La econom¨ªa colaborativa se rebela contra Airbnb y Uber
OuiShare Fest re¨²ne en Barcelona a pensadores y activistas involucrados en proyectos colaborativos no mercantilistas
Otra econom¨ªa colaborativa es posible. El origen de este manido y mal usado concepto (la traducci¨®n correcta de sharing economy ser¨ªa m¨¢s bien econom¨ªa compartida) tiene poco que ver con monstruos corporativos del tama?o de Airbnb o Uber. La cultura del c¨®digo abierto y la horizontalidad de Internet posibilitaron el surgimiento de experiencias novedosas que supon¨ªan un desaf¨ªo en s¨ª mismo al sistema econ¨®mico. Compartir ficheros de m¨²sica o pel¨ªculas, armar de forma colectiva lo que con el tiempo ser¨ªa la enciclopedia de referencia, ofrecer el sof¨¢ de casa a quien visite tu ciudad¡
Eso fue solo el principio. La aparici¨®n del smartphone contribuy¨® m¨¢s tarde a a?adir nuevas capas a la idea original. Si el germen de la sharing economy fue explotar el potencial de la conectividad para poner en contacto a los usuarios y facilitar su cooperaci¨®n, los tel¨¦fonos inteligentes aportaron inmediatez, geolocalizaci¨®n o im¨¢genes en tiempo real. Todo ello ayud¨® a consolidar experiencias como el carsharing, mucho m¨¢s ¨¢gil de gestionar desde el m¨®vil que a trav¨¦s del ordenador. E impuls¨® el nacimiento de empresas cuyo modelo de negocio se sirve de esta estructura, originalmente ideada para operar de forma altruista (duerme en mi sof¨¢ si quieres, te env¨ªo mi CD de Radiohead para que lo disfrutes).
El tremendo ¨¦xito comercial de Airbnb, que ha llegado a convertirse en un problema manifiesto para ciudades como Nueva York, ?msterdam o Barcelona, o el de Uber, cuya expansi¨®n y potencial de crecimiento han hecho que se valore en m¨¢s de 70.000 millones de d¨®lares, han acaparado buena parte del protagonismo de la tambi¨¦n llamada econom¨ªa de plataformas. Uno de los ¨²ltimos estudios sobre el potencial del mercado (publicado por PwC) eleva a 570.000 millones de d¨®lares el volumen de negocio que adquirir¨¢ la vertiente comercial de la sharing economy para 2025.
OuiShare Fest, celebrado esta semana en Barcelona, ha reunido durante tres d¨ªas a investigadores, activistas, emprendedores y otros expertos capaces de recordarnos que el movimiento de la econom¨ªa colaborativa es heterog¨¦neo, rico y no necesariamente neoliberal. Ofrecemos a continuaci¨®n tres pinceladas de lo que hemos visto estos d¨ªas en las instalaciones de Barcelona Activa.
Nosotros tenemos el poder
Empezamos con una declaraci¨®n de intenciones. ¡°Una idea socialmente irreprochable como el carpooling puede convertirse en un negocio neoliberal, como ha pasado con Uber. El bikesharing puede ser una ayuda para las ciudades o un incordio para los peatones, como se ha visto ¨²ltimamente en China¡±. El profesor Ezio Manzini, experto en dise?o sostenible y docente en universidades de todo el mundo, reivindic¨® el poder disruptivo de la acci¨®n en comunidad. Lo que puede verse como normal en una localidad, como por ejemplo un sistema para compartir libros de texto, puede ser transformador si se lleva a otros lugares.
¡°Hay que evitar perder la colaboraci¨®n. De que esos lazos perduren o no depende que seamos realmente aut¨®nomos y colaborativos o funcionemos de acuerdo a esquemas neoliberales¡±, espet¨®. Y acab¨® con una sentencia: ¡°Nosotros decidimos c¨®mo se modela el futuro¡±. La plataformizaci¨®n de la econom¨ªa es un hecho. Manzini propone que nos impliquemos como ciudadanos en el proceso.
El blockchain nos empoderar¨¢ todav¨ªa m¨¢s
En EL PA?S RETINA hemos hablado mucho sobre el potencial de la tecnolog¨ªa blockchain. La cadena de bloques es el mecanismo que soporta la primera moneda (o mejor criptomoneda) descentralizada y autorregulada de la historia, el Bitcoin. Hay quien cree que el blockchain acabar¨¢ definitivamente con la banca tal y como la conocemos.
Es dif¨ªcil calibrar la repercusi¨®n que tendr¨¢ esta tecnolog¨ªa. Eso no es nuevo: cuando naci¨® Internet era impensable vislumbrar en lo que se ha convertido 25 a?os despu¨¦s. Los expertos tienden a comparar los primeros pasos que da ahora el blockchain con el a?o cero de la Red. Hasta el momento se ha usado con ¨¦xito para crear criptomonedas, pero detr¨¢s vendr¨¢n muchas aplicaciones m¨¢s.
La idea principal del blockchain (una base de datos descentralizada, un sistema en el que todas las partes tienen copia de cada transacci¨®n realizada) casa muy bien con la de la econom¨ªa colaborativa. Su aplicaci¨®n en entornos colaborativos podr¨ªa agilizar todav¨ªa m¨¢s los intercambios o gestiones entre pares. En los pr¨®ximos a?os veremos iniciativas que combinen estas dos ideas.
?D¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de esta revoluci¨®n?
Internet puede ayudarte a estudiar una carrera, pero tambi¨¦n a fabricar una bomba casera.
Internet es la herramienta que ha conectado definitivamente a la sociedad global. Desde que se generaliz¨® el acceso a la Red han proliferado los intercambios de bienes y servicios, tanto los comerciales como los altruistas. El flujo es tan tremendamente grande que es incontrolable. Para bien y para mal. Internet puede ayudarte a estudiar una carrera, pero tambi¨¦n a fabricar una bomba casera.
O incluso a crear tu propia bacteria gen¨¦ticamente alterada. Un antiguo investigador de la NASA ha creado un kit b¨¢sico con el que cualquiera puede alterar el ADN de una bacteria mediante la t¨¦cnica CRISPR. Las autoridades alemanas prohibieron a principios de a?o su venta en el pa¨ªs, al considerar que su uso podr¨ªa contribuir a crear bacterias superresistentes. Un buen ejemplo de que todo pasa por la Red. Y de que conviene fijarse en el rumbo que toma lo que ah¨ª sucede.
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