As¨ª fue la mesa de di¨¢logo: tres horas de terapia sobre el origen de la crisis catalana
La mesa se centr¨® en un largo debate sobre cu¨¢ndo, qui¨¦n y c¨®mo empez¨® el conflicto
La primera gran discusi¨®n de la mesa de di¨¢logo no fue, como todo el mundo esperaba, sobre c¨®mo se puede resolver el conflicto pol¨ªtico o si Catalu?a tiene o no derecho a votar en un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Fue algo mucho m¨¢s b¨¢sico, que se llev¨® buena parte de las tres horas de reuni¨®n entre dos partes que hasta hace poco parec¨ªan irreconciliables y el mi¨¦rcoles pasearon amablemente por los jardines de La Moncloa y compartieron varias horas de animado debate sin ninguna tensi¨®n. Lo que s¨ª gener¨® algunos moderados cruces dial¨¦cticos, fue algo que recordaba al arranque de Conversaci¨®n en la catedral, de Mario Vargas Llosa, con su "?En qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨², Zavalita?".
Los representantes de la Generalitat y del Gobierno dedicaron largos minutos a analizar, con discrepancias importantes, cu¨¢ndo se torci¨® la crisis catalana, d¨®nde est¨¢ el origen de todos los males. Hablaron los 15 all¨ª reunidos y varias veces, aunque la voz cantante la llevaron en todo momento los presidentes Pedro S¨¢nchez y Quim Torra. Cada uno tuvo opiniones matizadas, pero el principal cruce se produjo, seg¨²n varios de los presentes, entre Josep Mar¨ªa Jov¨¦, el llamado arquitecto del proc¨¦s, imputado por su participaci¨®n en ¨¦l y hombre clave en el poder de ERC, y Carmen Calvo, la vicepresidenta y la persona a la que S¨¢nchez ha encargado la interlocuci¨®n directa y constante con los independentistas, y en especial con Pere Aragon¨¨s, el l¨ªder de los republicanos.
Calvo insist¨ªa, como suele decir el Gobierno, en que el problema empez¨® en 2010, cuando la sentencia del Constitucional tumb¨® una parte del Estatut. Pero Jov¨¦ discrepaba, porque ¨¦l cree, como suele defender ERC, que el problema es anterior y viene de cuando se negoci¨® el propio Estatut, entre 2003 y 2006, y se hizo de una manera que frustr¨® a buena parte de los catalanes, como se vio en la escasa participaci¨®n en el refer¨¦ndum.
Hab¨ªa discrepancias de fondo, pero ambos grupos coincid¨ªan en responsabilizar al PP, que entonces recogi¨® firmas por toda Espa?a contra el Estatut e incluso pidi¨® un refer¨¦ndum en todo el pa¨ªs para frenarlo. Y tambi¨¦n al Constitucional, entonces con mayor¨ªa conservadora, porque tumb¨® en el texto ¡ªacordado por el Parlament, el Congreso y refrendado por los catalanes¡ª? cosas que acept¨® en otras leyes b¨¢sicas de comunidades como la valenciana o la andaluza.
Jov¨¦ les explic¨® que una parte de los catalanes hab¨ªa visto la negociaci¨®n del Estatut como una ¨²ltima oportunidad para garantizar el encaje entre Catalu?a y Espa?a ¡ªen su sentencia, por ejemplo, el Constitucional dictamin¨® que no tienen "eficacia jur¨ªdica" las referencias a Catalu?a como naci¨®n que figuraban en el pre¨¢mbulo¡ª y que no funcion¨®. Tambi¨¦n les reproch¨® que tuvieran una visi¨®n "muy madrile?a" del problema, sin entender que una parte de los catalanes ya eran independentistas incluso antes de 2006.
Esta parte del debate fue la m¨¢s intensa y en el fondo la menos compleja de gestionar, porque al fin y al cabo solo se estaba hablando de historia. M¨¢s problem¨¢tico parec¨ªa tratar de autodeterminaci¨®n. As¨ª que el Ejecutivo ide¨® una forma de esquivarlo.
La delegaci¨®n catalana se reuni¨® en el centro cultural Blanquerna, sede de la Generalitat en Madrid, para almorzar y rematar las sesiones preparatorias previas. Se acord¨® de forma n¨ªtida la posici¨®n conjunta antes de llegar a La Moncloa. Seg¨²n coinciden varios ministros, todos se quedaron muy sorprendidos precisamente al comprobar que no hab¨ªa diferencias importantes entre los representantes de Junts per Catalunya y de ERC, a pesar de que estas son muy conocidas y en ocasiones se expresan en p¨²blico de forma descarnada. Hasta el punto de que Torra ha dado por muerta la legislatura por esas discrepancias aparentemente insalvables. Pero en La Moncloa funcionaron como un bloque. De hecho, incluso los representantes independentistas, dado el ambiente distendido, contaron a los ministros de S¨¢nchez que hab¨ªan estado juntos en Blanquerna.
