Adolescentes hiperconectados: impacientes, indecisos e individualistas
El 83% de los chavales de entre 14 y 16 a?os reconoce que hace un uso intensivo del m¨®vil y las redes sociales. Pero la soluci¨®n no es prohibir, sino educar.
Domingo, diez de la ma?ana. Un chaval de once a?os despierta tras pasar la noche en casa de un amigo y se reencuentra con su familia, que ha ido a buscarlo para pasar juntos el d¨ªa festivo. Meses despu¨¦s, su madre, Bel¨¦n Alvite, a¨²n no sale de su asombro: ¡°Tra¨ªa la misma cara que si viniese de una rave. No quer¨ªa saber nada de nosotros y lo ¨²nico que deseaba era dormir porque hab¨ªa estado jugando con el m¨®vil y chateando por WhatsApp con compa?eros de clase hasta las cinco de la ma?ana¡±. El ni?o no tard¨® en confesar, consciente de que ser¨ªa una misi¨®n imposible ocultar ese insomnio tecnol¨®gico a su progenitora, que adem¨¢s de pedagoga es la directora del Centro de Estudio y Prevenci¨®n de Conductas Adictivas (CEPCA) del Consejo Insular de Ibiza, un departamento que de manera regular realiza investigaciones sobre el uso del smartphone por parte de adolescentes.
Deber¨ªamos empezar a trabajar en cuarto, es decir, con ni?os de nueve a?os
Alvite se?ala a EL PA?S Retina que los ¨²ltimos informes del CEPCA destacan que casi el 30% de los chavales de diez a?os ya tiene tel¨¦fono, lo cual puede dificultar las relaciones en los contextos familiares si no se establecen unos l¨ªmites claros desde el primer momento: ¡°A veces presuponemos que con esa edad son demasiado peque?os para meterse en l¨ªos y les damos una libertad que podr¨ªa conducir a un uso abusivo en la adolescencia, cuando poner unas normas genera mayores conflictos porque ya lo ven como un derecho adquirido al que no quieren renunciar¡±. Por eso es importante que los programas de formaci¨®n sobre el tiempo de exposici¨®n a estos dispositivos y la concienciaci¨®n en torno a un uso responsable comiencen a una edad temprana. Y cada vez m¨¢s, seg¨²n Alvite: ¡°Nuestras actividades para los m¨¢s peque?os van dirigidas a alumnos de quinto y sexto de primaria de los 45 colegios que hay en Ibiza, pero la mayor¨ªa de estos centros nos advierte de que ya llegamos tarde y que deber¨ªamos empezar a trabajar en cuarto, es decir, con ni?os de nueve a?os¡±.
- Son ¡®peque?os veteranos¡¯, no expertos
Andr¨¦s Chamarro, profesor de psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y coautor del estudio Uso del m¨®vil en padres, ni?os y adolescentes: Creencias acerca de sus riesgos y beneficios, coincide en la necesidad de esta educaci¨®n. En su opini¨®n, la edad de penetraci¨®n del m¨®vil est¨¢ bajando tanto que cuando los chavales llegan a primero de la ESO son una especie de ¡°peque?os veteranos¡± que no pueden ser calificados de expertos, sino de ¡°usuarios que han aprendido a partir de una experiencia poco guiada¡±, as¨ª que es fundamental que alguien les ayude a hacer ese proceso ¡°de manera m¨¢s eficiente y menos peligrosa¡±. De momento, seg¨²n un reciente informe de BBVA, Google y la FAD (Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n), el 83% de los adolescentes espa?oles de entre 14 y 16 a?os considera que hace un uso intensivo del m¨®vil y las redes sociales, mientras que un 15% admite que est¨¢ pendiente del terminal durante las clases.
