El mundo digital tambi¨¦n ocupa lugar
Ten¨ªamos nuestro lugar ordenado, y un mundo en digital acaba de irrumpir, revolviendo lo establecido. Hay que darle lugar, pero esta ocupaci¨®n obliga a desplazar muchas cosas que ante lo digital se muestran ya como trastos que estorban

Si prestamos atenci¨®n a la procedencia de los objetos que nos rodean, sean alimentos, muebles, aparatos, nos asomamos de inmediato a una red de transporte planetaria que nos aproxima aquello que de otro modo ser¨ªa inalcanzable para nosotros. Y si abrimos un grifo tendremos ante nosotros el agua de un r¨ªo lejano; y si apretamos un bot¨®n utilizaremos la energ¨ªa conseguida a muchos kil¨®metros de donde estamos, o veremos im¨¢genes y oiremos sonidos imposibles por distantes.
Pero si ahora fijamos la atenci¨®n en la l¨¢mina negra de nuestro m¨®vil ¡ªcasi, por sensible, con calidades del agua¡ª y convertimos los peque?os sellos que flotan en ella ¡ªlas apps¡ª en los objetos que representan y que hacen sus funciones, es decir, les damos su volumen, materia y peso originales, no asombrar¨¢ el mundo que sostenemos en nuestra mano.
Todo ello es el resultado de la fascinante historia del ser humano por alcanzar el mundo, hacerlo suyo, y que no resulte ajeno. Esta operaci¨®n supone el empe?o de hacer que el mundo sea un lugar. La evoluci¨®n nos ha dejado en este mundo y nosotros lo transformamos en lugar, y esto significa que lo ponemos a nuestro alcance: lo percibimos, lo manipulamos y utilizamos, lo ordenamos¡
Un lugar, por tanto, es el ¨¢mbito donde el mundo ¡ªcon lo que contiene y, tambi¨¦n, con lo que en ¨¦l sucede¡ª se puede alcanzar. Alcanzo no solo las cosas que est¨¢n en ¨¦l (espacio), sino tambi¨¦n alcanzo a presenciar lo que pasa en ¨¦l, lo que sucede (tiempo). El lugar nos proporciona la experiencia de la presencia: el mundo lo tenemos delante.
El lugar es una construcci¨®n humana. Y consiste en una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, para que el mundo est¨¦ a la medida del ser humano, de la extensi¨®n de sus brazos, del desplazamiento de sus pasos, del umbral de sus sentidos¡ Hablamos de red de caminos, red de transportes, red el¨¦ctrica, red de agua, red de comunicaciones¡ de la Red, de la red digital; y esta imagen nos hace pensar en la extensi¨®n de una malla hecha de caminos, de v¨ªas, de tubos, de cables, de frecuencias de se?ales¡
Pero realmente un lugar es la contracci¨®n del espacio y del tiempo hasta ponerlo al alcance de las dimensiones y capacidades de un cuerpo humano. Y en el centro de esta contracci¨®n estamos instalados¡ y tambi¨¦n cobijados. Cobijados, porque fuera del lugar est¨¢ la incertidumbre, y quedamos a la intemperie.

El lugar es el ¨¢mbito de intervenci¨®n y orden: interactuamos y ordenamos. Y lo que queda fuera de nuestro alcance, m¨¢s all¨¢ del lugar, es el mundo que por el momento no conseguimos alcanzar, azaroso y desconocido, borroso.
Es apasionante ver c¨®mo se ha ido construyendo nuestro lugar en el mundo, desde la hoguera que permite alcanzar (es decir, aproximar, apropiarse) el incendio del bosque o el rayo en el cielo, y as¨ª manipular el fuego, responder al capricho de las temperaturas, detener las tinieblas de la noche¡, hasta poseer la gravedad de nuestra sociedad actual con su poder de contracci¨®n del espacio y del tiempo. Y es ahora cuando una inimaginable atracci¨®n, casi de agujero negro, consigue aproximarnos todav¨ªa m¨¢s el mundo: la Red. ?Pero qu¨¦ provoca? Alteraci¨®n, desorden.
Un lugar, por tanto, es el ¨¢mbito donde el mundo ¡ªcon lo que contiene y, tambi¨¦n, con lo que en ¨¦l sucede¡ª se puede alcanzar.
Ten¨ªamos nuestro lugar ordenado, y un mundo en digital acaba de irrumpir, revolviendo lo establecido. Hay que darle lugar, pero esta ocupaci¨®n obliga a desplazar muchas cosas que ante lo digital se muestran ya como trastos que estorban, y tambi¨¦n nos pide que nos ocupemos de lo nuevo y que le dediquemos tiempo, cada vez m¨¢s tiempo.
El desorden sigue creciendo, y tantas cosas est¨¢n afectadas de obsolescencia que parece un trastero; a la vez que no sabemos c¨®mo ocupar nuestro tiempo para atender a tantas instancias, as¨ª que nos movemos inquietos y torpes entre este desorden. Pero con dedicaci¨®n evitaremos el naufragio en este trastero, lo ordenaremos, y llegar¨¢ el asombro de nuestro nuevo y ahora a¨²n inconcebible lugar en el mundo.
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico Universidad Carlos III de Madrid
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla
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