Cinco estrellas, por caridad

En el gran almac¨¦n, la pantalla en la que tienes que firmar el pago de tus compras te pide, de inmediato, que punt¨²es a la persona que te ha atendido. Desde una cara verde muy sonriente a un gesto en rojo de enfado, tienes cinco opciones. Ya vamos aprendiendo que, salvo groser¨ªa manifiesta, es mejor ser generosos al elegir el emoticono. La continuidad de esa persona en su empleo puede depender del capricho de tu dedo. O quiz¨¢s una parte variable del salario, o sus posibilidades de un ascenso.

Has resuelto una chapuza dom¨¦stica con alg¨²n profesional. Seg¨²n sale, te sonar¨¢ el m¨®vil para la evaluaci¨®n. El ma?nitas te puso sobre aviso: rogaba que lo valores bien o no recibir¨¢ m¨¢s encargos. La presi¨®n es para ti. Regresas de un ho?tel y te llega la dichosa encuesta. Eval¨²e, pero no una sola vez: eval¨²e la ubicaci¨®n, la limpieza, el desayuno, si era mullida la almohada. Nuestro clic soberano decide la suerte de los restaurantes. Con menos de cuatro estrellas no como all¨ª ni loco. ?Cogiste un Uber? Punt¨²alo.

Ah, resulta que la gig economy era eso: un joven en precario suplicando las cinco estrellas para salvar su minijob¡±

Esto es m¨¢s desquiciante: en los call center en los que pasas mucho tiempo bregando con voces aut¨®matas y con ins?trucciones que debes responder con el teclado, logras al fin percibir la c¨¢lida voz de un ser humano. Alguien te escucha, atiende tu problema, busca una soluci¨®n, aunque no sepas en qu¨¦ pa¨ªs se encuen?tra. En cuanto cuelgues, te llamar¨¢ un robot para que juzgues su eficacia. S¨ª, esa persona me pareci¨® estupenda, pero pa?s¨¦ media hora al tel¨¦fono hasta dar con ella, no hay una opci¨®n para eso.

De todos los cap¨ªtulos de la serie brit¨¢nica Black Mirror, una brillante distop¨ªa de Netflix, el m¨¢s comentado y citado, porque es una s¨¢tira brutal de nuestro tiempo, es Ca¨ªda en picado. Muestra a una mujer obsesionada con las estrellas, de una a cinco, que le pone, a trav¨¦s de una red social omnipresente, toda persona con que se tope a lo largo del d¨ªa. Cuando algunas meteduras de pata arruinan su nota media, se le cierran las puertas del empleo, del al?quiler, la entrada a ciertos barrios, hasta volverla una paria. Pobre Lacie. Des?ahuciada al perder los puntos, como le quitar¨ªan hoy el carn¨¦ de conducir.

Ah, resulta que la gig economy era eso: un joven en precario suplicando las cinco estrellas para salvar su minijob. Dir¨¢n que es un empoderamiento del cliente. Claro que s¨ª. Pero la idea de ser escrutado todo el rato, por todo el mundo, resulta tan desasosegadora como ese cap¨ªtulo de Black Mirror. Aunque uno suela verse en la posici¨®n del C¨¦sar, que sube o baja el pulgar en el circo sin consecuencias pa?ra s¨ª mismo. Hasta que nos toque a todos. ?Te ha interesado este art¨ªculo? Punt¨²a del uno al cinco. Y api¨¢date de m¨ª¡­

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