Las mujeres piden tantos aumentos como los hombres, pero les dan menos
Se ha extendido la idea de que el estilo de negociaci¨®n de las mujeres es distinto al de los hombres y por eso no consiguen sus objetivos. Ahora, un estudio lo desmiente
Es un hecho que las mujeres todav¨ªa ganan menos que los hombres. La mayor¨ªa de las estimaciones de los economistas valoran que ellas cobran entre un 10% y un 20% menos, aunque el tama?o de la brecha salarial que los separa var¨ªa entre pa¨ªses y puestos de trabajo. La cuesti¨®n sigue siendo por qu¨¦. Una explicaci¨®n com¨²nmente aceptada es que las mujeres no son tan buenas negociando o que se atreven menos a pedir un aumento. Esta es al menos la teor¨ªa que defienden muchas investigaciones hasta la fecha. Pero un estudio m¨¢s reciente y detallado la rechaza: ha llegado a la conclusi¨®n de que ellas piden aumentos tan a menudo como ellos, aunque tienen menos probabilidades de obtenerlos.
Para llegar a esta conclusi¨®n, los investigadores pusieron en tela de juicio las afirmaciones de estudios anteriores, que aseguraban que el estilo de negociaci¨®n de las mujeres era distinto al de los hombres y por eso no consegu¨ªan sus objetivos. M¨¢s concretamente, aseguraban que ellas act¨²an de manera menos asertiva, debido a su inseguridad pero tambi¨¦n por temor a alterar la relaci¨®n con su jefe o sus colegas. Esta nueva investigaci¨®n encuentra que esa motivaci¨®n es igual de cierta para hombres que para mujeres: la preocupaci¨®n por sus relaciones laborales es un motivo para no pedir un aumento para ambos g¨¦neros por igual.
¡°Nos quedamos sorprendidos por los resultados, esper¨¢bamos encontrar conclusiones similares a los estudios anteriores¡±, explican Benjamin Artz, Amanda Goodall y Andrew J. Oswald, responsables de la investigaci¨®n, en HBR. ¡°Sin embargo, descubrimos que las mujeres negocian sus salarios tan a menudo como los hombres, pero es m¨¢s probable que sean ellos quienes los consigan. Tambi¨¦n sabemos ahora que los motivos por los que esto sucede no son los que cre¨ªamos¡±.
El ¨²ltimo gran estudio que lleg¨® a la conclusi¨®n de que las mujeres no eran tan asertivas al pedir una mejora en sus condiciones laborales llevaba como t¨ªtulo Women don¡¯t ask [Las mujeres no preguntan] y se llev¨® a cabo en 2007. Otro, en el que se habla del temor a alterar la relaci¨®n con sus compa?eros, data de 2010. ?Por qu¨¦ se han llegado a conclusiones distintas en esta ocasi¨®n? Una de las claves es que los investigadores han tenido acceso a un conjunto de datos m¨¢s reciente y detallado, que les ha permitido investigar esta cuesti¨®n con una visi¨®n renovada.
La investigaci¨®n refleja la realidad de 4.600 empleados seleccionados al azar en 800 lugares de trabajo de Australia. Seg¨²n explican los investigadores, ¡°es el ¨²nico pa¨ªs con informaci¨®n realmente buena sobre qui¨¦n y en cu¨¢ntas ocasiones se pide un aumento de sueldo¡±. Adem¨¢s, Australia tiene una ventaja interesante para la investigaci¨®n: ¡°es una naci¨®n en la que est¨¢ representada una gran mezcla de culturas con influencias brit¨¢nicas, sudorientales, estadounidenses y europeas¡±, explican los investigadores, pertenecientes a distintas universidades de Estados Unidos.
- ?El estudio refleja una nueva realidad?
Otra clave que puede explicar los resultados novedosos es que es posible que las cosas realmente est¨¦n cambiando. Entre los datos del estudio, se ve que el comportamiento de las mujeres m¨¢s j¨®venes es indistinguible del de los hombres m¨¢s j¨®venes. ¡°Por lo tanto, podr¨ªa ser que el estilo de negociaci¨®n tradicional haya comenzado a cambiar¡±, aventuran los investigadores. ¡°Esta es una explicaci¨®n esperanzadora de por qu¨¦ nuestros hallazgos difieren de los dem¨¢s. Otra es que nuestro conjunto de datos se basa en el comportamiento real de los empleados, no en experimentos de laboratorio o encuestas¡±.
Aunque las conclusiones son novedosas, no son ¨²nicas en el mundo. Ha habido algunos indicios previos de que el comportamiento de las mujeres respecto a la forma de negociar no es tan diferente del de los hombres. En el experimento de campo ?Las mujeres evitan las negociaciones salariales? de 2012, los investigadores Andreas Leibbrandt y John List no encuentran ninguna disparidad entre hombres y mujeres cuando a los trabajadores se les dice expl¨ªcitamente que el salario es negociable. Sin embargo, cuando ese aspecto no se menciona y las reglas de negociaci¨®n son ambiguas, los hombres tienden a negociar salarios m¨¢s altos.
- Tampoco hay diferencias entre su comportamiento en la oficina
Teniendo en cuenta los patrones detectados, parece que el problema no est¨¢ en que las mujeres no se atrevan a pedir, sino en que sus solicitudes se tratan de manera diferente a las de los hombres. Es una conclusi¨®n parecida a la que llegaron Stephen Turban, Laura Freeman y Ben Waber durante una investigaci¨®n similar respaldada por la Universidad de Harvard. Seg¨²n sus conclusiones, hombres y mujeres se comportan igual en el lugar del trabajo, las diferencias de salario y de acceso a puestos altos no residen en c¨®mo act¨²an las mujeres, sino en c¨®mo los dem¨¢s perciben sus acciones.?
A lo largo de cuatro meses, los investigadores recopilaron datos de cientos de empleados y repartieron 100 sensores que med¨ªan el comportamiento de la persona: registran los patrones de comunicaci¨®n usando sensores que miden el movimiento, la proximidad a otros sensores y el habla (volumen y tono de voz, pero no contenido). As¨ª pudieron saber qui¨¦n hablaba con qui¨¦n, d¨®nde se comunicaban esas personas y qui¨¦n dominaba las conversaciones. Trabajaron con los datos an¨®nimos, sin saber la identidad de las personas pero controlando el sexo y la posici¨®n de cada participante.
"Nuestro an¨¢lisis sugiere que la diferencia en las tasas de promoci¨®n entre hombres y mujeres en esta empresa se debi¨®, no a su comportamiento, sino a la forma en que fueron tratados", explican los investigadores. Esto indica que la desigualdad de g¨¦nero se debe a prejuicios, no a diferencias de comportamiento. En este caso, dos grupos de personas est¨¢n actuando de forma id¨¦ntica, pero se les trata de manera diferente. "Nuestros datos implican que las diferencias de g¨¦nero pueden residir no en c¨®mo act¨²an las mujeres, sino en c¨®mo las personas perciben sus acciones", explican. "Si las mujeres hablan con los altos mandos en tasas similares a las de los hombres, entonces el problema no es la falta de acceso, sino la forma en que se ven esas conversaciones". Queda claro que no es cierto que ellas pidan menos aumentos y que no es excusa para explicar por qu¨¦ los reciben menos a menudo.
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