Viejos nativos digitales
El reto de la educaci¨®n no est¨¢ en atender del codo hacia abajo ¡ªlos dedos¡ª para manipular los artefactos, sino del codo hacia arriba ¡ªlas neuronas¡ª para comprender el mundo en el que manipularlos.
Fue una sacudida muy perturbadora, resultado de una brusca aceleraci¨®n, de la que a¨²n no hemos salido. Se desajust¨® todo lo establecido de tal forma que se abri¨® una brecha generacional muy profunda y dilatada, adem¨¢s de otras que part¨ªan regiones del mundo y aquellas otras que agudizaban desigualdades sociales existentes. As¨ª se hizo notar la irrupci¨®n del mundo digital.
Pero si todas, hasta las grietas capilares, han desestabilizado y resquebrajado el mundo en que viv¨ªamos, la gran brecha generacional que ha recorrido de lado a lado el planeta es incomparable en cuanto a la confusi¨®n que ha creado: dependiendo de la edad, qued¨¢bamos incluidos en el mundo nuevo o definitivamente excluidos. Ciudadanos digitales o habitantes extramuros. Nativos o extranjeros.
Quiz¨¢ fue una interpretaci¨®n apresurada y reduccionista la que se hizo de los primeros s¨ªntomas del cambio. Y es que el fen¨®meno digital se presentaba como si llegaran unos artefactos que no solo nos ped¨ªan la traici¨®n de abandonar los que nos hab¨ªan acompa?ado y ayudado hasta entonces, sino que adem¨¢s deb¨ªamos adquirir las destrezas nuevas para manejarlos. Por tanto, para quienes no ten¨ªan que desprenderse de lo ya adquirido, ni desaprender, para los que se encontraban con lo nuevo como innato, este mundo digital era su territorio.
Nos estamos dando ahora cuenta de que no es cuesti¨®n de habilidad digital sino de cultura digital
Del otro lado de la brecha se daban sentimientos encontrados. Estaban quienes aceptaban el sino de haber nacido antes de tiempo y, por consiguiente, que ese mundo ya no era para ellos. Esta imposibilidad produc¨ªa reacciones de desprecio hacia lo nuevo, de exaltaci¨®n de lo que estaba amenazado de desaparici¨®n o de indiferencia y resignaci¨®n. Otros se acercaban a la sima de la brecha y sent¨ªan v¨¦rtigo. Y hab¨ªa quienes con valor tomaban carrera e intentaban salvarla. La impresi¨®n de brecha hizo estragos en espacios tan fundamentales como la educaci¨®n.
Pero tambi¨¦n esta simplificaci¨®n tan acusada del fen¨®meno ha llevado a considerar que conseguidas unas destrezas ya se habita el nuevo territorio. Que bien por ser nativo o por haber saltado con esfuerzo y determinaci¨®n la brecha, o por haberla salvado a trav¨¦s de las pasarelas de una alfabetizaci¨®n digital que se han venido tendiendo entre ambas orillas, se est¨¢ ya instalado en el mundo digital. Y no es as¨ª, porque ese territorio hay que cultivarlo para colonizarlo. Nos estamos dando ahora cuenta de que no es cuesti¨®n de habilidad digital sino de cultura digital. No solo de ser capaz de ver este mundo, por haber atravesado el foso que lo aleja (inmigrantes) o por haber abierto los ojos all¨ª (nativos), sino de saberlo mirar¡, y eso es cultural, porque es la mirada la que hace que el mundo se revele y nos permite actuar en consecuencia.
A este reto cultural que tiene hoy una sociedad digital, m¨¢s all¨¢ de los artefactos y de sus manejos, hay que a?adir la necesidad de superar una especie de paidocracia digital que proviene de los or¨ªgenes de la brecha. Se manifiesta en un exceso de dependencia de todos respecto a los gustos, usos y tendencias marcados por los que un d¨ªa llamamos nativos digitales. Porque si hablamos de cultura y decimos que la cultura es mirar el mundo, son m¨²ltiples las miradas que se pueden hacer del mundo que se ve y, en consecuencia, muy diversas las formas de que este se revele.
La interpretaci¨®n de la brecha generacional llevaba tambi¨¦n a la idea de que con el paso del tiempo ¡ªy poco tiempo, para la brevedad de la vida individual¡ª se cerrar¨ªa por extinci¨®n de la generaci¨®n que qued¨® al otro lado del territorio de los nativos digitales. Era solo, por tanto, cuesti¨®n de esperar. Pero no es as¨ª, porque no se contaba con el envejecimiento prematuro, una nueva perturbaci¨®n que ser¨¢ un serio problema para la sociedad, ahora preocupada por el envejecimiento producido por la longevidad.
Y es que ya no solo las capacidades de un cuerpo, por evoluci¨®n biol¨®gica, se desajustan con el entorno ¡ªy a ese desajuste lo consideramos envejecimiento¡ª, sino que el entorno cambia hoy tan r¨¢pidamente que el desajuste no es un riesgo de la edad, sino de no poder mantener la comprensi¨®n de un mundo acelerado. De manera que de poco vale nacer en este mundo ya digital si su aceleraci¨®n lo har¨¢ irreconocible en poco tiempo. As¨ª que el reto de la educaci¨®n, para luchar contra el envejecimiento prematuro, no est¨¢ en atender del codo hacia abajo ¡ªlos dedos¡ª para manipular los artefactos, sino del codo hacia arriba ¡ªlas neuronas¡ª para comprender el mundo en el que manipular los artefactos. Hoy esta urgencia est¨¢ desatendida.
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico de Universidad Carlos III de Madrid
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.