Gate 93, la puerta de entrada de los espa?oles a Silicon Valley
Tres espa?oles 'techies' crean un fondo para integrar a las 'startups' creadas en Espa?a en la cuna del emprendimiento
Los mitos son casi tantos como las ilusiones con las que vienen los emprendedores a esta orilla del Pac¨ªfico. Antes la cosecha era de fruta y ahora proliferan las empresas que se adquieren o salen a Bolsa. Esta es una tierra f¨¦rtil en muchos sentidos.
Desde los buscadores de oro a los emprendedores, San Francisco ha vivido oleadas de inmigraci¨®n que tratan de labrarse un futuro mejor, alcanzar los sue?os, brillar en un entorno ultra competitivo. No todos los consiguen, por supuesto. Basta con citar que entonces las grandes fortunas las hicieron los que ofrec¨ªan servicios para los mineros: vendedores de palas y fabricantes de ropa de trabajo. De entonces queda Levi¡¯s, el fabricante de vaqueros que naci¨® a mediados del siglo XIX en esta ciudad. Hoy se multiplican los espacios de coworking, las empresas de servicios para facturar e incluso las herramientas de comunicaci¨®n para startups, como Slack, pasan a ser una promesa de negocio pr¨®spero, por no hablar de los que ofrecen men¨² o fruta fresca para estas oficinas chic. El problema estriba en la cantidad de cad¨¢veres que van quedando en la carrera por el ¨¦xito.
La premisa es clara: no todo el dinero vale igual.
En una conversaci¨®n informal, durante un afterwork t¨ªpico de la zona, tres amigos con muchos puntos en com¨²n comenzaron a pensar en la cantidad de startups llegadas de Espa?a que han probado suerte y se han vuelto antes del despegue de su idea.
Los ejemplos surgen r¨¢pidamente. En los m¨¢s de tres a?os de corresponsal¨ªa algunos casos duelen especialmente. Como el de Koldo Garc¨ªa, de Madpixel, una startup de contenido enriquecido con varias propuestas interesantes. Desde an¨¢lisis de objetos en v¨ªdeos a revistas enriquecidas. Su empresa sigue creciendo, desde Espa?a, pero la aventura en Silicon Valley no tuvo el eco que anhelaban.
O el caso de Roser Solanes y Oriol Sanleandro, un matrimonio joven de Barcelona que puso en marcha lo que entonces era una novedad en San Francisco. Make Eat Easy ofrec¨ªa una suscripci¨®n para recibir alimentos frescos y una receta para hacerlo. Se enviaba un kit para dos raciones. La idea era que cada semana se recibieran las cantidades adecuadas para no comer siempre lo mismo, descubrir sabores, aprender nuevos platos y no desperdiciar. Ahogados por la falta de financiaci¨®n, cuando Blue Apron, recientemente estrenada en bolsa, pas¨® de la costa este a la oeste, con un gran pulm¨®n en forma de inversi¨®n para hacer campa?a. Terminaron emprendiendo el viaje de vuelta.
Por el camino aprendieron much¨ªsimo de log¨ªstica, embalaje, conserva y entrega de alimentos, narrativa en recetas rozando el entretenimiento y los deseos y gustos del consumidor final. Ambos son padres hoy. Sanleandro es general manager de Cabify en la Ciudad Condal y Solanes ha lanzando una firma de potitos para beb¨¦s con ingredientes naturales, Biotitos. Esta zona ha dejado huella en sus trayectorias, pero queda la sensaci¨®n de que con algo m¨¢s de ayuda y conexi¨®n su historia podr¨ªa haber sido diferente.
Por supuesto, se aprende de la aventura, pero a un grupo de tres amigos y conocedores profundos del ecosistema les dol¨ªa ver ilusiones truncadas cuando, en muchos casos, se podr¨ªa haber planteado el aterrizaje y desarrollo de manera distinta.
Ese contexto fue el caldo de cultivo de Gate 93, la puerta de embarque habitual para ir y volver de San Francisco a Espa?a. Ahora tambi¨¦n hace alusi¨®n a un fondo de inversi¨®n de capital riesgo con una visi¨®n diferente.
