Pol¨ªtica migratoria: la d¨¦cada perdida
La acci¨®n p¨²blica en materia de migraciones no puede basarse solo en el control de fronteras
En la ¨²ltima d¨¦cada, apenas se ha hablado de pol¨ªticas de inmigraci¨®n. Puede parecer un contrasentido en unos a?os en los que la inmigraci¨®n como fen¨®meno ha copado agendas pol¨ªticas y debates p¨²blicos. Pero se ha avanzado poco, por no decir nada, en el desarrollo de instrumentos que permitan hablar de gesti¨®n p¨²blica de la movilidad. En los sistemas democr¨¢ticos, eso significa hablar de derechos (y s¨ª, tambi¨¦n deberes), libertades y garant¨ªas.
La movilidad con derechos parece fuera del debate de las pol¨ªticas p¨²blicas. Algunas voces abogan por la movilidad sin explicar c¨®mo proteger a las personas de todo tipo de explotaci¨®n; otras ¡ªlas m¨¢s¡ª creen que sus derechos est¨¢n amenazados por esa movilidad global.
Este constructo no es gratuito: se ha ido conformando paulatinamente en la conjunci¨®n de dos tendencias. Una primera basada en el no hacer nada, en no querer hablar de c¨®mo gestionar la inmigraci¨®n, en no abordar c¨®mo afrontar los miedos (en muchas ocasiones malinterpretados e intencionadamente alimentados) de una parte de la poblaci¨®n a quien el mundo le parece que cambia a demasiada velocidad. Esa parece haber sido, en buena parte, la actitud de la socialdemocracia en el Norte a la hora de atender las pol¨ªticas de inmigraci¨®n: mejor no hablar del tema para evitar posibles costes electorales. La otra l¨ªnea ha bebido de fuentes m¨¢s conservadoras, y se ha hecho fuerte en problematizar y, en ocasiones, criminalizar al diferente. Usando discursos epid¨¦rmicos, el lenguaje nativista que confronta a un ellos amenazante frente con un nosotros amenazado ha ido calando en el debate p¨²blico, en el que tampoco se han puesto sobre la mesa propuestas de cambio realistas y razonables, ajustadas a derecho (y a derechos) para gestionar la migraci¨®n desde la res p¨²blica.
Para no reconocer esta ausencia de debate, basado en premisas anticuadas, se ha vestido la acci¨®n p¨²blica migratoria b¨¢sicamente como control de fronteras. Reforzando esta mirada basada en la seguridad que convierte la inmigraci¨®n en amenaza se intenta hacer pol¨ªtica migratoria desde la frontera. Un intento que no puede dejar de ser fallido, porque la frontera es una herramienta que, convertida en un fin en s¨ª misma, se convierte en una distorsi¨®n m¨¢s de la gesti¨®n ordenada de los flujos migratorios por la que aboga el Pacto Mundial de Migraciones. Esa disfunci¨®n provoca constantes vulneraciones de derechos y se convierte en un negocio sombr¨ªo del que se benefician unos pocos bolsillos a costa de muchas vidas.
En la ausencia de pol¨ªticas migratorias integrales que entiendan la movilidad como un fen¨®meno global, en la ausencia de una perspectiva nueva que supere arquetipos ya caducos, se mueven muchos proyectos de vida. Y se mueven, cada vez m¨¢s, muchas vidas truncadas por acciones miopes que las dejan en manos de todo tipo de abusos. Levantar la mirada de la frontera es imprescindible en t¨¦rminos de buena gesti¨®n para garantizar, en democracias saludables, la protecci¨®n de los derechos que hace ya 70 a?os se constituyeron como inalienables a cualquier ser humano.
Gemma Pinyol-Jim¨¦nez es directora de pol¨ªticas migratorias y diversidad en Instrategies. Investigadora asociada GRITIM-UPF.
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