Mitos, ¨ªdolos y marcas: el f¨²tbol seg¨²n McLuhan
Si la radio cre¨® mitos y leyendas y la televisi¨®n ¨ªdolos globales, internet crea marcas con las que identificarte comprando una entrada, unos calzoncillos o un desodorante
Dec¨ªa Di St¨¦fano que el f¨²tbol de verdad se acab¨® cuando entr¨® el primer secador de pelo a un vestuario, comparando a los hombres rudos de su ¨¦poca con los ¨ªdolos pop del f¨²tbol moderno. Don Alfredo fue la primera estrella global en la historia del deporte rey y pionero en la publicidad con su ¡°si yo fuera mujer, lucir¨ªa medias Berkshire¡± que tanto enfad¨® a Bernab¨¦u. Vivi¨® la transici¨®n del f¨²tbol de la radio al de la televisi¨®n formando parte de esa primera generaci¨®n de futbolistas cuya imagen se meti¨® en los hogares de miles de familias a principios de los 60 lejos a¨²n de la adopci¨®n masiva del televisor en los 70 y 80 con sus nuevos ¨ªdolos, Pel¨¦ y Maradona que adem¨¢s marcaban goles en color. No como Di St¨¦fano que ten¨ªa que conformarse con el blanco y negro.
Y es que siguiendo la omnipresente cita de Marshall McLuhan, en el f¨²tbol tambi¨¦n ¡°el medio es el mensaje¡± y es imposible entender su evoluci¨®n sin la historia de las tecnolog¨ªas que han permitido su difusi¨®n. El f¨²tbol como hoy lo entendemos no existir¨ªa sin la radio, que fue clave en la popularizaci¨®n del deporte en general. Julio Cort¨¢zar situaba simb¨®licamente su nacimiento en la noche del 4 de septiembre de 1923, cuando Jack Dempsey noque¨® en Nueva York al argentino Luis ?ngel Firpo. Cort¨¢zar, que escuch¨® el combate con tan s¨®lo nueve a?os, narra esa capacidad m¨¢gica de la radio de construir leyendas. Los deportistas eran seres mitol¨®gicos como Firpo derrotado en la lona o Zarra victorioso tras marcar el gol a Inglaterra que permiti¨® el pase de Espa?a a la semifinal del mundial de Brasil en 1950. Un gol que Zarra meti¨® en la porter¨ªa y Mat¨ªas Prats en la cabeza de todo un pa¨ªs.
Con la llegada de la televisi¨®n, el f¨²tbol se convierte en el paradigma de la sociedad del espect¨¢culo de Guy Debord en la que el espectador ¡°cuanto m¨¢s contempla, menos vive y m¨¢s acepta reconocerse en las im¨¢genes dominantes¡±. La evoluci¨®n de la televisi¨®n es paralela a la globalizaci¨®n del f¨²tbol convertido hoy en la imagen dominante m¨¢s reconocida del planeta. Los futbolistas no son hoy h¨¦roes nacionales sino ¨ªdolos globales de los que, con la llegada de internet y los smartphones, que han hecho que la pantalla ya no est¨¦ en el sal¨®n de casa sino en la palma de la mano, ya no solo vemos sus goles sino que conocemos sus vidas enteras patrocinadas con esa falsa sensaci¨®n de cercan¨ªa que permiten Instagram o Twitter. Si la radio cre¨® mitos y leyendas y la televisi¨®n ¨ªdolos globales, internet crea marcas con las que identificarte comprando una entrada, unos calzoncillos o un desodorante, pero siempre comprando. Porque, como dec¨ªa Zygmunt Bauman, en la econom¨ªa neoliberal, consumir es invertir en la propia pertenencia a la sociedad y el f¨²tbol es claro ejemplo de esto.
Sin embargo, hay otro f¨²tbol que me interesa bastante m¨¢s. El f¨²tbol de Manuel Jabois que recuerda al desconocido que abraz¨® despu¨¦s del gol de Mijatovic o el de mi abuelo que los celebraba en silencio pero le brillaban los ojos cada vez que marcaba el Barcelona o el de Lola que solo tiene tres a?os y cuatro d¨ªas despu¨¦s de la final no quiere quitarse la camiseta del Atleti y sonr¨ªe diciendo ¡°es que hemos ganado la Europa League¡±. La pr¨®xima vez que su equipo marque un gol, en vez de tuitearlo, abrace al ser vivo m¨¢s cercano.
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