Una gran victoria para Deliveroo
La estrategia de la compa?¨ªa, sostiene el autor, pasa por retrasar el macro-juicio que deber¨¢ determinar si sus repartidores son falsos aut¨®nomos con la esperanza de que un cambio electoral desemboque en un Gobierno dispuesto a legalizar lo que hoy es un fraude
Los grandes generales de la historia siempre han mantenido que cuando una batalla est¨¢ perdida, la ¨²nica opci¨®n es no lucharla. Esta parece la estrategia de Deliveroo, visto que el macro-juicio que deb¨ªa haberse celebrado el pasado lunes se ha retrasado m¨¢s de cinco meses. Atrasando el combate puedes acabar gan¨¢ndolo.
Y es que a veces se nos olvida que la ley no responde a un ideal absoluto de justicia, sino a lo que ciertas personas votaron en el Parlamento en una coyuntura determinada. Sin duda, al menos hasta el momento, no conocemos una mejor manera de promulgar leyes. No obstante, lo anterior no significa que seamos conscientes de la fragante injusticia que, en ocasiones, eso puede llegar a provocar.
Parece evidente que la normativa protectora de los derechos de los trabajadores actual no es del agrado de ciertas empresas. En consecuencia, la estrategia pasa por retrasar los juicios con la esperanza de que un cambio electoral d¨¦ la mayor¨ªa en el Parlamento a aqu¨¦llos que est¨¦n dispuestos a legalizar lo que ahora mismo es un fraude. Ciertas empresas sue?an con una mayor¨ªa dispuesta a arrebatarles los derechos laborales a los trabajadores de este pa¨ªs, a privarles de salario m¨ªnimo, excluir de la jornada m¨¢xima de trabajo, desterrar el derecho a vacaciones, prescindir de la prevenci¨®n de riesgos laborales y, sobre todo, sue?an con la eliminaci¨®n del deber de las empresas de cotizar a la Seguridad Social, obligaci¨®n que permite que los jubilados perciban pensiones actualmente.
Por suerte la mayor¨ªa de empresas no piensan as¨ª. En este pa¨ªs la gran mayor¨ªa de empresas cumplen con la legislaci¨®n y gracias a ello disponemos del Estado del bienestar del que disfrutamos.
?ltimamente, los ciudadanos -y la prensa- nos volcamos en la calle, o m¨¢s bien en Twitter, para analizar y criticar cada sentencia que nos parece injusta. Pero se nos olvida que es al Gobierno y al legislador a quienes debemos exigirle que promulguen leyes que consideramos justas. Y, especialmente, que no eliminen leyes que nos parecen positivas. Pretender que un mensajero en bicicleta sea considerado un verdadero empresario y, por ello, aut¨®nomo, con la legislaci¨®n y la jurisprudencia actual, parece tener pocos visos de ¨¦xito. As¨ª se pronunci¨® una Sentencia que ya es firme en Valencia en el caso de Deliveroo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, pocas cosas impedir¨¢n ¨Cquitando la legislaci¨®n europea, quiz¨¢- que el legislador espa?ol cambie la ley, si lo desea, permitiendo calificar al repartidor como empresario, a quien no le corresponden derechos laborales. O cualquier otra figura ¡°inventada¡± que excluya de la laboralidad a los riders (as¨ª llama Deliveroo a sus repartidores). La misma suerte podr¨ªa correr, de la mano de un cambio legislativo, un camarero o un dependiente de tienda.
Esta situaci¨®n, que puede parecer una distop¨ªa muy alejada de la realidad, ya ha ocurrido en otros sectores como el de los agentes de seguros, a quienes, en un momento determinado, se decidi¨® excluir de la legislaci¨®n protectora laboral. Si se hizo en el pasado, ?qu¨¦ impide a ciertas empresas so?ar con que vuelva a suceder?
Lo que est¨¢ claro es que la responsabilidad de impedirlo, si no nos gusta esa idea, no recae en los jueces, ni siquiera en los riders afectados, sino en todos y cada uno de los ciudadanos.
Adri¨¢n Todol¨ª Signes es profesor de Derecho del trabajo en la Universidad de Valencia y autor de El trabajo en la era de la Econom¨ªa Colaborativa.
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