- El equipo
Javier Cort¨¦s (Valencia, 1980), Ibai Garc¨ªa Urruchua (Abadi?o, 1982)y Juan Jos¨¦ Feijoo (Buenos Aires, 1985) comenzaron a pensar en crear una red de apoyo, primero. Despu¨¦s, en una consultor¨ªa con toques de mentor¨ªa. Tras contemplar todas las opciones posibles, se percataron de que el mejor veh¨ªculo para tener un impacto real, organizado y sostenido, era convertirse en VC, le¨ªdo vis¨ª, los gl¨®bulos rojos de este sector efervescente.
Quer¨ªan evitar abandonos o confiar demasiado en el voluntarismo. Cada uno de los socios no dirigentes que se han sumado a la idea ha aportado capital, conocimientos y el compromiso de poner al servicio de los reci¨¦n llegados su red de contactos profesionales. Ese es precisamente uno de los puntos diferenciales, conectar con los expertos en cada campo y paliar las carencias de los equipos para estar al nivel exigido en un ecosistema extremadamente competitivo.
Cort¨¦s, que estudi¨® un a?o en San Jos¨¦, la antigua capital de Silicon Valley, antes de entrar en la universidad, lleva siete a?os en San Francisco. Despu¨¦s de ejercer como consultor, llevando de cerca los n¨²meros de Twitter o Yahoo!, fich¨® por Instacart, donde es controlador financiero. Ah¨ª conoci¨® a Feijoo, un ex-Googler que. tras pasar por Instacart, donde era vicepresidente, acaba de fichar por Adobe. Durante la etapa de ambos en Instacart fueron clave en la ¨²ltima ronda de financiaci¨®n, m¨¢s de 400 millones con una valoraci¨®n de m¨¢s de 3.400 millones de d¨®lares para el carrito de la compra m¨¢s usado en esta zona.
Garc¨ªa Urruchua, ingeniero y MBA por el IE, ha pasado por Mozilla y Tok Box. Este verano fich¨® por Hearsay Systems.
Al tr¨ªo fundador se ha sumado Tony Garc¨ªa Jim¨¦nez, uno de los magos del m¨¢rketing de la zona. Hace casi 10 a?os vendi¨® su primera empresa de tecnolog¨ªa. Desde entonces ejerce de asesor, consejero e inversor con Richmond Partners tanto en firmas locales como de Espa?a y Am¨¦rica Latina, una de sus debilidades.
- El m¨¦todo
A su alrededor se ha creado un ambiente especial, de suma. Perfiles relevantes del mundo tecnol¨®gico han comenzado a formar parte de Gate 93. Family offices, socios de otras propuestas que piden coinvertir para estar dentro de las oportunidades, inversores que se f¨ªan de una combinaci¨®n de olfato y pasi¨®n por el an¨¢lisis de datos para encauzar una startup hasta jugar en la primera divisi¨®n de la tecnolog¨ªa.
La premisa es clara: no todo el dinero vale igual. Una frase que se repite aqu¨ª y cobra sentido cuando se exploran las posibilidades de este colectivo, bien conectado, con reconocimiento profesional. Muchos fondos tienen m¨¢s pulm¨®n financiero, pero no la informaci¨®n de c¨®mo se funciona tanto en Espa?a como en Silicon Valley. Ibai apunta a los contactos como punto distintivo: ¡°Muchos quieren venir, pero no hay mucho orden. He intentado ayuda a los que vienen de escuelas de negocios, del IE, de Mondrag¨®n Team Academy, pero faltaba una manera formal de ayudar¡±. Feijoo tambi¨¦n ha percibido que en este tiempo las promesas rotas se han multiplicado: ¡°Hay muchos que dicen estar aqu¨ª, pero a la hora de la verdad no abren puertas. Queremos aportar sin aparentar¡±.
Los tres repiten una frase: ¡°Queremos devolver lo que Silicon Valley nos ha dado. Ponemos nuestro tiempo y conocimiento como advisors porque pensamos que con capital, talento y apoyo podemos corregir lo que no se hace bien¡±.
Ellos ya lo han hecho, quieren ayudar a que otros sigan sus pasos.
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