La soluci¨®n no es prohibir, sino ense?ar
Aun as¨ª, Chamarro recalca que los menores est¨¢n evolucionando desde el uso principalmente l¨²dico al comunicativo, algo facilitado por la eclosi¨®n de las redes sociales, lo que indica que integran la tecnolog¨ªa en sus h¨¢bitos de vida y la utilizan de una forma positiva. En cuanto a la parte negativa, este profesor apunta que es mayor en secundaria y bachillerato y a que a nivel europeo entre el 3 y el 10% de los adolescentes se encuentra en situaci¨®n de riesgo por un uso indebido que sobre todo se relaciona con los videojuegos. ¡°Hay m¨¢s alarma social que problem¨¢tica real, por lo que el mensaje que deber¨ªa calar es que la soluci¨®n no es prohibir, sino ense?ar¡±, apunta Chamarro.
Para Alvite, este aprendizaje pasa por una negociaci¨®n que comienza con un uso muy restringido que se va revisando a medida que los ni?os cumplen a?os: ¡°se debe trabajar con su autonom¨ªa e irles dando cada vez m¨¢s libertad, aunque habr¨¢ normas que siempre permanecer¨¢n¡±. Por ejemplo, esta pedagoga tiene una hija de 17 a?os que recibi¨® su primer m¨®vil a los 13 y que hoy en d¨ªa a¨²n debe respetar estas reglas para conservar su tel¨¦fono: no puede usarlo mientras estudia ni en las horas de las comidas y cada d¨ªa tiene que apagarlo y entreg¨¢rselo a sus padres a las 22:00 horas. ?Y cuando cumpla 18? ¡°Cuando llegue ese momento espero haber hecho todo el trabajo que me compete para que mi hija haga un uso responsable de la tecnolog¨ªa, aunque tendr¨¦ muy claro que mientras yo pague el tel¨¦fono seguir¨¢ siendo m¨ªo y a¨²n podr¨¦ establecer las normas de uso en casa. Eso s¨ª, habr¨¢ una parte de intimidad personal y libertad que no gestionar¨¦ porque ya le concierne solo a ella y ah¨ª no queda otra que tirar de confianza¡±.
Pegados al m¨®vil
Aunque defiende que es exagerado hablar de una generaci¨®n perdida, Bel¨¦n Alvite tiene identificados algunos rasgos de los adolescentes que viven hiperconectados a trav¨¦s del m¨®vil y que los diferencian de los j¨®venes de otras ¨¦pocas.
Son menos resolutos. Teniendo unos medios con los que es posible comunicarse m¨¢s y mejor, toman peores decisiones o ni las toman. "Pueden pasarse horas en WhatsApp planificando una quedada para finalmente no llegar a verse porque no se ponen de acuerdo", seg¨²n Alvite.
Su atenci¨®n sostenida es menor. Aunque lleguen a quedar con los amigos, mientras est¨¢n con ellos chatean con terceros o se dedican a mirar los perfiles de las redes sociales de otros, con lo cual no fortalecen el v¨ªnculo con los que tienen delante.
Son m¨¢s impacientes. No entienden la espera y les crea frustraci¨®n que alguien no conteste sus mensajes en un breve periodo de tiempo.
Relativizan la privacidad. Le dan menos importancia a la gesti¨®n de su imagen y a su exposici¨®n en las redes. "Mientras sus padres se escandalizan si comparten fotos en ropa interior, ellos lo ven algo normal porque lo comparan con el atuendo que llevan en la playa o la piscina".
Son m¨¢s volubles. Al estar en una conexi¨®n permanente con diversas personas, si quedan con alguien y una vez all¨ª se aburren, inmediatamente cambian de plan.
Tienen menos tolerancia a la frustraci¨®n. En relaci¨®n con el punto anterior, si algo no les gusta o no les apetece, no lo hacen porque tienen a su alcance otras muchas alternativas.
Son m¨¢s individualistas. "Lo de consensuar, tomar decisiones conjuntas o ceder en algo se da muy pocas veces por todo el universo de opciones al que acceden desde el dispositivo de forma individual", afirma Alvite.
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