Correr para echar ra¨ªces
Un pueblo de Burgos plantar¨¢ un ¨¢rbol por cada participante en su San Silvestre con el fin de recordar el valor de lo rural
Pocos incentivos para el esfuerzo como el de un caldo caliente en una ma?ana invernal en un p¨¢ramo burgal¨¦s. El vapor de aroma delicioso, y mejor sabor, que emana de los vasos compite con el que emiten los corredores, de todas las edades y atuendos, que se recuperan tras una carrera popular navide?a. Los Balbases, un peque?o pueblo del sur de la provincia, ha elegido el deporte como mecanismo para que la localidad no caiga en el olvido. Los m¨¢s de 400 atletas aficionados de este s¨¢bado, que pagaron entre siete y nueve euros, superan con creces a la poblaci¨®n local, de 311 personas, y duplican a los residentes en los meses m¨¢s fr¨ªos.
Esta edici¨®n supone la tercera organizada con un prop¨®sito claro: que beneficie a Los Balbases. Esta vez, con cada inscripci¨®n plantar¨¢n un ¨¢rbol, una iniciativa que ha ayudado a engrosar las listas y superar el m¨¢ximo registro hist¨®rico. El alcalde, Pedro Soto, de Ciudadanos, y el organizador de la San Silvestre, V¨ªctor Fern¨¢ndez, coinciden en que esta idea ecol¨®gica se adscribe a la conciencia medioambiental que tanto protagonismo ha tenido este a?o. ¡°Es un orgullo que haya este clima de participaci¨®n, viene gente de Madrid¡±, se?ala el regidor, con su ch¨¢ndal y dorsal. Fern¨¢ndez a?ade, junto a la meta del recorrido, que el objetivo es ¡°hacer algo que perdure¡± e incentive a la gente a volver a su pueblo. En primavera se plantar¨¢n m¨¢s ¨¢rboles que personas hay en el lugar, aunque a¨²n no sabe exactamente d¨®nde. Si sobra un poco m¨¢s de dinero que el previsto inicialmente para la repoblaci¨®n, tambi¨¦n se dedicar¨¢ a poner m¨¢s ejemplares, apuntan.
Los Balbases se encuentra entre Burgos y Valladolid, en una comarca de fuertes vientos y donde abundan los molinos e¨®licos. Por fortuna para los corredores, la densa niebla matutina se esfum¨® antes del bocinazo de salida, pasado el mediod¨ªa. La potencia de Metallica o ACDC resuena entre los comentarios de los participantes, que calientan en busca de mejorar sus marcas personales o, simplemente, cubrir la distancia, que no es poco. Nadie quiere recibir la terrible frase ¡°eres m¨¢s lento que el desarrollo de la berza¡±, una met¨¢fora popular entre los habitantes.
El sol asisti¨® a la orquesta que acompa?a a estas pruebas m¨¢s l¨²dicas que competitivas: el resollar de los menos habituados a calzarse las zapatillas, el pisar de estas sobre las calles de cemento, los lamentos al aparecer las cuestas que tan cruelmente hacen honor a su nombre o los ¨¢nimos del p¨²blico, encantado de que tantas personas troten por delante de m¨¢s casas abandonadas de las que ser¨ªan deseables. Los deportistas cubren cinco kil¨®metros junto a las bodegas, por caminos de tierra o un pil¨®n cuyas aguas cantan al pasar de los corredores. Las ¨²ltimas lluvias han provocado un poco de barro en ciertas zonas, pero nada preocupante para los intr¨¦pidos asistentes.
El olor a lumbre que rodeaba el circuito, que transita junto a las dos iglesias balbase?as, se uni¨® con los gorros de Pap¨¢ Noel de varios concursantes para recordar que la Navidad ayuda a revitalizar los pueblos peque?os, aunque sea por un d¨ªa. C¨¦sar Cerezo, de 74 a?os, no se apunt¨®, pero celebra la acogida: ¡°Ahora que tanto hablan de la Espa?a vac¨ªa, al pueblo le da mucho ambiente tanto visitante¡±. La brecha generacional se aprecia entre este hombre canoso con boina y Cintia Pescador, de 20 a?os, que se protege del fr¨ªo con un gorro con un mensaje en ingl¨¦s. Las tesis, en cambio, son las mismas: ¡°El mundo rural se est¨¢ acabando y tenemos que revivirlo¡±. Ambos nacieron en Los Balbases y agradecen que las inscripciones impliquen un ¨¢rbol plantado. David Arija, de 19 a?os, que se jacta de haber sido de los mejores balbase?os en liza, apoya este proyecto ¡°ahora que el medio ambiente est¨¢ un poco jodido¡±. Unos chavales que han preferido comer gusanitos con sabor a k¨¦tchup recalcan que a ellos les gusta su pueblo y que esta clase de d¨ªas sirven para recordar el lugar de donde proceden sus familiares.
El j¨²bilo de finalizar la prueba sin contratiempos se palpa en la nave que sirve para entregar los premios. All¨ª se informa a los lugare?os que la campana del templo de San Mill¨¢n, que se rompi¨®, pronto ser¨¢ sustituida gracias a los fondos recaudados en 2018. La gente jalea. Ya hay m¨¢s cervezas que caldos en las manos de quienes toman el sol en una agradable hora del verm¨². All¨ª aprovechan para ponerse al d¨ªa o intercambiar sensaciones tras la San Silvestre. Poco despu¨¦s se reparten unas raciones de patatas con carne, un digno remedio para recuperar las calor¨ªas perdidas durante la ma?ana.
La carrera siembra el lugar de sonrisas, aunque un atleta se queja de los ¡°isquios¡± y estira contra una pared de adobe. Otros, como la local Jessica Garc¨ªa, de 27 a?os, valoran su resultado, aunque aspiran a mejorar: ¡°El a?o pasado fui la tercera mujer; este, la segunda¡±. Su af¨¢n deportivo y su aprecio por su pueblo har¨¢n que en 2020 ella no se quede plantada.
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