Torra y Aragon¨¨s se repartieron los papeles. El president, que arranc¨® la reuni¨®n, se concentr¨® en defender la propuesta catalana, que inclu¨ªa exigencias inaceptables para el Gobierno: amnist¨ªa, derecho a decidir y la necesidad de que haya un mediador. Aragon¨¨s, por su lado, se concentr¨® en destacar la importancia de la mesa, la metodolog¨ªa que hab¨ªa que pactar ¡ªaunque ya ven¨ªa muy trabajada por los gabinetes¡ª y lo que implicaba poner en marcha el di¨¢logo. El Gobierno, casi desde el primer momento, trat¨® de llevar el debate a los 44 puntos que hab¨ªa entregado S¨¢nchez a Torra en su reuni¨®n en Barcelona.
El presidente y sus ministros quer¨ªan hablar de contenido, de reformas, de transferencias, de econom¨ªa. Pero la delegaci¨®n catalana, y en especial Torra, les fren¨® enseguida. Esos asuntos no son para esta mesa, explic¨® el president, sino para la comisi¨®n bilateral Estado-Generalitat. Ah¨ª se volvi¨® a la autodeterminaci¨®n, que era donde quer¨ªa ir una y otra vez la delegaci¨®n catalana.
Marta Vilalta, secretaria general adjunta de ERC y una de los interlocutores que tuvo la posici¨®n negociadora m¨¢s dura durante las reuniones con los representantes del PSOE previas a la investidura, trat¨® de forzar al Gobierno a definirse. Les explic¨® que esos 44 puntos son muy importantes, incluso urgentes, pero que no resuelven el conflicto pol¨ªtico, y les exigi¨® que dieran una respuesta a la exigencia de autodeterminaci¨®n y amnist¨ªa.
Ah¨ª se hizo un breve silencio, porque el Gobierno, y en especial su presidente, ten¨ªan muy preparado ese escenario y hab¨ªan decidido que la mesa ten¨ªa que salir bien, as¨ª que no iban a cargar las tintas con una disputa sobre una autodeterminaci¨®n que el Ejecutivo considera totalmente inviable. S¨¢nchez y su equipo desviaron el asunto para que la reuni¨®n siguiera adelante y no se quedaran atrapados en el principal punto de desacuerdo. El tema est¨¢ de momento aparcado, pero el Govern no tardar¨¢ en ponerlo de nuevo sobre la mesa.
Varios ministros consultados insisten en que todos los que estaban sentados a esa mesa saben cu¨¢l es la posici¨®n de S¨¢nchez sobre la autodeterminaci¨®n y la amnist¨ªa, porque la ha repetido mil veces, pero no era el momento de encerrarse ah¨ª sino de salvar la reuni¨®n. Y se salv¨®, coinciden en las dos partes, sobre todo porque se pact¨® continuar. El breve receso que se hizo fue para rematar el comunicado conjunto, la mejor prueba de que la reuni¨®n fue bien. La clave de ese texto fue la utilizaci¨®n de la idea de "seguridad jur¨ªdica" y no de la palabra Constituci¨®n. Nunca una cita fracasada termina con un calendario estricto como el pactado y mucho menos con un comunicado conjunto. Al final, ya con el comunicado resuelto, se abri¨® un poco m¨¢s el debate y todo el mundo pudo decir lo que quer¨ªa y en algunos casos incluso desahogarse. A ratos parec¨ªa, a decir de alguno de los presentes, una especie de terapia de las cosas que no han podido decirse durante a?os.
Todos los dirigentes presentes en la reuni¨®n consultados coinciden en que las discrepancias fueron importantes, pero el tono fue muy bueno. Y en cualquier caso insisten en que fue una reuni¨®n muy ¨²til para desdramatizar el problema. Sobre todo, como dijo Torra al final, porque lo importante era la reuni¨®n en s¨ª y la metodolog¨ªa que se pact¨®, esto es: una cita mensual entre los equipos y una plenaria cada seis meses con los presidentes y vicepresidentes: una manera de Torra de dejar fuera de las reuniones mensuales a Aragon¨¦s. "Hay un alejamiento brutal en casi todo pero hay voluntad de reunirse y hemos pactado la metodolog¨ªa, eso no es poco", resum¨ªa un ministro.
Nadie se puede levantar de la mesa. No hay incentivos para eso. El que lo hiciera asumir¨ªa un coste enorme y los ciudadanos se lo har¨ªan pagar. Y el Gobierno por supuesto quiere mantenerla a toda costa, porque mientras hay mesa hay legislatura. Al final, S¨¢nchez cerr¨® la reuni¨®n con un ¨²ltimo discurso en el que evit¨® centrarse en las discrepancias y anim¨® a todos a seguir reuni¨¦ndose para buscar un punto de acuerdo aunque se tarde mucho tiempo en encontrarlo.
Lo m¨¢s importante, resumen varios de los consultados, es que nadie quiere levantarse de esa mesa. El Gobierno, porque le va la legislatura en ella y ha apostado por destensar la situaci¨®n en Catalu?a. ERC, porque es quien la ha dise?ado. Y Junts per Catalunya, porque sabe que tendr¨ªa un gran coste para ellos ser los culpables de la ruptura del di¨¢logo. As¨ª que la mesa se mantiene en pie mientras a todos les interese que siga. Eso puede ser much¨ªsimo tiempo, aunque cuando se habla de posibles resultados todos son mucho m¨¢s esc¨¦pticos. La unidad independentista tiene un nuevo reto en ciernes: decidir qui¨¦n ser¨¢ la voz cantante sin Torra y Aragon¨¨s en las reuniones.
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