Los ¡®millennials¡¯ tambi¨¦n creen en Dios
Al crecer en un nuevo entorno tecnol¨®gico aparecen nuevas habilidades y se abren perspectivas que parecen distinguirlos de las generaciones anteriores
Parece que estamos ante una nueva revoluci¨®n de la mano de Internet. Los expertos no parecen ponerse de acuerdo. Unos hablan de tercera (Jeremy Rifkin) y otros de cuarta revoluci¨®n industrial (Klaus Schwab). Sea una u otra, las dos van a caballo de la globalizaci¨®n e Internet. La quinta ola de Kondr¨¢tiev parece que ya es una realidad. Y es posible que esa ola permita al hombre convertirse en un Dios. Ese Homo sapiens que enterr¨® a Deus ex-machina durante la Ilustraci¨®n, desterrando la barbarie y la sinraz¨®n del pasado, cre¨® su obra cumbre: el poderoso Homo Deus del siglo XXI (Yuval Noah Harari). No conviene olvidar la locura de las ideolog¨ªas del siglo XX. Conquistada la medicina b¨¢sica, la humanidad se ha propuesto alargarnos la vida una vez superadas, grosso modo, las guerras, la peste y la carencia de prote¨ªnas e hidratos.
Las consecuencias de la innovaci¨®n parecen dif¨ªciles de prever. La digitalizaci¨®n se acompa?a de otras invenciones como la inteligencia artificial, la impresi¨®n 3D ¡ªest¨¢ previsto imprimir el primer coraz¨®n humano en 2025¡ª, la biotecnolog¨ªa, la computaci¨®n cu¨¢ntica, la rob¨®tica, los sistemas de intercambio rec¨ªproco como el blockchain ¡ªbitcoin¡ª o el Internet de las cosas. Pensar en la edici¨®n gen¨¦tica (CRISPR) que permite corregir el ADN da miedo. Pero parece necesario cambiar nuestra mentalidad para adaptarse y pilotar los cambios. Nuevas formas de entender la propiedad, la colaboraci¨®n, el aprendizaje o la comunicaci¨®n. En el fondo, se trata de una nueva forma de vivir, trabajar y relacionarse unos con otros. Surge la segunda era de las m¨¢quinas (Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee) o la llamada industria 4.0, que no se refiere solo a sistemas inteligentes de procesos, sino a la combinaci¨®n de lo biol¨®gico con lo digital. Algo incre¨ªble, la verdad.
Y su triste corolario. La sociedad que no se suba a esa ola parece que morir¨¢ nost¨¢lgicamente, exigiendo un imposible bienestar al Estado. El modelo tres tercios parece agotado (30 a?os estudiando, 30 a?os trabajando y 30 a?os descansando con una pensi¨®n digna). Muchos j¨®venes saben que eso ya no ser¨¢ posible. Incluso poniendo impuestos a los robots. Lo mismo vale para el proteccionismo o el liberalismo. La palabra neoliberalismo me da miedo comentarla.
?Y qu¨¦ pintan los millennials en todo esto? Pues bien, desde que William Strauss y Neil Howe acu?aron el t¨¦rmino millennial a finales de los 80, para referirse a al intervalo de edad que entrar¨ªa en la mayor¨ªa de edad en el a?o 2000, hay una hip¨®tesis no tan descabellada: que estos j¨®venes pueden afrontar con ¨¦xito los retos de la nueva revoluci¨®n industrial en mejores condiciones que otras generaciones que ya no pueden adaptarse. Ellos crecieron con Internet. Por eso son nativos digitales, mientras otras generaciones son inmigrantes digitales. Bien es verdad que no son un grupo homog¨¦neo, y menos a¨²n a nivel internacional. Es cierto tambi¨¦n que les unen muchas cosas, pero resulta evidente que dentro de esa generaci¨®n existen demasiadas diferencias y brechas que vienen determinadas por variables tradicionales de an¨¢lisis como el sexo, el h¨¢bitat, la educaci¨®n o la clase social. Sin embargo, al crecer en un nuevo entorno tecnol¨®gico que cambia muchas cosas de forma transversal aparecen nuevas habilidades y se abren novedosas perspectivas que parecen distinguirlos de las anteriores generaciones. Pero esas habilidades tampoco se pueden excluir de las otras generaciones: boomers, generaci¨®n X o Z.
En torno a los millennials aparecen nuevos conceptos que se asocian al emprendimiento y a las redes sociales como startups, businness angels, coworking, community managers, fablabs, crowdfunding o sharing economy. Ideas que abrazan una nueva tierra digital prometida y que se cree que romper¨¢n con los negocios tradicionales y con las formas de trabajar, aprender, emprender y comunicar de generaciones anteriores. Casi todo hace pensar que la Net Generation est¨¢ cambiando el mundo, como plantea Don Tapscott. Este es el nuevo storytelling transmedia.
