A todo esto, ?la econom¨ªa colaborativa qu¨¦ es exactamente?
?Qu¨¦ tiene que ver Uber con un banco de tiempo? ?Cabe el ¨¢nimo de lucro en este modelo?
El t¨¦rmino econom¨ªa colaborativa est¨¢ ya integrado en nuestro vocabulario. Lo asociamos a compa?¨ªas tecnol¨®gicas que han sido noticia tanto por su gran ¨¦xito como por las demandas judiciales que han recibido. Ahora bien, ?qu¨¦ quiere decir exactamente?
No hay una respuesta clara a este interrogante. En parte porque es un concepto tan reciente que la Academia no ha tenido tiempo todav¨ªa de generar una definici¨®n de consenso: uno de los primeros en hablar de sharing economy fue Lawrence Lessig en su libro Remix (Penguin Press, 2008) hace menos de una d¨¦cada. Y, precisamente por la novedad del fen¨®meno, que en muy poco tiempo ha pasado de ser una pr¨¢ctica residual a mover miles de millones de euros, as¨ª como por la heterogeneidad de actividades incluidas bajo su paraguas, las instituciones tampoco han sido capaces de dar con una definici¨®n com¨²n en base a la que estructurar los derechos y deberes. Tanto la UE como los organismos reguladores estatales y regionales han ido avanzando por su cuenta y, en ocasiones, contradici¨¦ndose.
Algunos autores, como el canadiense Tom Slee, consideran que la propia expresi¨®n econom¨ªa colaborativa es una contradicci¨®n en s¨ª misma. ¡°Colaborar es una interacci¨®n social de car¨¢cter no comercial entre una persona y otra¡±, escribe en su libro Lo tuyo es m¨ªo (Taurus, 2016), mientras que ¡°econom¨ªa sugiere transacciones mercantiles, el cambio interesado de dinero por bienes o servicios. [¡] No cabe duda de que la palabra colaborar se ha llevado m¨¢s all¨¢ de sus l¨ªmites razonables a medida que la econom¨ªa colaborativa crec¨ªa y cambiaba¡±, reflexiona. ?Qu¨¦ tendr¨¢ que ver un banco de tiempo con la actividad de Uber? ?Se puede incluir dos cosas tan distintas bajo un mismo paraguas conceptual?
- El primer matiz: ?online u offline?
Definitivamente, no. Sharing Espa?a, una agrupaci¨®n de empresas vinculadas a la econom¨ªa colaborativa dependiente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Econom¨ªa Digital (Adigital), public¨® recientemente un informe, Los modelos colaborativos y bajo demanda en plataformas digitales, en el que propone una definici¨®n muy pr¨¢ctica. La primera distinci¨®n que hace el documento es entre econom¨ªa colaborativa offline, terreno en el que se encuadran los mencionados bancos del tiempo, los grupos de consumo, los huertos urbanos o los coworkings, y la econom¨ªa colaborativa online, donde la tecnolog¨ªa tiene un peso fundamental en la conexi¨®n de las partes que intervienen en los acuerdos. Lo que viene a continuaci¨®n se circunscribe en el ¨¢mbito digital.
- La clave est¨¢ en los actores
Sharing Espa?a ha salvado este importante escollo conceptual distinguiendo entre econom¨ªa colaborativa, econom¨ªa bajo demanda y econom¨ªa de acceso. El matiz se pone en quienes acuden a la plataforma a ofertar y demandar.
- Econom¨ªa colaborativa
As¨ª, ¡°la econom¨ªa colaborativa la conforman aquellos modelos de producci¨®n, consumo o financiaci¨®n que se basan en la intermediaci¨®n entre la oferta y la demanda generada en relaciones entre iguales o de particular a profesional a trav¨¦s de plataformas digitales que no prestan el servicio subyacente, generando un aprovechamiento eficiente y sostenible de los bienes y recursos ya existentes e infrautilizados, permitiendo utilizar, compartir, intercambiar o invertir los recursos o bienes, pudiendo existir o no una contraprestaci¨®n entre los usuarios¡±.
Blablacar, de quien los tribunales dicen que no incurre ¨¢nimo de lucro, entrar¨ªa en esta categor¨ªa. Pero tambi¨¦n lo har¨ªa Airbnb, donde s¨ª se paga expl¨ªcitamente por un servicio (alojamiento) o Wallapop, donde se compran y venden objetos de segunda mano.
- Econom¨ªa bajo demanda
En otro nivel distinto se situar¨ªan los modelos de consumo y provisi¨®n de servicios intermediados tambi¨¦n por plataformas, pero en el que la actividad es ¡°generada habitualmente de profesional a consumidor¡±, origin¨¢ndose la intermediaci¨®n ¡°en base a las necesidades del usuario¡± y ¡°prest¨¢ndose normalmente [¡] con ¨¢nimo de lucro¡±. En este caso, la relaci¨®n es siempre comercial.
Uber y Cabify encajan con esta descripci¨®n. Tambi¨¦n los portales de microtareas, como Etece.es o el gigante TaskRabbit, y los de reparto, como Glovo o Deliveroo.
- Econom¨ªa de acceso
Mientras que las dos primeras categor¨ªas son m¨¢s similares, esta tercera se aleja de ellas. Se incluye en esta ¡°aquellos modelos de consumo en los cuales una empresa, con fines comerciales, pone a disposici¨®n de un conjunto de usuarios unos bienes para su uso temporal¡±. En este caso, la plataforma s¨ª presta el servicio subyacente, mientras que en los dos anteriores simplemente es el escenario en el que se intercambia oferta y demanda.
Los servicios de carsharing, como Car2Go o BlueMove, son un perfecto ejemplo de esta categor¨ªa: sus webs sirven para ofrecer sus propios productos.
- Sigue faltando algo...
El documento de Sharing Espa?a clarifica los t¨¦rminos e introduce distinciones ¨²tiles. Pero sigue sin arrojar luz sobre algo fundamental. Una de las cr¨ªticas que recibe la econom¨ªa colaborativa es que, en un primer momento, el concepto era incompatible con la contraprestaci¨®n econ¨®mica. Cuando naci¨® Coachsurfing, precursor de Airbnb, los usuarios ced¨ªan altruistamente su sof¨¢ a miembros de la comunidad, mientras que en la firma que dirige Brian Chesky se hace abiertamente por dinero. A los ojos de Sharing Espa?a, ambos portales son econom¨ªa colaborativa.
La delgada l¨ªnea que separa a un particular de un profesional sigue sin quedar clara. ?Quienes alquilan por sistema sus inmuebles pueden seguir consider¨¢ndose particulares? ?A partir de qu¨¦ momento deber¨ªan pasar a contar como profesionales?
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