Inteligencia artificial en vez de polvos m¨¢gicos
Los magos han encontrado en algunas nuevas tecnolog¨ªas, como la inteligencia artificial y los algoritmos, un ayudante indispensable para sus espect¨¢culos capaz de seguir sorprendiendo al p¨²blico
El mago de sombrero de copa, varita m¨¢gica y abracadabra ha cambiado los conejos en la chistera por interactuar con la inteligencia artificial. Un arte tan tradicional como la magia, lleno de trucos manuales, donde aparec¨ªan y desaparec¨ªan cartas, ha evolucionado de la mano de las nuevas tecnolog¨ªas. Lo ¨²nico que se mantiene intacto es su capacidad de sorpresa. El p¨²blico presente quedar¨¢ boquiabierto ante algo aparentemente incompresible y con la eterna pregunta de c¨®mo lo ha hecho. Aqu¨ª no desvelaremos estos interrogantes del gran truco final, sino c¨®mo los nuevos Houdini escapan con asistentes de voz, impresoras 3D o un smartphone. ?Qu¨¦ comience el espect¨¢culo!?
Empecemos por algo sencillo. Casi todos tenemos un tel¨¦fono. La idea es sacarlo del bolsillo y levantarlo. En un abrir y cerrar de ojos, las pantallas bloqueadas cambian por un cuadrado rojo. A los pocos segundos son verdes y, si queremos, negros. Sin tocar ni un solo bot¨®n. Sin acercarnos a nada, solo desde el escenario, manejamos todos los smartphone del p¨²blico. El m¨¦rito es de Tom London, un mago ya retirado que de adolescente aprend¨ªa de tecnolog¨ªa siendo hacker y para quien en todos sus n¨²meros ten¨ªa que haber algo t¨¦cnico. ¡°Lo ¨²nico que intentaba era crear unos sistemas que distrajeran a la audiencia. La importancia de la tecnolog¨ªa es fundamental. Incluso algunos ilusionistas desarrollan la suya propia. Si quieres ser bueno, la necesitas¡±, argumenta London.
Despu¨¦s de los primeros aplausos, vamos a participar directamente con el p¨²blico. Subimos a uno aleatoriamente. Le pedimos que abra una red social, por ejemplo Twitter. Hacemos un scroll r¨¢pido por sus seguidores, tiene centenares, y se detiene al azar en uno. En todo momento hab¨ªa una caja en el centro que hemos comprobado que estaba vac¨ªa. Despu¨¦s de mirar el perfil de este seguidor, un poco de magia¡ y sale de dentro de la caja. Ovaci¨®n cerrada para Jorge Blass, que es el creador de este truco. ¡°A m¨ª me gusta combinar la tecnolog¨ªa con algo org¨¢nico y tangible. En este caso, solo la primera parte, en la que se selecciona a alguien, no ser¨ªa suficiente para impresionar a la audiencia. Que se teletransporte y aparezca f¨ªsicamente es lo que completa la ilusi¨®n¡±, explica.
Blass, quien ha incorporado progresivamente la tecnolog¨ªa, entiende que los elementos m¨¢s mec¨¢nicos de su show, por una cuesti¨®n de eficiencia y fiabilidad, han de sustituirse por las herramientas t¨¦cnicas disponibles. Un claro ejemplo es la de cambiar las t¨ªpicas cajas por impresoras 3D. En su caso, las utiliza para aparecer en mitad del escenario como si le imprimieran poco a poco. ¡°Me ha ayudado a explorar otras posibilidades, a crear efectos imposibles y a conectar con un p¨²blico que, como a m¨ª, nos apasiona la tecnolog¨ªa¡±, a?ade. La misma idea la comparte London, que incluso sugiere un matiz a la propia figura de los prestidigitadores: ¡°En s¨ª mismo somos innovadores y ampliamos el posible desarrollo de la tecnolog¨ªa¡±.
Hogwarts en la vida real
Antes de proseguir con el espect¨¢culo, pongamos todas las cartas sobre la mesa. Algunas de las ilusiones no las crean directamente los magos. Unos investigadores de la universidad Queen Mary de Londres aplicaron la inteligencia artificial a un truco de naipes que llamaron Phoney. Gracias al desarrollo de un algoritmo complejo utilizado para resolver el llamado problema del vendedor ambulante, consiguieron que una app adivinara qu¨¦ carta iba a cogerse bas¨¢ndose en el color de las que ten¨ªa alrededor. Tal y como detalla Howard Williams, uno de sus creadores, no es infalible. Este software tiene un margen de error casi del 20%. ¡°Para nosotros la presencia de un mago es clave aunque un tel¨¦fono le ayude. Sin ellos, el impacto no ser¨ªa el mimo¡±, zanja.
Aprovechando que la inteligencia artificial ha salido a escena, incorpor¨¦mosla al show. Los asistentes de voz nos rodean. Hemos decidido que Alexa nos ayude un poco. Alguien del p¨²blico sube, coge una carta de la baraja francesa que solo esta persona sabe y le pedimos que mire a una c¨¢mara mientras piensa en el palo y el n¨²mero.?
- Alexa, ?cu¨¢l es la carta?
- Hola, Tom. ?lex ha cogido el nueve de corazones.
La ense?a y ah¨ª aparece el nueve de corazones. Grandes aplausos entre los asistentes combinados con ciertas caras de incredulidad. London no desvela c¨®mo lo ha conseguido, pero nos deja una peque?a pista: ¡°Con buenos conocimientos de programaci¨®n puedes obtener grandes soluciones¡±. Sin embargo, esta exigencia t¨¦cnica es la que le ha arrastrado fuera de los escenarios. ¡°He dejado la magia porque para m¨ª era doloroso ver c¨®mo daba igual la forma en que desarrollaba la tecnolog¨ªa. La gente no sabe c¨®mo funciona y eso es grave¡±, lamenta.
Para Blass tambi¨¦n existe cierto riesgo de que la tecnolog¨ªa desvirt¨²e su labor. Como asegura, este desconocimiento por parte del p¨²blico les puede llevar a pensar que todo es posible. Ah¨ª ser¨ªa donde el ilusionismo perder¨ªa su nombre. ¡°Para que haya una sensaci¨®n de magia, la gente debe tener la certeza de que lo que est¨¢ viendo es imposible¡±, sugiere. Para mantener este equilibrio con la t¨¦cnica, pone el ejemplo de que hace poco tiempo coincidi¨® con un coreano que llevaba un mont¨®n de gadgets secretos impresos en tres dimensiones que le permit¨ªan que aparecieran todo tipo de pa?uelos y cartas. Ahora, en el truco final, solo queda pronunciar las palabras: Alexa, ?en qu¨¦ carta estoy pensando??
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