨¢nchez, un problema para la seguridad nacional¡±, public¨® Coll el pasado mi¨¦rcoles en la edici¨®n local de El Mundo de Baleares. Aunque inicialmente el escrito tuvo una difusi¨®n limitada, est¨¢ circulando profusamente por grupos de WhatsApp de militares, muy sensibilizados ante el independentismo catal¨¢n y preocupados con los ¨²ltimos acontecimientos, como el reconocimiento de la inmunidad de Oriol Junqueras o la acreditaci¨®n como eurodiputado de Carles Puigdemont.
Coll, de 71 a?os, est¨¢ retirado. Goza, por tanto, de plena libertad de expresi¨®n y no est¨¢ sujeto a las leyes disciplinarias castrenses. Pero el hecho de que haya sido el m¨¢ximo jefe militar del Ej¨¦rcito espa?ol hace solo siete a?os le presupone mayor responsabilidad y tambi¨¦n influencia sobre sus antiguos subordinados, la mayor¨ªa a¨²n en activo. Apela adem¨¢s a un asunto, la seguridad nacional, directamente vinculado a su profesi¨®n castrense y que los miembros de las Fuerzas Armadas est¨¢n obligados a preservar.
En su art¨ªculo, Coll llega a cuestionar la legitimidad de la actual representaci¨®n pol¨ªtica del Congreso que debatir¨¢ la investidura de Pedro S¨¢nchez, alegando que ¡°un n¨²mero desproporcionado de partidos con representaci¨®n afecta a la legitimidad" o que "un sistema de partidos caduca cuando su reemplazo no es consensuado¡±, por lo que propone aplicar un porcentaje m¨ªnimo de votos a nivel nacional para entrar en el Congreso y cuestiona la legalidad de los partidos independentistas catalanes.
¡°Espa?a est¨¢ pol¨ªticamente enferma desde hace a?os¡±, diagnostica. Y sit¨²a el origen de la enfermedad en la llegada de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a La Moncloa en 2004. ¡°Con Rodr¨ªguez Zapatero se abri¨® una ¨¦poca de pol¨ªticos de segunda generaci¨®n, que confunden la pol¨ªtica con la t¨¦cnica electoral, la frivolidad con algo consustancial a la acci¨®n de gobierno, la obsolescencia ideol¨®gica como base del pensamiento pol¨ªtico y el adanismo como principio de actuaci¨®n sin poseer experiencia vital¡±, escribe. Parad¨®jicamente, fue el entonces presidente del Gobierno socialista quien le nombr¨®? jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra, con rango de subsecretario, un puesto de confianza pol¨ªtica.
Pero sus mayores cr¨ªticas se dirigen a Pedro S¨¢nchez, a quien acusa de ¡°confundir una situaci¨®n de insurgencia organizada con una alteraci¨®n del orden p¨²blico¡±, en alusi¨®n a los altercados en Catalu?a tras la sentencia del proc¨¦s; de poner ¡°en peligro a los miembros de la seguridad del Estado para no caer en riesgos pol¨ªticos" durante aquellos tumultos; de considerar ¡°opcional su promesa de defender la Constituci¨®n¡±; o de caer ¡°en la utilizaci¨®n de medios y actos de Estado como propaganda electoral. Todo ello¡±, concluye, ¡°puede constituir actos contra la seguridad del Estado¡±.
A continuaci¨®n, recuerda que el art¨ªculo 102 de la Constituci¨®n permite que, a iniciativa de la cuarta parte de los diputados y por mayor¨ªa absoluta del Congreso, el presidente del Gobierno sea acusado ante la Sala Segunda del Supremo ¡°por traici¨®n o cualquier otro delito contra la seguridad del Estado¡±.
Tras asegurar que el mayor problema de Espa?a es "que la conducta de una persona ponga impunemente en peligro la legitimidad institucional del Estado¡±, asegura que Pedro S¨¢nchez ¡°busca una satisfacci¨®n personal sin reparar en que el da?o institucional es evidente, pues va a negociar una reforma del Estado de contenido y alcance desconocidos con una minoritaria representaci¨®n para quebrar el orden constitucional. Y ese es un comportamiento que no es leg¨ªtimo, ni se puede consentir, de un presidente del Gobierno¡±.
El exjefe del Ej¨¦rcito pide a ¡°los partidos constitucionalistas, incluido el PSOE¡±, que no faciliten la investidura de S¨¢nchez, pues el cambio de legislaci¨®n, ¡°para cumplir las condiciones de los sediciosos [en alusi¨®n a ERC] es m¨¢s que una posibilidad¡±. ¡°Los poderes del Estado¡±, concluye, ¡°no deben permitir esta actuaci¨®n lesiva y [deben] proceder a constatar si la conducta del candidato incurre en responsabilidad criminal. Estamos ante un problema de seguridad nacional¡±.
Coll no es el ¨²nico exmilitar que ha fichado Vox. Entre sus 52 diputados hay cuatro militares (Agust¨ªn Rosety, exgeneral de brigada de Infanter¨ªa de Marina; Alberto Asarta, exgeneral de divisi¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra; Manuel Mestre, exteniente general del Ej¨¦rcito del Aire; y Carlos Hugo Fernandez-Roca, capit¨¢n en excedencia del Ej¨¦rcito del Aire).
Ninguno, sin embargo, lleg¨® a general de Ej¨¦rcito (cuatro estrellas) y jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, como Coll. Form¨® parte de la c¨²pula militar presidida por el general del Aire Julio Rodr¨ªguez (actual dirigente de Podemos), a propuesta de la entonces ministra de Defensa Carme Chac¨®n. Como jefe de la brigada Plus Ultra, Zapatero le orden¨® preparar la retirada de las tropas espa?olas de Irak y luego le encarg¨® la creaci¨®n de la Unidad Militar de Emergencias (UME), antes de ascender a la jefatura del Ej¨¦rcito.
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