Artur Mas: ¡°?Sea como sea, votaremos!¡±
El 'expresident' relata en un libro los preparativos para la consulta ilegal de independencia de 2014. Lea uno de los cap¨ªtulos
El martes llega a las librer¨ªas Cabeza fr¨ªa, coraz¨®n caliente (Pen¨ªnsula), el relato de Artur Mas sobre sus a?os como presidente de la Generalitat ¡ª2010 a 2016¡ª y como art¨ªfice del proceso de independencia. En este cap¨ªtulo del libro, que avanza EL PA?S, el expresident subraya las diferencias que surgieron con ERC durante la organizaci¨®n de la consulta ilegal de autodeterminaci¨®n, el 9 de noviembre de 2014.
¡°Esa semana tuve un encuentro con los presidentes de Telef¨®nica y CaixaBank, C¨¦sar Alierta e Isidre Fain¨¦, respectivamente. El objetivo era compartir puntos de vista y poner en com¨²n la estrategia, de la que ellos formaban parte, de hablar con Mariano Rajoy para que accediera a hallar un camino que facilitara las cosas. [...] Ellos dos sobre todo, pero tambi¨¦n Emilio Bot¨ªn antes de morir, intentaban ayudar, tanto en Catalu?a como en Madrid, a encontrar una soluci¨®n basada en el entendimiento entre ambos Gobiernos. Me acuerdo que siempre les dec¨ªa que Rajoy los escuchar¨ªa, pero que no les har¨ªa mucho caso. Por desgracia, as¨ª fue¡±.
¡°El 9 de octubre, justo un mes antes de la consulta, realizamos una nueva cumbre de partidos, en esta ocasi¨®n en el Palau Robert. Fue una reuni¨®n muy agria, en la que ERC e Iniciativa per Catalunya subieron el tono y cuestionaron abiertamente nuestra forma de actuar. Para este tipo de cumbres ¨ªbamos cambiando el lugar del encuentro. Los periodistas iban locos para saber cu¨¢ndo, d¨®nde y con qui¨¦n nos reun¨ªamos¡±.
¡°La situaci¨®n del Govern era diab¨®lica: por un lado, ten¨ªamos a todo el aparato del Estado poni¨¦ndonos la bota en el cuello para que no pudi¨¦semos hacer nada; por el otro, ten¨ªamos a los partidos pol¨ªticos catalanes favorables a la consulta presion¨¢ndonos con unas exigencias que la Generalitat no pod¨ªa cumplir, ni queriendo. ?ramos el queso colocado entre pan y pan.
Ese d¨ªa me ocurri¨® algo que no acostumbra a sucederme mucho. Mont¨¦ en c¨®lera ante tanta incomprensi¨®n o tanto tacticismo. Y levant¨¦ la voz, manteniendo las formas pero yendo al grano. Aparte de los representantes de CiU y del Govern, estaban los dirigentes de ERC, Iniciativa y la CUP.
Les dije que si las cosas eran tan f¨¢ciles como ellos dec¨ªan y nosotros tan ineptos para llevarlas a cabo, exist¨ªa una soluci¨®n muy sencilla: estaba dispuesto a destituir a mi Govern en pleno y a nombrarlos a ellos consejeros y consejeras para que hiciesen el trabajo. Si tan f¨¢cil era todo, tendr¨ªan la oportunidad de demostrarlo. Se hizo un silencio sepulcral. Los mir¨¦ uno por uno, esperando una respuesta, pero todo el mundo miraba hacia otro lado. Nadie recogi¨® el guante, por suerte. Tanto Joana Ortega como Quico Homs deb¨ªan creer que me hab¨ªa vuelto loco, porque no estaban al quite de mi jugada. Pero no, no me hab¨ªa vuelto loco, simplemente estaba hasta las narices.
En el fondo ten¨ªamos esquemas de trabajo y objetivos diferentes. Mi prop¨®sito era poner las urnas, costase lo que costase. De una forma o de otra. Dar a la gente la oportunidad de expresarse. Y eso significaba urnas, papeletas, y que el modo de acreditarse para poder votar y despu¨¦s hacer el recuento fuera serio, un proceso homologable. David Fern¨¤ndez, de la CUP, entend¨ªa mejor la situaci¨®n y trataba de ayudar.
ERC se comportaba como la gran defensora de las esencias y apostaba te¨®ricamente por el enfrentamiento directo con el Estado. Parec¨ªa que para ellos lo importante en esos momentos no era tanto que se pusiesen las urnas como el conflicto con el Estado, aunque fuera a costa de no poder realizar la votaci¨®n o de realizarla en condiciones de confrontaci¨®n abierta. No era, en cualquier caso, ni mi opci¨®n ni mi preferencia. Iniciativa se mostraba tambi¨¦n bastante exigente, supongo que por no parecer menos, pero en el fondo conceb¨ªan el 9-N como un gran acto de protesta o de participaci¨®n ciudadana, al margen de si se votaba o no. Yo segu¨ªa aferrado a mi idea principal: ?Sea como sea, votaremos!
Y as¨ª llegamos a la semana que termin¨® siendo decisiva para el futuro del 9-N. A las doce de la ma?ana del lunes 13 de octubre comenzamos una nueva cumbre, en el Palacio de Pedralbes, que terminar¨ªa alarg¨¢ndose hasta bien entrada la noche. El ambiente era de muchos nervios. Todos los que participamos sab¨ªamos que iba a ser un d¨ªa decisivo.
Los miembros del Govern ten¨ªamos una propuesta concreta: la ¨²nica forma de hacer realidad el 9-N era que la Generalitat hiciera todo lo que estuviera en sus manos, pero que la organizaci¨®n formal fuera trasladada al mundo asociativo. En este sentido, le hab¨ªa pedido a Joan Rigol que comenzase las gestiones para transformar el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir en una asociaci¨®n, dot¨¢ndola de capacidad legal y prepar¨¢ndola como posible organizadora de la consulta.
Ese mismo d¨ªa me re¨²no con Oriol Junqueras en un hotel muy cercano al palacio de Pedralbes, antes de la cumbre. Le hablo con todas las cartas encima de la mesa: solo veo factible ir a votar el 9-N si el planteamiento es el de un proceso participativo organizado por entidades y voluntarios, con la Generalitat ayudando desde atr¨¢s. A?ado que, si esta v¨ªa no es aceptada, entonces no quedar¨¢ otro camino que la convocatoria de elecciones anticipadas, en forma de plebiscito. Esa reuni¨®n entre los dos obedec¨ªa, por mi parte, a mi deseo de sincerarme con Junqueras para que confiase en m¨ª y para ir a la cumbre con una estrategia compartida que garantizara su ¨¦xito.
No obtuve ning¨²n compromiso, pero me levant¨¦ de la mesa pensando que encontrar¨ªamos un punto de entendimiento. Por desgracia era una falsa percepci¨®n, como tendr¨ªa oportunidad de comprobar una vez que nos encontr¨¢semos todos reunidos y ERC demostrase que el objetivo con el que acud¨ªa a la reuni¨®n era el de formalizar su disconformidad y oposici¨®n a la f¨®rmula de votaci¨®n del 9-N que plantear¨ªa el Govern¡±.
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