La econom¨ªa colaborativa pega fuerte en China
Todo comenz¨® con los veh¨ªculos con conductor, los apartamentos, y las bicicletas. Ahora en las grandes urbes ya hay hasta paraguas o bater¨ªas externas
Li Yonghua est¨¢ de mal humor porque una m¨¢quina le est¨¢ arrebatando el negocio cuando llueve. Cuando empiezan a caer las primeras gotas este cincuent¨®n detiene la venta de protectores de pantalla para el m¨®vil, que ¨¦l mismo se encarga de poner con esmero a la salida de una concurrida boca del metro de Shangh¨¢i, y se dedica a comercializar otro producto que los viajeros menos preparados ante los s¨²bitos cambios de tiempo de la capital econ¨®mica de China agradecen en el alma: paraguas.
¡°Los plegables cuestan 10 yuanes (1,3 euros), y los grandes entre 15 y 25 yuanes (entre 2 y 3,2 euros), dependiendo de la calidad¡±, comenta. Sin duda, Li nunca pens¨® en hacerse rico con este negocio, pero desde hace unas semanas apenas le da para pipas. Y todo porque la startup Mosun ha instalado uno de sus peculiares parag¨¹eros nada m¨¢s cruzar los tornos de salida del metro: all¨ª, los usuarios de su app pueden hacerse con un paraguas de forma gratuita.
Es uno de los ¨²ltimos servicios de la llamada econom¨ªa colaborativa (o, mejor dicho, de la econom¨ªa de acceso), y su funcionamiento es muy sencillo: el usuario se baja la app de Mosun, paga un dep¨®sito de 39 yuanes (5 euros) con los servicios de pago online de Alipay o Tenpay, y puede coger y dejar un paraguas en cualquiera de los mil parag¨¹eros que la empresa est¨¢ instalando por toda Shangh¨¢i. En cada uno entran 49 unidades y est¨¢n preparados tambi¨¦n para secar los que est¨¦n mojados.
El servicio es gratuito las primeras 24 horas. M¨¢s que suficiente para la mayor¨ªa de los usuarios, que se ven sorprendidos por la lluvia y apenas lo necesitan unas horas. Despu¨¦s de ese tiempo, la app cobra dos yuanes al d¨ªa. Y si no se devuelve al cabo de una semana, Mosun considera que el paraguas se ha comprado y cancela el dep¨®sito. Eso ¨²ltimo lo ha aprendido de la anterior empresa que puso en marcha el servicio y que perdi¨® m¨¢s de 300.000 paraguas en las primeras semanas de operaciones. ¡°No entiendo muy bien c¨®mo hacen dinero¡±, comenta Li. Y no es el ¨²nico que se hace esa pregunta.
Como en muchos otros pa¨ªses, en China la econom¨ªa colaborativa irrumpi¨® con fuerza gracias a la llegada de servicios como Uber y AirBnb. M¨¢s concretamente, con sus versiones locales Didi Chuxing y Tujia. Pero la verdadera explosi¨®n llego a finales de 2016 con el despliegue de las bicicletas de Mobike y Ofo -que ya han desembarcado incluso en Espa?a-. Desde entonces, las ciudades se han llenado de bicicletas de colores que han revolucionado la movilidad urbana. Sobre todo los trayectos de ¨²ltimo kil¨®metro: los usuarios del transporte p¨²blico utilizan estas bicicletas para ir de la parada de metro o autob¨²s hasta su destino final.
Mobike y Ofo fueron las precursoras de este inesperado boom y contin¨²an siendo las principales empresas del sector, pero al calor de su ¨¦xito han nacido decenas de empresas que copian el modelo y que no siempre consiguen salir adelante. No obstante, la explosi¨®n ha provocado la locura de la econom¨ªa colaborativa, que no deja de ser un eufemismo cool para referirse, como apunta resignado Li, al alquiler de toda la vida pero sin seres humanos que lo gestionen. Porque si algo tiene en com¨²n el universo de servicios que ha nacido durante el ¨²ltimo a?o es el smartphone: todos funcionan con aplicaciones para cuyo registro hay que hacer un dep¨®sito y que desbloquean los productos escaneando c¨®digos QR con el m¨®vil.
- El boom de las bater¨ªas
A los coches con conductor y las bicicletas, en el campo de la movilidad urbana se han sumado varias startups de veh¨ªculos el¨¦ctricos que se pueden coger y dejar en diferentes aparcamientos equipados con electrolineras. Pero ya hay todo tipo de productos que se pueden alquilar de esta forma. Tambi¨¦n servicios mucho m¨¢s ex¨®ticos, como pelotas de baloncesto -s¨ª, se escanea el c¨®digo QR que hay en una taquilla junto a la cancha y se puede jugar con la pelota que hay dentro por 1,5 yuanes (20 c¨¦ntimos de euro) cada 30 minutos-, o bater¨ªas externas.
Estas ¨²ltimas comienzan a colonizar todo tipo de establecimientos, sobre todo los que est¨¢n cerca de paradas de metro. En tiendas y restaurantes, empresas como AnkerBox instalan una especie de cajas-armario en las que se cargan estas bater¨ªas externas que los usuarios pueden retirar -previo escaneo del preceptivo c¨®digo QR- para cargar sus dispositivos m¨®viles mientras van de un lado para otro por solo 1 yuan (13 c¨¦ntimos de euro) la hora. Cuando acaban, no tienen m¨¢s que devolverlos en una de los miles de cajas que se han distribuido por las ciudades y que se pueden ubicar con el GPS del m¨®vil.
Pueden parecer ideas peregrinas, algunas incluso sin sentido, pero la llamada econom¨ªa colaborativa logr¨® el a?o pasado inversiones por valor de 25.000 millones de d¨®lares. Solo las startups de bater¨ªas externas han logrado unos 200 millones de euros. L¨®gicamente, muchos creen que es demasiado, y que este tipo de cifras demuestran que se est¨¢ formando una gigantesca burbuja. ¡°El problema es que en China hay mucho dinero en busca de inversiones y pocos lugares en los que invertirlo. As¨ª que termina en cualquier sitio¡±, apunta un padrino inversor chino que prefiere mantenerse en el anonimato. ¡°Muchas de estas empresas se hundir¨¢n y se perder¨¢ mucho dinero. Al fin y al cabo, no ofrecen nada que no existiese ya¡±.
Buen ejemplo de ello son las lavadoras que han aparecido en varios lugares de Shangh¨¢i. Est¨¢n al aire libre, protegidas por una peque?a marquesina, y se publicitan como el ¨²ltimo grito de la econom¨ªa colaborativa. No obstante, son el laundromat de siempre. La ¨²nica diferencia es que no se introducen monedas para poner en marcha la lavadora, sino que se escanea el c¨®digo QR que aparece en la pantalla. ¡°La etiqueta de econom¨ªa colaborativa es solo para aflojar a los inversores que se dejan llevar por la moda¡±, sentencia con desd¨¦n el business angel.
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