Y luego llegaron los cr¨ªticos. Son pocos y hablan de cyberutop¨ªa. Aquellos que ven Internet desde el punto de vista de la bondad humana. Entre utop¨ªa y cristianismo. Creen en la econom¨ªa del don, del compartir, del alquiler, de la colaboraci¨®n, el activismo ciudadano, el potencial de los users generated content (UGC), la cultura del gratis total por el manido coste marginal cero... En fin, Rousseau negando a la cultura troll. En ese ambiente surge Uber, Airbnb, etc. Sus habilidades parecen distintas porque viven un momento hist¨®rico diferente, con nuevas tecnolog¨ªas en una cultura transmedia, remiximizada y global derivada de los productos vintage de la era de los boomers. De ah¨ª, ese rollo hipster.
A los millennials se les tacha de ego¨ªstas (Generation Me), vanidosos o piratas. Tienen demasiadas aspiraciones. Aunque sigue dependiendo de clases sociales, de pa¨ªses o de entornos. Y quiz¨¢ ante ese cambio social/industrial que implica la innovaci¨®n tecnol¨®gica exista un exceso de magnetismo ut¨®pico por las tecnolog¨ªas. Demasiada fe en Internet para solucionar los problemas. Es m¨¢s que probable que no se consiga una sociedad del conocimiento. La inteligencia colectiva, la sociedad del ocio, la integraci¨®n de ocio y trabajo en los m¨®viles de ¨²ltima generaci¨®n, el ciberfetichismo, el exceso de informaci¨®n, la huella digital, el divertirse hasta morir conllevan empoderamiento, pero tambi¨¦n alienaci¨®n. Los datos nos dicen que est¨¢n muy formados, que muchos de ellos tienen dos tipos de habilidades necesarias para competir en el mundo global: las llamadas hard skills (competencias y habilidades t¨¦cnicas) con las soft skills (las habilidades sociales de la psicolog¨ªa organizacional). Son demasiadas inc¨®gnitas porque estos j¨®venes se insertan en un tipo de sociedad que impone modelos culturales de innovaci¨®n que no son tan f¨¢ciles de modificar.
Tambi¨¦n hay muchos aspectos diferentes a otras generaciones. Comparten su experiencia de forma virtual. No aprecian ni la biblioteca, ni la discoteca, ni la videoteca. Y est¨¢n en redes sociales demasiado tiempo. Lo quieren todo ya. Incluso las relaciones sexuales. Es la dictadura del any: anyone, anytime, anywhere. Adi¨®s al couch potato. Como dice Reed Hastings, CEO de Netflix, la ¨¦poca de esperar se va acabar. La vida digital cambia las formas de ver las cosas, pero tambi¨¦n las formas de hacerlas y compartirlas. Por tanto, es l¨®gico que se piense de otra manera y que se pueda plantear otra forma de entretenerse y comunicarse.
La econom¨ªa del me gusta esconde tambi¨¦n la venta de un rastro digital eterno que puede tener sus repercusiones. Los algoritmos controlan, en parte, el pasado, y pueden prever el futuro, al monitorizar el comportamiento. Uno de los riesgos de estos j¨®venes es que est¨¢n vigilados en exceso por las empresas. Si nos atenemos a la historia, lo m¨¢s probable es que las metas y las diversiones de los j¨®venes de hoy cambien con la edad y se centren en actividades m¨¢s cognitivas, tengan un esp¨ªritu m¨¢s comunitario y sean m¨¢s estables desde el punto de vista emocional. Es lo que tiene el ciclo de la vida. Sin embargo, cuentan con herramientas para innovar. Otra cosa es que eso sea posible hacerlo de forma divertida, en lugar de hacerlo con mucho esfuerzo e ilusi¨®n. Y, quiz¨¢s, tambi¨¦n con la colaboraci¨®n intergeneracional.
Ser¨¢n los millennials los que afrontar¨¢n los grandes retos que plantea la nueva revoluci¨®n industrial. Y lo har¨¢n porque no tienen otra opci¨®n. La b¨²squeda de alternativas es su salvaci¨®n. Su futuro est¨¢ cerrado por la herencia de un modelo acabado, con demasiadas deudas y con demasiada gente que mantener (ll¨¢mese pensiones, por ejemplo). Por tanto, no les quedar¨¢ m¨¢s remedio que la innovaci¨®n. Y seguro que siendo entre ellos muy diferentes, muchos montar¨¢n empresas digitales que engarzar¨¢n con lo biol¨®gico. Mucho podr¨ªa hacer el entramado p¨²blico-privado de innovaci¨®n y desarrollo para empujar en esa direcci¨®n. Pero ya se sabe, los ¨¢rboles y el monte. O la miop¨ªa. Muchos j¨®venes tienen la mirada global necesaria para huir del enfoque burocr¨¢tico del pastoreado mercado local.
Ya no estamos ante el lema soviets m¨¢s electricidad que arengaba Lenin hace cien a?os, sino m¨¢s bien ante el d¨²o de millennials m¨¢s digitalizaci¨®n. Y quiz¨¢ tambi¨¦n sea posible que la vida moderna no sea vida y que ning¨²n buscador o red acaben como Dios, invisible, omnisciente y omnipresente.
Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez Monzoncillo es Catedr¨¢tico de Comunicaci¨®n Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos y Autor de Millennials, la generaci¨®n emprendedora publicado por la Fundaci¨®n Telef¨®nica.
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